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LA TRAMA DEL PODER

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En mi programa del sábado 28 en LA NACIÓN + analizamos el discurso de los hermanos Milei en Parque Lezama junto al especialista en lenguaje corporal Daniel Zazzini. ¿Cómo vió al Jefe? También adelantamos algunos temas que vamos a analizar en el programa de hoy.

Podés ver el análisis completo del sábado 28 en el siguiente link: https://lnmas.lanacion.com.ar/video/la-trama-28-de-septiembre-2024-jwidVQewSoKd/

Los esperamos hoy 20.30 para otro programa de La Trama del Poder.

¿Qué va a pasar con el veto a la Ley de Financiamiento Universitario? ¿El Congreso lo va a rechazar? Nos lo responde @ramiromarra, legislador de La Libertad Avanza, quien insiste en la importancia de auditar las universidades, y Álvaro González, diputado del Pro cercano a Larreta, quien votará en contra del veto.

@colomortash, presidente de Somos Libres Medicina, nos cuenta cómo se vive el debate dentro de la UBA.

El abogado constitucionalista @armestod nos explica qué pasa si se rechaza el veto. ¿Milei tiene una instancia más para rechazar la Ley? Después de la aprobación de la Boleta Única de papel, el gobierno estudia ahora eliminar las Paso. ¿Cómo impactan esas medidas en el sistema electoral?

El analista económico @damiandipace detalla el impacto económico de todas estas medidas. ¿Cómo afecta el conflicto de Medio Oriente en el bolsillo del argentino?

Además, un informe exclusivo de @luisgasulla10 sobre una causa de extorsión sindical a empleadas de una Pymes. Hablamos con el abogado de las denunciantes, Pablo Torres Barthes.

Y suma un análisis imperdible en tiempos de debate por el financiamiento de las universidades públicas: Los números de las auditorías en las universidades.

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Milei, la larga marcha de nerd a rosquero argento

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Laura Di Marco

PARA LA NACION

Un político que estudió con Javier Milei en su juventud y que frecuentaba su casa familiar lo describe como un nerd. En aquella época, lo mismo pensaba el padre del Presidente, aunque tal vez sin ponerle esa palabra tan sofisticada. Digamos que ninguneaba al hijo y se resignaba a su perfil encerrado, obsesionado con los libros y de escasas habilidades sociales. Padre e hijo nunca se llevaron bien. Pero el tiempo pasó y el nerd devino en un rockstar libertario que, eso sí, seguía odiando la rosca.

“Lo bueno es que a Kari le encanta”, solía decir el Milei candidato, durante la campaña. Se refería, claro, a las habilidades políticas de su inseparable hermanísima Karina Milei. Pero un día, ya en el poder, Milei se chocó de frente con la despreciable casta que le mostró su propio scrum: una mayoría de dos tercios en el Congreso. Peligrosa mayoría para un hipotético juicio político, tal como viene amenazando el kirchnerismo en la eventualidad de que a Milei se le apagara el romance con la sociedad.

Como dice el politólogo Federico Zapata, de la consultora Escenarios: “Milei había elegido a unos enemigos perfectos, los políticos del Congreso y la Justicia, ambos sectores con pésima imagen; el problema es que subestimó su poder”. Luego, recalculó.

Fue el viernes 30 de agosto cuando, de pronto, despertó su rosquero interior: ese día, por primera vez, recibió a los jefes de los bloques aliados. Le seguirían varias reuniones más con senadores y diputados afines, y, anteayer, la frutilla del postre: un asado a lo Menem en el mítico quincho de Olivos, donde mimó a los “87 héroes”, fruto de la rosca, que blindaron el veto presidencial al aumento de las jubilaciones. Los convocó a formar un “scrum” oficialista capaz de bloquear la desestabilización económica promovida por los “degenerados fiscales”. Un gesto para el círculo rojo.

Hace poco más de un mes, en la Casa Rosada, mientras Milei almorzaba panchos con mostaza con Demian Reidel, un economista de perfil bajo e influencia alta, un funcionario destacó lo afortunado que era por carecer de una oposición sólida. Milei recibió el comentario casi ofendido y, en cambio, ensalzó su propia rosca: “Algo habremos hecho nosotros para quebrarlos”, le enrostró.

Un libertario de la primera hora asegura que ahora compiten entre los hermanos por la rosca. Al parecer, Karina no quiere perder protagonismo ni poder: esa sería una de las razones por las cuales no quiere una fusión con Mauricio Macri, que la llama despectivamente “la vendedora de tortas”.

Algunos diputados aliados cuentan que Karina los reta cuando le envían un mensaje directamente a su hermano por WhatsApp sin antes consultar con ella. ¿Nace un nuevo doble comando entre los hermanos Milei?

Otro síntoma de que la rosca evoluciona fue la foto de esta semana –idea del cada vez más influyente Lisandro Catalán, mano derecha de Guillermo Francos– que muestra a Karina, Santiago Caputo y al propio Francos en una forzada armonía.

La foto del trío expone más el conflicto que la unidad ficcionada. Después de sentirse desautorizado por Caputo en algunos de sus anuncios en su informe de gestión frente al Congreso, por primera vez Francos se plantó. ¿Amagó con irse? No, pero casi. Los hermanos Milei se asustaron. Francos es la esencia de la rosca. Y de la más clásica y, por ahora, no tendría reemplazo en el universo mileísta.

Un dato de color, aunque con significado político. En la foto posteada por Catalán destaca el pelo de Santiago Caputo. El monje negro de Milei aparece, informal, con una camisa rosa fuera del pantalón y el pelo enloquecido. Como se preguntaba The Guardian en un recordado artículo de 2023, ¿el populismo de derecha es una cuestión de pelo? El popular periódico inglés marcaba la coincidencia entre las frondosas cabelleras de los actuales líderes mundiales de derecha, entre los que incluía a Trump y, por supuesto, a Milei, entre otros.

Es cierto que a Milei se le alinearon los planetas: el sistema tradicional de partidos –el viejo orden, digamos– está destruido. Salvando las distancias, Zapata lo compara con la implosión de la Unión Soviética. Y en esa caída es crucial la destrucción total de Juntos por el Cambio. La consultora Fixer tiene a todos los políticos con mayor imagen negativa que positiva y al propio Milei con una leve baja en su buena imagen. Lo mismo registran otras consultoras.

Sin embargo, ninguna fuerza política es capaz de capitalizar esa caída. El kirchnerismo, devenido en partido vecinal de la tercera sección electoral del conurbano, registra una novedad: la vicepresidenta Victoria Villarruel mide mejor que Kicillof en la provincia de Buenos Aires. Incluso a nivel nacional está por encima del propio Milei. Más motivos para acelerar la rosca.

Y es por ese derrumbe del viejo orden que los trolls libertarios se dedican a atacar a otro engranaje crucial: el sistema tradicional de medios. La idea no es novedosa. En su momento lo intentó La Cámpora y, más tarde, Marcos Peña como monje negro de Macri, ninguneó, subestimó a los medios tradicionales privilegiando a los recursos tecnológicos a través de videos en redes. La diferencia es que nunca fueron tan a fondo como ahora. De allí que algunos analistas crean que estrellas del streaming peronista como Tomás Rebord o famosos tuiteros libertarios como el Gordo Dan –cuyo nombre real es Daniel Parisini– podrían ser candidatos en 2025 como postulantes absolutamente fuera de la caja.

Claro que, como ocurre en las parejas monogámicas, nadie entra a un corazón ocupado. Es decir: ningún tercero destruye algo que no haya estado previamente roto o, al menos, seriamente resquebrajado. De allí el éxito del incipiente perfil rosquero de Milei. La estrategia es perforar a la UCR, a Pro y al peronismo en su guerra sucesoria y llevarse pedacitos de todos ellos. ¿Su objetivo? Es claro: crear una nueva coalición liderada por los libertarios de cara a 2025.

El dilema de la oposición política es que devino en un fragmentado reino de corazones rotos y que allí donde debería haber liderazgos claros hay desorientación. Hasta Cristina parece perdida: ahora, hasta le preocupa el déficit fiscal.

Hoy por hoy la UCR, partida virtualmente en cuatro sectores, también quedó al borde de la implosión. Como dice un legendario dirigente radical, furiosamente enfrentado al presidente de la UCR, Martín Lousteau. “El problema de los cinco diputados radicales que blindaron el veto de Milei (cuatro de ellos fueron sancionados) no es que hayan votado diferente de su bloque, sino la foto en Olivos. Ellos no son la infección; son la fiebre. La verdadera infección es el estilo personalista, concentrado, porteñista y egocéntrico de un presidente (de la UCR) sin liderazgo”.

Lousteau responde al tropel de críticos de su propio partido replicando la narrativa de su antigua jefa Cristina Kirchner, de la que cada vez está más cerca: los radicales que votaron con Milei, dice, recibieron prebendas. Pero ¿qué piensan esos radicales con peluca?

Con su partido roto y un mileísmo sin estructura, creen que podrían ser ungidos candidatos a gobernadores por LLA en sus distritos. Los radicales orgánicos los tildan de “ingenuos” por esa ilusión. El tucumano Mariano Campero parece el más atrevido en la jugada: fue el único comensal, entre los cinco rebeldes de la UCR, que el martes asistió a Olivos.

Mientras ensaya su nuevo rol de rosquero argento, Milei parece cómodo gobernando el caos.

Laura Di Marco

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LA TRAMA DEL PODER

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Mañana llega un nuevo programa de La Trama, así que acá va un breve resumen del comentario editorial del último programa.

 La semana pasada reflexionamos alrededor de la temática “libertarios en guerra, una pelea destructiva”. Hubo dos echados, Francisco Paoltroni, senador; y Lourdes Arrieta, diputada. Además, hubo dos diputadas con un pie afuera del bloque de la Libertad Avanza, una es Marcela Pagano y la otra Rocío Bonacci. Sumado a esto, Victoria Villarruel tiene una relación rota con Milei, prácticamente no se hablan, Karina Milei la tiene apuntada a Villarruel y es tratada como una enemiga. 

Pueden ver el programa completo acá: https://lnmas.lanacion.com.ar/video/la-trama-31-de-agosto-2024-jwidhM3ILnNw/

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Esbirros. Milei, Yuyito y la prensa

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  • 5 de septiembre de 2024
  • 4 minutos de lectura
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Laura Di Marco

PARA LA NACION

Esbirros. Esa fue la palabra que usó Cristina Kirchner en 2023 en su descargo después de la condena por la causa Vialidad. Hablándole directamente al CEO del Grupo Clarín, dijo entonces: “Magnetto, puede darles la orden a sus esbirros de Casación y de la Corte Suprema de que me metan presa”. Aludía así a diciembre de 2023, cuando quedara desprovista de sus fueros.

Esbirros también era, curiosamente, la palabra preferida de Fidel Castro en su larga batalla cultural. La aplicaba a la disidencia y la usó con eficacia para construir una férrea hegemonía dentro de la isla. Esbirro es el equivalente cubano de “gorila”. ¿Su función? Estigmatizar, deslegitimar o quitarle la categoría humana al que es señalado como enemigo del pueblo.

Lo paradójico es que el último fin de semana fue Milei –nada menos– quien usó ese término estigmatizante para referirse a periodistas de la nacion. Raro. O, tal vez, no tanto: un anarcocapitalista outsider del siglo XXI apropiándose de las palabras de la batalla cultural del viejo y despreciado comunismo del siglo XX.

En nuestra democracia liberal, la Constitución garantiza el trabajo del periodismo de interés público, no de todo tipo de periodismo. ¿Y cuál es esa tarea? Investigar, observar y fiscalizar al poder. A cualquier poder. El periodismo profesional es –o debería ser– una herramienta de la gente, no de la política ni de ningún otro factor. A Milei, sin embargo, le cuesta comprender ese rol institucional. Confunde al periodismo populista –tal como lo caracteriza el catedrático Fernando Ruiz, profesor de Periodismo y Democracia de la Universidad Austral– con el profesional. El primero trabaja con la indignación y no distingue –o no le importa distinguir– entre la mentira y la verdad. Se dirige solo a su público, tal como lo hacen los políticos. El segundo, en cambio, se maneja con datos y fundamentos, y sigue protocolos para chequear la información. Y, tal vez, lo más importante: matiza. Milei se marea con ambos.

Confunde, también, un error involuntario con una “operación” malintencionada. O con una mentira. Interpreta una crítica sana con el síndrome de abstinencia de la pauta. Etiqueta como “ensobrado” a cualquier periodista que lo cuestione. Asocia un amable off the record –las charlas informales de las que se nutre el periodismo político– con el forjamiento de una amistad y luego se enoja cuando ese mismo periodista, días más tarde, lo critica públicamente. Es entonces cuando se siente brutalmente traicionado y sobrerreacciona como un niño herido.

“Lo curioso es que los ‘ensobrados’ siempre son los que lo critican”, apunta Ruiz. Claro que el Presidente tiene derecho a criticar, defenderse o desmentir. Lo que no puede es insultar, estigmatizar o deslegitimar el rol institucional de la prensa porque eso lo acerca peligrosamente a la “jefa de la banda”, tal como él mismo definió a Cristina Kirchner y sus seguidores.

A esta convivencia tóxica, Milei le agrega un ingrediente central: las redes sociales. Los periodistas han perdido el monopolio de la palabra, deduce, y por eso están celosos.

El Presidente no lee diarios, solo repasa títulos y se informa a través de redes. ¿Las redes democratizan la palabra, como cree Milei? El politólogo Lucas Romero dice que no. Por varias razones: son terreno fértil para el hostigamiento, vehiculizan noticias falsas y, a la vez, se nutren de los diarios o medios tradicionales.

Al frente de la consultora Synopsis, acerca: apenas un 15 o 20% de la sociedad utiliza X. Sin embargo, afirma Romero, la ex-Twitter funciona como agenda setting. Es decir: ocupa el rol que antes tenían las tapas de los diarios o los programas de radio de la primera mañana instalando los temas de la conversación pública.

Milei se mira en el espejo de Menem, al punto de que ha elegido de novia a una de sus exparejas, Amalia “Yuyito” González. Pero a Yuyito, a diferencia del Presidente, le encanta el juego del periodismo. Tanto que del noviazgo presidencial ha hecho una crónica cotidiana.

Claro que la estigmatización mileísta de la prensa no debería ocultar los pecados propios. Cuando Yuyito reinaba como ícono sexual, en los 90, el periodismo vivía su época dorada. “Hoy no es así –admite Fernando Ruiz–; es evidente que una gran parte de la sociedad percibe que el periodismo es un lugar donde se hace la política, por eso la prensa comparte el mismo desprestigio que su dirigencia”. En una palabra, la gente cree en ciertos periodistas, pero no tanto en el periodismo como institución.

El proceso de desinflación hace que los descuidos institucionales se vean como temas menores. Y en ese alto liderazgo de popularidad, pareciera que a Milei se le perdona casi cualquier cosa. Pero la historia es buena consejera: si el Presidente mirara hacia atrás, se daría cuenta rápidamente de que nada, pero nada, es para siempre.

Laura Di Marco

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