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Guerra a Javier Milei: el desafío que saca a Juntos por el Cambio de su zona de confort

El auge del diputado libertario interpela a la coalición opositora, que priorizó su unidad formal antes que construir un puente que reconecte con sus votantes; los riesgos reales de una fractura.

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Contra Cristina era más fácil. Juntos por el Cambio sobrevivió a la pérdida del gobierno, a la pandemia, a dos años en el llano y a un sinfín de viejos rencores porque los une la percepción de una misión superior: impedir una hegemonía populista de la última encarnación del kirchnerismo.

La energía puesta en que una coalición tan diversa no explote por los aires sin el aglutinante que ofrece el poder postergó el debate sobre la identidad, la autocrítica sobre qué falló en el gobierno de Mauricio Macri y la formulación de la propuesta para reconquistar una mayoría social en 2023. Pareció un acto de imitación inconsciente de Alberto Fernández, que se pasó dos años sin tomar decisiones económicas para no someter al peronismo unido al incordio de sus profundas diferencias.

A Fernández el dispositivo del Frente de Todos le estalló con la derrota electoral de 2021 y la enmienda total de Cristina Kirchner a las políticas de Martín Guzmán, coronadas por el acuerdo con el FMI. Para los opositores, el momento de la verdad se aceleró con el triunfo y con la irrupción incómoda, en paralelo, del fenómeno antisistema de Javier Milei.

Primero menospreciado, luego temido, ahora quizás sobredimensionado, Milei actúa como una retorcida voz de la conciencia del principal bloque opositor. Su ascenso en las encuestas nacionales no solo se explica como un emergente del pesimismo social exacerbado que distingue a esta época, sino también como un castigo persistente al fracaso de Macri y sus aliados en ejecutar una agenda reformista liberal capaz de resolver las enfermedades que arrastra el sistema económico y productivo argentino.

Milei ocupa un lugar vacante con su ultraliberalismo a los gritos. Promete dinamitar el Banco Central y eliminar los impuestos. Inventa la épica del ajuste como respuesta al desencanto y convierte a todos los políticos en “casta”, sin matices.

El suceso de ese mensaje, recubierto por una puesta en escena violenta y hostil hacia cualquier modalidad de acuerdo, sacó a los empujones a Juntos por el Cambio de su zona de confort. Expuso a sus numerosos líderes en potencia a la fastidio de definirse.

Es sintomático que el primer mensaje común que firman los integrantes de la cúpula de la coalición en un buen tiempo haya sido para cerrar la puerta a la incorporación potencial de Milei, a quien acusan de ser “funcional al kirchnerismo” en un plan para desunirlos.

Declararle la guerra a Milei es una forma de negación que duró poco. Patricia Bullrich, que llegó tarde a la reunión del miércoles en la que se decidió el bloqueo al diputado libertario, reaccionó un día después con furia: “¿Qué somos conservadores? Me sentí avasallada, no me dejaron hablar”.

Ella es quien más cultivó el diálogo con Milei y quiso desarmar la idea de que se había alcanzado un consenso. Clama que se cometió “un error político inmenso”. Concuerda con muchas de sus ideas económicas y políticas. Lo ve como un aliado que podría ser clave para su proyecto presidencial. Y sintió el comunicado como una operación de los radicales y de Horacio Rodríguez Larreta para atarle las manos.

Macri había participado de la discusión interna sobre cómo marcarle un límite a Milei -aunque también se sentó tarde a la mesa-. “Para que nos preocupamos tanto por él, si él ya dijo que no quiere estar acá”, minimizó. Pero aprovechó para pasar una factura a quienes considera “demasiado blandos” para la etapa que viene: dijo que había muchos ahí dentro que siguen pensando en un Estado “que te cuida” y que no entienden el reclamo de su electorado por encarar reformas de calado.

En verdad, a Macri le cae bien Milei aunque considera extremas muchas de sus propuestas. Alguien ha definido al economista como un Macri sin filtros y al expresidente le hace gracia. Le otorga el mérito de haber “corrido la cancha” en el debate público. Que se hable de ajuste fiscal, de bajar impuestos y de no emitir moneda es, en su visión, algo muy positivo. Pero no desconoce que si el ascenso de Milei pudiera beneficiarlo en términos discursivos, lo amenaza en su capacidad electoral. Pelen por los mismos votos.

Larreta, en cambio, descree del efecto positivo de Milei. El alcalde porteño se estancó en las encuestas (en zona alta, es cierto) ante opciones más combativas, como son Bullrich, Milei y Macri. Pero suele decir que, pase lo que pase, no está dispuesto a cambiar su perfil moderado –aunque busca una palabra más sexy para definirlo-. “Si la sociedad quiere votar un Bolsonaro no seré yo el presidente”, le han oído decir. Está convencido de que Milei se equivocó feo al anunciar su candidatura presidencial con un año y medio de anticipación. “Hoy su activo es la sorpresa. En 2023 se lo va a percibir como un político más de los que él denuncia. A su campaña le sobra un año”, señala una fuente cercana al jefe porteño.

Los radicales y Elisa Carrió también se plantan ante Milei y el daño que provoca puertas adentro. “Hizo que muchos de nosotros salieran del closet y pidan dolarización, idealicen a Menem y planteen un ideario de extrema derecha que no encaja con nuestra historia”, explica uno de los líderes del radicalismo.

En la reunión de cúpula fue Martín Lousteau -aliado radical de Larreta- uno de los principales voceros del “pacto de buenas prácticas” con el que Juntos por el Cambio intentó marcarle un límite definitivo a Milei. En esa cruzada no se distingue de su enemigo interno, Gerardo Morales, el hombre que colecciona sospechas por su cercanía con Sergio Massa.

Riesgo sistémico

Cualquier acuerdo es precario en la coalición opositora porque a medida que se acerca el proceso electoral de 2023 se debilita la soga identitaria del antikirchnerismo y asoman las profundas diferencias de criterio sobre qué modelo de país ofrecer y con qué estrategia salir a pelear una nueva oportunidad en la Casa Rosada.

Por ejemplo, ¿cuánto peronismo está dispuesto a asimilar un próximo gobierno de Juntos? Macri y Larreta disienten abiertamente en este punto. El expresidente se mofa de la vocación del jefe porteño de hacer un gobierno “con el 70%”, es decir que incorpore a un sector del peronismo para hacer más sostenibles su plan económico. Lo ve como una señal de debilidad que bloquearía cualquier reforma en serio.

Larreta machaca con que no hay manera de enfrentar con éxito la situación endiablada de la economía argentina sin terminar con la grieta política y dar una señal de continuidad clara. “En 2017, con la mitad más uno sacamos en medio de los piedrazos la reforma previsional. A los cuatro meses estábamos en crisis. No sirve. Hay que probar otra cosa”, señalan en su entorno. El número del 70% es simbólico: no es todo; en el 30% que queda fuera está el kirchnerismo. Y Massa también, ha aclarado Larreta en reuniones recientes.

Otra incógnita: ¿pueden convivir en un mismo bloque que se propone gobernar el liberalismo extremo y la mirada de centroizquierda que defiende un sector de la UCR? ¿Qué dosis del discurso antiestatal en boga puede tolerar un programa económico que sea defendido por el Pro, la UCR y la Coalición Cívica?

El temor que empiezan a verbalizar algunos integrantes de Juntos por el Cambio es que -en buena medida a raíz del efecto revulsivo de Milei- terminen por delinearse dos bloques bien marcados. De un lado, la derecha liberal -Macri, Bullrich y otros- que estaría abierta a aliarse con Milei, ya sin resabios de “socialdemocracia culposa”, como describen despectivamente en ese sector algunas ideas de Larreta, de Carrio y de los radicales. Del otro, quienes apuestan a un modelo dialoguista, que también promueven una política de shock para enfrentar los desafíos económicos, pero creen que se requiere una conducción desde el centro para evitar otro fracaso.

La hipótesis de la fragmentación electoral opera en un juego de espejos con el oficialismo, que se encamina a la fractura definitiva entre la resistencia cristinista y los que aún sostienen al Presidente.

Un kirchnerismo que se resigna a la derrota nacional en 2023 alienta a aquellos que en la oposición ubican la identidad delante de la unidad. Con el sistema roto, razonan, se puede ganar con el 20% y un buen ballottage. Una reproducción de la ultrafragmentación que ya se vivió en Chile o en Perú recientemente.

La construcción opositora avanza entre esos dilemas, enredada en los cálculos. Alimenta, sin desearlo ni notarlo, a su bestia negra, Milei, que los acusa a diario de ser una elite más preocupada por disputar posiciones de privilegio que por hablarle a una sociedad ahogada por la crisis interminable.
Por Martín Rodríguez Yebra para lanacion.com

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La increíble vida de Laura Di Marco: de la tragedia de la infancia que la marcó para siempre a formar pareja con un oyente

La periodista, una de las columnistas políticas de LA NACION, estrena este sábado su nuevo programa, De ida y vuelta, en CNN Radio y se apresta a iniciar una nueva temporada de su ciclo La trama por LN+

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24 de febrero de 202315:00

Pablo Mascareño

“Mi mamá murió en un accidente de autos cuando yo tenía siete años”. La charla con Laura Di Marco no comienza por sus proyectos profesionales para 2023 -que por cierto, tiene unos cuantos- ni por la actualidad política del país -su especialidad como periodista-, sino por algunos rasgos más personales, sumamente íntimos.

“Todo lo que uno va viviendo te va trayendo al lugar en el que estás”, sostiene. Resiliencia es una palabra demasiado usada, algo bastardeada. Lo de ella es crecimiento, madurez e inteligencia para entender que mucho de la vida se construye, pero tanto otro está en manos de eso llamado destino. “No divido en bueno y en malo, creo que todo lo que te pasa te construye y te hace crecer si uno sabe extraer un aprendizaje de todo eso”Di Marco supo atravesar sus propias sombras, precoces y de infancia, para llegar a un presente de plenitud laboral y amorosa, enamoradísima de quien fuera alguna vez un oyente fiel de su programa radial.

Si de trabajo se trata, mañana estrenará De ida y vuelta, su nuevo programa, que se emitirá cada sábado, de 7 a 10, por CNN Radio. Junto a Di Marco estarán Ana Gutiérrez Matus, abordando los temas de salud; Verónica Dalto se ocupará de las cuestiones de la economía y Pablo Costas cubrirá la actualidad del espectáculo. Además, habrá una periodista deportiva y un humorista, todos bajo la producción de Fabián Gijón. “Me encanta la marca CNN Radio”. CNN Radio fue noticia en las últimas semanas por la salida de su staff, con tintes de escándalo, de Marcelo Longobardi.

-La primera mañana es el prime time de la radio.

-Fue el horario en el que comencé, cuando era una becaria, trabajando en el programa de Bebo Granados en Radio Continental. Lo bueno de estar en CNN Radio es que me permite tener a periodistas de todo el mundo y eso hace que se pueda salir de la grieta, algo que empobrece tanto a nivel entrevistados.

-Es interesante la fidelización del oyente de radio, algo similar a lo que sucede con los lectores de los diarios y que se da menos en la televisión.

-Es así, hasta el punto de tal que, cuando trabajaba en Mitre, una radio muy masiva, cuando me tomé vacaciones, los oyentes me recriminaban que no estuviera al aire. Además, la gente percibe cuando se es auténtico y no se está interpretando a un personaje: eso hace que la audiencia empatice con quien está hablando frente al micrófono.

En cuanto a su labor televisiva, a mediados de marzo regresará a la conducción de La trama, el ciclo político que, desde esta nueva temporada, saldrá los sábados por la noche por LN+ “El sábado se volvió un día muy informativo”, argumenta la periodista, nacida en Villa Urquiza.

Laura Di Marco, una de las pocas mujeres que editorializan sobre política en nuestro país
Laura Di Marco, una de las pocas mujeres que editorializan sobre política en nuestro país. Alejandro Guyot – LA NACIÓN

Infancias

“Mi mamá era maestra, profesora de piano, y luego puso su propia peluquería, en una época, los años 60, donde no era habitual que las mujeres tuvieran esa independencia. Además, manejó desde muy chica, fumaba y usaba minifalda, lo cual habla de una mujer muy independiente, de avanzada para su tiempo”. De esa mamá que falleció antes de tiempo, Di Marco heredó una biblioteca formidable. “A los trece ya leía a Simone de Beauvoir”.

También de su padre heredó su pasión por los libros: “Papá era más bohemio: vendía libros y cantaba tangos. Él no se ajustaba mucho a la vida burguesa que mi mamá quería”. El matrimonio se separó. “Para la época, también era una rareza, pero fueron valientes en su decisión de tomar caminos diferentes”, reconoce la autora de columnas de opinión en LA NACION.

-Luego del fallecimiento de tu mamá, y siendo vos tan pequeña, ¿cómo siguió la vida?

-Me quedé viviendo con mi abuela materna y, a mi papá, que se había vuelto a casar, lo veía los fines de semana, una especie de tenencia compartida.

-A pesar de haberla perdido a los siete años, ¿qué recordás de tu mamá?

-Me acuerdo mucho, recuerdo el momento del accidente.

Di Marco fue madre de Camila a los 20 años. Hoy, con su hija ya grande, la periodista reconoce que más de una vez celebró ese vínculo que ella no pudo tener con su madre: “Pienso en qué suerte que tiene que puede ir a comer con su mamá: yo no sé qué es eso”.

El padre de Di Marco falleció hace unos años, con lo cual la periodista encuentra en otros esa imagen de la vejez: “Veo a Beto Brandoni y mi pregunto si mi padre, si hubiese llegado a su edad, sería tan canchero como él”. Luis Brandoni y su exmujer Marta Bianchi asistieron –vueltas de la vida mediante– a la boda de los padres de la periodista, ya que el actor y el padre de Di Marco compartieron el servicio militar.

-¿No hay reproches a esa infancia sin mamá?

-Mi infancia fue el motor para hacer lo que hice después. Hubo un estigma por ser diferente, porque yo era la que no tenía mamá, y eso fue lo que más me motorizó para poder despegar, me dio fuerzas para lograr lo que yo quería en la vida.

-La falencia como sostén de una construcción.

-El psiquiatra Boris Cyrulnik, que perdió a sus padres en un campo de concentración, habla de la resiliencia y dice que los niños resilientes son los que sueñan. Yo era una niña que soñaba.

-¿Qué soñabas?

Soñaba con lo que me pasó después en mi vida, lo cocreaba. Me metía en el baño y soñaba que era una periodista conocida… Soñé con ser periodista desde chica. Era una nena cuando tomaba mi grabador y salía a la vereda a preguntarle a la gente qué era el peronismo. Era un momento complicado del país y la gente tenía miedo de hablar.

-Preguntabas algo que no se condice con el campo de curiosidad de una niña.

-Ya me intrigaba…

-Una máxima sostiene que hay que tener cuidado con lo que se piensa y sueña, porque se termina cumpliendo.

-Decreté lo que me iba a pasar. Mientras todos mis amigos cenaban en una mesa grande con sus familias, yo lo hacía con mi abuela, por eso me encerraba en el baño a soñar. La imaginación puede darte grados de libertad y felicidad, como sostuvo Viktor Frankl en El hombre en busca de sentido.

Ya separada, su madre se puso de novia con un joven diez años menor que ella, lo cual también era una osadía para la época. “Cuando mi madre murió tenía 32 años y su novio había cumplido 22, pero ella, para disimular, decía que tenía 28″. Ese hombre fue un reconocido artista plástico.

En el momento del accidente automovilístico en el que muere la madre de Di Marco, la mujer estaba acompañada por su pareja y por gente amiga. “El que manejaba llegó rengueando para avisarnos del accidente y de la muerte de mi madre. Lo atendió mi tío, quien le dijo ´¡Son unos hijos de puta!´ y le empezó a pegar. Se armó un escándalo en casa”.

-¿Recordás esa escena?

-Me acuerdo perfectamente.

-¿Cómo se supera?

-Hice mucha terapia porque un chico, a la edad que yo tenía, no puede expresar lo que siente, no tiene un cerebro que pueda bancar eso. Quienes trabajan en traumas dicen que uno congela el dolor para poder seguir desarrollando la vida de niño, y se retoma años después para poder trabajarlo.

-¿Cómo se trasciende eso en la adultez?

-Yo venía haciendo un gran trabajo de sanación personal. Uno tiene que curarse de las heridas de la infancia, porque si acarreás para siempre, arruinás tu vida adulta. Si la vida te arranca a tu mamá a los siete años, obvio que te quedan broncas y resentimientos, ¿cómo no te va a generar dolor? En la adolescencia tuve la lucidez de pensar que, si yo quería ser periodista y cumplir mis sueños, tenía que sanar aquello que me había sucedido.

-No es tan sencillo de ejercitar.

-Ese fue mi proceso, fue combustible, me dio potencia. (Facundo) Manes me dijo que todo aquello me dio anticuerpos para bancarme la vida y mi profesión.

-¿Por ejemplo?

-Muchos años después, en 2012, cuando publiqué La Cámpora, teniendo a todo el aparato del Estado en mi contra, me decían barbaridades, me prohibían el libro. Era una ignota para el gran público y en el programa 678 se hablaba de mí. Fue muy fuerte: muchos periodistas no escribían sobre algunos temas por miedo.

Además de su labor como periodista, Laura Di Marco también escribe ficción y textos autobiográficos. Muchos de sus dolores más profundos y sus reflexiones sobre el amor los brindó en Los cuadernos de Laura. En materia de ensayo periodístico escribió Cristina Fernández, la verdadera historia; La Cámpora, historia secreta de los herederos de Néstor y Cristina Kirchner; y Macri, historia íntima y secreta de la elite argentina que llegó al poder, entre otros títulos.

Sin miedos

“Un camporista me subió el libro completo a la web para que la gente no lo comprase”. Di Marco apunta contra la organización política del kirchnerismo hace una década: “Viví escraches, hubo insultos hacia mí como mujer, siendo que ahora el kirchnerismo se llena la boca hablando de feminismo, pero a mí me decían cualquier barbaridad sobre mi cuerpo, mi aspecto. Decían que era tonta y bruta”.

Aquellas enseñanzas del dolor prematuro y sus trabajos de búsqueda personal le sirvieron también para afrontar los sinsabores de su carrera: “Fue un capital emocional que había acuñado a lo largo de muchos años y me sirvió para afrontar situaciones difíciles”. Cuando llegaron los ataques de la política por lo que decía y escribía, entendió que “lo que el otro dice tiene que ver más con el otro que con uno, con las heridas del otro”.

-En la calle, ¿viviste situaciones adversas?

-Me insultaban, amenazaban y me decían barbaridades, me sigue pasando ahora, aunque menos porque el kirchnerismo está en retirada.

-De un lado y del otro de la grieta, no son pocos los periodistas que ejercen una suerte de militancia solapada o directa. ¿Se puede ser periodista y militante? ¿Lo segundo no anula lo primero? ¿Existe una contradicción allí?

-Para mí es una contradicción. El que trabaja estrictamente con la noticia debe ser ecuánime con su información. En mi caso, me he convertido en una analista política, en una ensayista, escribo columnas de opinión en LA NACION, algo que le agradezco al diario, ya que los espacios para la opinión política son escasos para la mujer.

-Opinión no es militancia.

-Por eso digo, se trata de un punto de vista y mi punto de vista es conocido, me nutro de información que trato que sea lo más objetiva posible. De todos modos, en la grieta eso es muy difícil, porque la gente va en busca del periodista que le ratifique lo que piensa.

-El sesgo confirmatorio.

-Exacto, en los diarios siento hay más lugar para los grises y en la televisión es más difícil, porque el periodista se dirige a un público, a un mercado, eso limita más. Pero siempre hay espacio para un periodismo profesional. Por eso separo información de opinión y, con respecto a la información, se debe ser riguroso.

Laura Di Marco en el set de LN+
Laura Di Marco en el set de LN+

-¿Tenés contacto con el oficialismo?

-Sí, porque, justamente, para preservar el equilibrio voy detrás de eso. En los libros tuve fuentes de La Cámpora. A medida que la grieta se profundiza, es más complejo sostener las fuentes, pero, por ejemplo, he ido a la casa de Juan Grabois a tomar mate. Debo decirte que los personajes del oficialismo son muy diferentes cuando están cara a cara.

-¿Algún nombre más con el que hayas tenido contacto?

Axel Kicillof y ni hablar de Alberto Fernández, que fue la fuente de todo mi libro cuando estaba distanciado de Cristina (Kirchner), después se convirtió en esto que vemos, se reconvirtió. Tenía un gran vínculo con él, hablábamos mucho por teléfono, íbamos a comer. Era un tipo sensato, pero se fue radicalizando. A tal punto que me llamó a los gritos cuando escribí sobre la protoCámpora, sobre los jóvenes K, donde estaba Nicolás Trotta.

-Actualmente, ¿tenés trato con el presidente?

-No, cuando asumió, yo ya estaba haciendo La trama, y le mandé un WhatsApp diciéndole “Alberto espero que vengas”, pero no sucedió, iba a medios militantes. Cambió completamente, porque era un hombre abierto que tenía relación con Clarín y LA NACION, por eso Cristina (Kirchner) lo elige. Luego tuvimos una larga pelea por WhatsApp.

-Si hoy le escribís, ¿te contesta?

-No.

En el pasado, la periodista mantuvo una relación fluida con el presidente Alberto Fernández
En el pasado, la periodista mantuvo una relación fluida con el presidente Alberto Fernández

Oyente enamorado

Laura Di Marcola radio también le permitió conocer a su actual pareja, quien era oyente de su programa de Radio Mitre“Me mandaba flores casi todos los días, eran unos ramos impresionantes”. La ceremonia se repitió durante dos meses y el periodista Jorge Fernández Díaz, titular del ciclo en el que estaba Di Marco, comentaba al aire cada vez que llegaba un presente. “En un momento nos conocimos. Fue una noche en la que no teníamos programa por el fútbol y me decidí a conocerlo”.

Aquello aconteció en febrero de 2019, cuando a través de Instagram –la red social por la que se comunicaban en esos primeros momentos– la periodista le ofreció tomar un café al pretendiente, economista de profesión. “Es bastante más grande que yo y me sedujo con su onda protectora y su inteligencia. Además, me acompaña mucho, porque no es fácil estar al lado de una periodista política en medio de la grieta”, concluye.

Pablo Mascareño

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Lectores

El cirujano Fernando Cichero habla de la inseguridad, del apriete a la Justicia, de la salud y de las falencias del Gobierno.

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“Señor Alberto F., ¿es capaz de reflexionar?, porque su gobierno nos está matando”

EL COMENTARIO DEL EDITOR. ¿Aún piensa que volvieron mejores?

No existe bien más preciado que la vida humana. Como cirujano, cuando uno tiene el corazón de un paciente en las manos y siente que ya no late, la sensación de dolor y frustración es imposible de narrar, al igual que le sucede a un obstetra con la madre o el niño/a o una terapista con alguien ventilado. ¡La vida es algo tan maravilloso!

Pero todos los días siento que usted, señor Presidente, dirigiendo este gobierno, nos está matando física, cultural, social y espiritualmente. Puesto que, en vez de actuar por el bien común, está empecinadamente encargado, casi en forma exclusiva, sólo de luchar contra la Corte Suprema y todos los jueces por generar fallos contrarios a su gobierno o hacia la vicepresidenta y toda su secta. Usted lo promueve con gobernadores afines, acompañados por senadores y diputados.

Fernando Cichero es cirujano cardiovascular, director del Hospital Rocca, jefe de cirugía del Hospital Fernández y profesor universitario.

Parecen que estuvieran ciegos frente a la cantidad de muertes que se dan en casi todo el país por la inseguridad, accidentes de tránsito y problemas de salud. Le pido que pare. Me pregunto si, a esta altura, es capaz de reflexionar.

En su mandato hizo cosas impensadas. Cada vez que va a una playa la embarra, primero atajaba penales y ahora inaugura la construcción de una cancha de hockey. ¿Usted no entiende que hay temas más importantes para el Congreso que el del juez Rosatti. No es prioridad. Pero si insiste tanto con que se discuta en el Congreso, que la oposición dé su postura. Y si lo más probable es que no obtengan la mayoría en el recinto para seguir adelante, encárguese deque sus diputados trabajen en lo que importa de verdad: la vida y el estado de bienestar de la población. Eviten más muertes.

Le doy ejemplos de acción en inseguridad. 1) Que en todo el país, todas las personas que circulen en moto, cuando son dos, lleven el chaleco con el número de patente igual que en el casco. 2) Que las fuerzas de seguridad inunden las calles y permitir la requisa de cualquier vehículo a cualquier hora en todos los grandes centros urbanos infectados de inseguridad. 3) Que cualquier persona que lleve un arma ilegal sea detenida, juicio en flagrancia y 4 años de cárcel no excarcelable.

Cichero, en tiempos de pandemia.

Hay que entender que poner miles de cámaras no previenen ni evita que se produzcan los robos y asesinatos porque al evento lo corren desde atrás. La población está azorada viendo todos los días robos, tiroteos muertos, filmados con las cámaras, pero, con el hecho consumado, qué hacemos.

¿Qué hacemos con las personas ya muertas o golpeadas, maltratadas y robadas, como el caso de Fernando Báez Sosa. Aunque los condenen a todos sus asesinos, Fernando está muerto. La disuasión y prevención se hace con presencia gubernamental en la calle.

Otros ejemplos de acción en vialidad. 1) Que la ley de Alcohol Cero sea nacional y entre ya en vigencia. 2) Que la VTV se aplique a todos los vehículos, no únicamente a algunos giles, cuando vemos miles de autos y camiones destartalados. 3) Que se prohíba que los niños viajen adelante, sobre un mayor, o que viajen más personas que la cantidad de cinturones que el vehículo tiene. Todos los que viajamos por rutas vemos cómo el tránsito circula al revés en las autovías. La mayoría va por la derecha y el sobrepaso lo hacen por la izquierda. No se respetan las velocidades ni máximas ni mínimas. Para esto hay que controlar in situ no por una foto multa. La Policía de tránsito debe circular, no estar parada en retenes , ya que ahí paramos todos y nos “hacemos los buenitos”.

Que no se creen más hospitales ya que los inauguran y luego nunca funcionan bien. En este momento de crisis, hay que reforzar los que ya están abiertos”..

Más ejemplos de acción en salud. 1) Que se cumpla a rajatabla el control odontológico, vacunas y escolaridad para seguir otorgando la AUH. Del mismo modo, el hecho de dar dinero para la niñez sin control (42 % de malnutrición) desestructura la planificación familiar. 2) Que no se creen más hospitales ya que los inauguran y luego nunca funcionan bien. En este momento de crisis, hay que reforzar los que ya están abiertos.

También se podría sancionar la nueva ley de Alquileres, así usted no miente más diciendo que ya entregó 70.000 viviendas y, de paso, le avisa al ministro Massa que, si quiere bajar la inflación debe bajar el déficit fiscal no pagándoles a los ñoquis de La Cámpora (que él decía que iba a perseguir y que están en la ANSeS, el PAMI, el Ministerio de la Mujer, Aerolíneas Argentinas, AYSA, ACUMAR, y siguen las empresas).

Sólo a modo de metáfora, obviamente, por su tono exagerado y violento, en diciembre de 1886 el presidente Domingo Sarmiento le escribía al Gral. Arredondo: “Mi estimado general, se dice que una diligencia ha sido asaltada. A grandes males, grandes remedios. Trate de capturarlos, córteles la cabeza y déjelas de muestra en los caminos”.

Fernando Cichero /  CIRUJANO CARDIOVASCULAR. DIRECTOR DEL HOSPITAL ROCCA, JEFE DE CIRUGÍA DEL HOSPITAL FERNÁNDEZ. PROFESOR UNIVERSITARIO / fernando_cichero@yahoo.com.ar

EL COMENTARIO DEL EDITOR

Por César Dossi

¿Aún piensa que volvieron mejores?

“Hace cuatro años veníamos escuchando que dicen ‘no vuelven más’, pero una noche volvimos y vamos a ser mejores, lanzó el presidente electo Alberto Fernández para despedirse de los miles de militantes que se acercaron al búnker del Frente de Todos en Chacarita, el 27 de octubre de 2019.

El Presidente enfrenta los últimos meses de los cuatro años del mandato. Alejado de Cristina Kirchner y sin diálogo institucional, con la Casa Rosada casi vacía por las internas salvajes y la crisis económica que no puede manejar, todavía piensa en la reelección.

Lleva a cuestas para las urnas un Vacunatorio Vip; festejos clandestinos; los brindis con dictadores y romances con prófugos; récord de indigencia, ataques a la Justicia y a la prensa; una Argentina en el ranking mundial de corrupción; piqueteros oficialistas que controlan los precios; intereses que se le pagan al FMI que ya son récord; el gasto de millones de pesos en planes sociales que ahora suspenden y con una inflación “autoconstruida”.

Pero Alberto gastó US$ 22 millones en el nuevo avión Tango 01. Axel Kicillof luchó por los $ 200.000 millones extra por el fondo que Nación le quitó a la Ciudad, pero en el Conurbano deshecho todavía siguen inaugurando canillas y el diputado Máximo Kirchner juega a las escondidas.

Quizá sea como dijo el presidente del interbloque de Diputados del peronismo federal, el “Topo” Rodríguez: “En el kirchnerismo se están imponiendo los cultores de un arte menor, que es el arte del forreo, de humillar lisa y llanamente al adversario político”. Y a la sociedad, agregaría.

Pero Alberto F. sigue pensando en elecciones, no con ideas para un país mejor sino conspirando para impedir que el otro gane pensando en el partido y no en la Argentina. Son conductas individuales sin pensar en lo colectivo lo que lo sentencia a la derrota. ¿Presidente, ¿aún piensa que volvieron mejores?

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El sistema político cruje y gira en torno a una sola persona, Cristina

Entrevista a la periodista argentina Laura Di Marco.

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02 diciembre 2022

Argentina pocas veces estuvo tan mal, dijo Laura Di Marco, periodista y escritora argentina, entrevistada en Informativo Sarandí. En referencia a la crisis que está viviendo el país, y en particular a la situación de la expresidenta Cristina Fernández, Di Marco dijo que el martes no será un día más, porque la actual vicepresidenta podría ser condenada.

Si el fallo es negativo a los intereses de Fernández, no irá a la cárcel por edad,  pero podría quedar inhabilitada para el ejercicio de cargos públicos, según dijo Di Marco.

También habló de la invisibilidad del presidente Alberto Fernández, de cuánto se cumplieron las expectativas de Sergio Massa y de los datos alarmantes de inflación y pobreza, que no logran ser revertidos.

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