Autores invitados
Guerra a Javier Milei: el desafío que saca a Juntos por el Cambio de su zona de confort
El auge del diputado libertario interpela a la coalición opositora, que priorizó su unidad formal antes que construir un puente que reconecte con sus votantes; los riesgos reales de una fractura.
Contra Cristina era más fácil. Juntos por el Cambio sobrevivió a la pérdida del gobierno, a la pandemia, a dos años en el llano y a un sinfín de viejos rencores porque los une la percepción de una misión superior: impedir una hegemonía populista de la última encarnación del kirchnerismo.
La energía puesta en que una coalición tan diversa no explote por los aires sin el aglutinante que ofrece el poder postergó el debate sobre la identidad, la autocrítica sobre qué falló en el gobierno de Mauricio Macri y la formulación de la propuesta para reconquistar una mayoría social en 2023. Pareció un acto de imitación inconsciente de Alberto Fernández, que se pasó dos años sin tomar decisiones económicas para no someter al peronismo unido al incordio de sus profundas diferencias.
A Fernández el dispositivo del Frente de Todos le estalló con la derrota electoral de 2021 y la enmienda total de Cristina Kirchner a las políticas de Martín Guzmán, coronadas por el acuerdo con el FMI. Para los opositores, el momento de la verdad se aceleró con el triunfo y con la irrupción incómoda, en paralelo, del fenómeno antisistema de Javier Milei.
Primero menospreciado, luego temido, ahora quizás sobredimensionado, Milei actúa como una retorcida voz de la conciencia del principal bloque opositor. Su ascenso en las encuestas nacionales no solo se explica como un emergente del pesimismo social exacerbado que distingue a esta época, sino también como un castigo persistente al fracaso de Macri y sus aliados en ejecutar una agenda reformista liberal capaz de resolver las enfermedades que arrastra el sistema económico y productivo argentino.
Milei ocupa un lugar vacante con su ultraliberalismo a los gritos. Promete dinamitar el Banco Central y eliminar los impuestos. Inventa la épica del ajuste como respuesta al desencanto y convierte a todos los políticos en “casta”, sin matices.
El suceso de ese mensaje, recubierto por una puesta en escena violenta y hostil hacia cualquier modalidad de acuerdo, sacó a los empujones a Juntos por el Cambio de su zona de confort. Expuso a sus numerosos líderes en potencia a la fastidio de definirse.
Es sintomático que el primer mensaje común que firman los integrantes de la cúpula de la coalición en un buen tiempo haya sido para cerrar la puerta a la incorporación potencial de Milei, a quien acusan de ser “funcional al kirchnerismo” en un plan para desunirlos.
Declararle la guerra a Milei es una forma de negación que duró poco. Patricia Bullrich, que llegó tarde a la reunión del miércoles en la que se decidió el bloqueo al diputado libertario, reaccionó un día después con furia: “¿Qué somos conservadores? Me sentí avasallada, no me dejaron hablar”.
Ella es quien más cultivó el diálogo con Milei y quiso desarmar la idea de que se había alcanzado un consenso. Clama que se cometió “un error político inmenso”. Concuerda con muchas de sus ideas económicas y políticas. Lo ve como un aliado que podría ser clave para su proyecto presidencial. Y sintió el comunicado como una operación de los radicales y de Horacio Rodríguez Larreta para atarle las manos.
Macri había participado de la discusión interna sobre cómo marcarle un límite a Milei -aunque también se sentó tarde a la mesa-. “Para que nos preocupamos tanto por él, si él ya dijo que no quiere estar acá”, minimizó. Pero aprovechó para pasar una factura a quienes considera “demasiado blandos” para la etapa que viene: dijo que había muchos ahí dentro que siguen pensando en un Estado “que te cuida” y que no entienden el reclamo de su electorado por encarar reformas de calado.
En verdad, a Macri le cae bien Milei aunque considera extremas muchas de sus propuestas. Alguien ha definido al economista como un Macri sin filtros y al expresidente le hace gracia. Le otorga el mérito de haber “corrido la cancha” en el debate público. Que se hable de ajuste fiscal, de bajar impuestos y de no emitir moneda es, en su visión, algo muy positivo. Pero no desconoce que si el ascenso de Milei pudiera beneficiarlo en términos discursivos, lo amenaza en su capacidad electoral. Pelen por los mismos votos.
Larreta, en cambio, descree del efecto positivo de Milei. El alcalde porteño se estancó en las encuestas (en zona alta, es cierto) ante opciones más combativas, como son Bullrich, Milei y Macri. Pero suele decir que, pase lo que pase, no está dispuesto a cambiar su perfil moderado –aunque busca una palabra más sexy para definirlo-. “Si la sociedad quiere votar un Bolsonaro no seré yo el presidente”, le han oído decir. Está convencido de que Milei se equivocó feo al anunciar su candidatura presidencial con un año y medio de anticipación. “Hoy su activo es la sorpresa. En 2023 se lo va a percibir como un político más de los que él denuncia. A su campaña le sobra un año”, señala una fuente cercana al jefe porteño.
Los radicales y Elisa Carrió también se plantan ante Milei y el daño que provoca puertas adentro. “Hizo que muchos de nosotros salieran del closet y pidan dolarización, idealicen a Menem y planteen un ideario de extrema derecha que no encaja con nuestra historia”, explica uno de los líderes del radicalismo.
En la reunión de cúpula fue Martín Lousteau -aliado radical de Larreta- uno de los principales voceros del “pacto de buenas prácticas” con el que Juntos por el Cambio intentó marcarle un límite definitivo a Milei. En esa cruzada no se distingue de su enemigo interno, Gerardo Morales, el hombre que colecciona sospechas por su cercanía con Sergio Massa.
Riesgo sistémico
Cualquier acuerdo es precario en la coalición opositora porque a medida que se acerca el proceso electoral de 2023 se debilita la soga identitaria del antikirchnerismo y asoman las profundas diferencias de criterio sobre qué modelo de país ofrecer y con qué estrategia salir a pelear una nueva oportunidad en la Casa Rosada.
Por ejemplo, ¿cuánto peronismo está dispuesto a asimilar un próximo gobierno de Juntos? Macri y Larreta disienten abiertamente en este punto. El expresidente se mofa de la vocación del jefe porteño de hacer un gobierno “con el 70%”, es decir que incorpore a un sector del peronismo para hacer más sostenibles su plan económico. Lo ve como una señal de debilidad que bloquearía cualquier reforma en serio.
Larreta machaca con que no hay manera de enfrentar con éxito la situación endiablada de la economía argentina sin terminar con la grieta política y dar una señal de continuidad clara. “En 2017, con la mitad más uno sacamos en medio de los piedrazos la reforma previsional. A los cuatro meses estábamos en crisis. No sirve. Hay que probar otra cosa”, señalan en su entorno. El número del 70% es simbólico: no es todo; en el 30% que queda fuera está el kirchnerismo. Y Massa también, ha aclarado Larreta en reuniones recientes.
Otra incógnita: ¿pueden convivir en un mismo bloque que se propone gobernar el liberalismo extremo y la mirada de centroizquierda que defiende un sector de la UCR? ¿Qué dosis del discurso antiestatal en boga puede tolerar un programa económico que sea defendido por el Pro, la UCR y la Coalición Cívica?
El temor que empiezan a verbalizar algunos integrantes de Juntos por el Cambio es que -en buena medida a raíz del efecto revulsivo de Milei- terminen por delinearse dos bloques bien marcados. De un lado, la derecha liberal -Macri, Bullrich y otros- que estaría abierta a aliarse con Milei, ya sin resabios de “socialdemocracia culposa”, como describen despectivamente en ese sector algunas ideas de Larreta, de Carrio y de los radicales. Del otro, quienes apuestan a un modelo dialoguista, que también promueven una política de shock para enfrentar los desafíos económicos, pero creen que se requiere una conducción desde el centro para evitar otro fracaso.
La hipótesis de la fragmentación electoral opera en un juego de espejos con el oficialismo, que se encamina a la fractura definitiva entre la resistencia cristinista y los que aún sostienen al Presidente.
Un kirchnerismo que se resigna a la derrota nacional en 2023 alienta a aquellos que en la oposición ubican la identidad delante de la unidad. Con el sistema roto, razonan, se puede ganar con el 20% y un buen ballottage. Una reproducción de la ultrafragmentación que ya se vivió en Chile o en Perú recientemente.
La construcción opositora avanza entre esos dilemas, enredada en los cálculos. Alimenta, sin desearlo ni notarlo, a su bestia negra, Milei, que los acusa a diario de ser una elite más preocupada por disputar posiciones de privilegio que por hablarle a una sociedad ahogada por la crisis interminable.
Por Martín Rodríguez Yebra para lanacion.com
Autores invitados
Laura Di Marco: “La Argentina no tiene corona, pero tiene peronismo”
La periodista política habla de su nuevo libro, donde ubica al PJ como “la verdadera casta” del país y aborda la “gloria y caída de la maquinaria de poder más importante de la democracia”
28 de abril de 2024
PARA LA NACION
Desde hace décadas, en la Argentina, pase lo que pase, el peronismo siempre está. Aunque se esconda porque perdió una elección y está en proceso de lamerse las heridas. Y no conforme a todos quién es su líder. Aunque no entienda aún por qué los pobres dejaron de votarlos. La realidad es que ha llegado hasta acá con la intensidad que se le conoce. Vaya a saber ahora si la historia cambió con la llegada del presidente Javier Milei, un outsider de la política que busca mostrarlos como la casta responsable de la crisis que atraviesa el país. Entender cómo trajeron a tres generaciones hasta el 2024 resulta clave también para medir qué capacidad tienen aún de influir y trabar la marcha política, y qué chances tiene de sobrevivir.
En esta ardua tarea se metió Laura Di Marco, periodista política, analista de la realidad, al escribir Juicio al peronismo (Sudamericana), el libro donde aborda la “gloria y caída de la maquinaria de poder más importante de la democracia” y “la historia de cómo el PJ se convirtió en la verdadera casta de la Argentina”, como reza en la bajada de tapa. Su trabajo editorial se nutre además de dos éxitos como La Cámpora, uno de los libros más vendidos desde el regreso de la democracia, y Macri: historia íntima y secreta de la elite argentina que llegó al poder, que en 2017 al ser publicado fue el best seller político del año.
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“Hubo muchas actas de defunción que le extendieron al peronismo a lo largo de los años”, dice Di Marco y sin embargo, reencarnan. “Me parece muy importante el cómo se renueva el peronismo. Hay una fórmula. El peronismo, como dice el sociólogo Juan Carlos Torre, tiene muchas almas y tiene un corazón permanente y un alma contingente, va encontrando en los distintos períodos la forma de venderte que son lo nuevo, que son diferente”, agrega.
¿Cómo encaja Milei en este devenir peronista? ¿Puede ser una “pausa” entre dos gobiernos peronistas? Di Marco vuelve a preguntárselo; la primera vez lo había hecho siendo Mauricio Macri presidente. “Una vez le pregunté a Macri si su gestión era una pausa entre dos peronismos –recuerda–. Y me dijo “no, no, esto es un proyecto de poder”. Bueno, no lo fue. Por eso con Milei no sabemos si es una pausa, un interregno, algo nuevo o es otra forma de peronismo. Es nuestra The Crown. La Argentina no tiene corona, pero tiene peronismo. Tiene reyes, tiene reinas”.
–Considerando que el 75% de la historia moderna argentina gobernó el peronismo… ¿Somos todos peronistas?
–El peronismo es populismo, pero el populismo es más que el peronismo: es un modo de ver el mundo, una serie de creencias, un modo político y de ver la economía que a la Argentina la ha traído hasta acá. Perón decía “Peronistas somos todos”, como decía Mussolini “fascistas somos todos”, pero porque el populismo se convirtió en una biografía de la Argentina. Es un modo de ser, un modo de vincularse. En el libro que acabo de publicar, cuento una escena, que es la de la serie Borgen, la historia que tiene como protagonista a la primera ministra danesa, y vos la ves como cuando regresa a pocos meses de dejar su cargo, y tiene que hacer una fila para entrar al parlamento danés, tiene que anunciarse para entrar como cualquier hijo de vecino. ¿Eso qué te indica de esa sociedad? Que está basada en pactos racionales, donde la ley está por encima. Una sociedad donde realmente hay una democracia liberal con división de poderes. Y que eso tiene que ver con una cultura. Acá sería impensable que un presidente, incluso un excomisario o el hijo de un puntero, no tuviera un trato preferencial. El tema del vacunatorio vip también forma parte de esa cultura. Y esa cultura la tenemos todos, eso de que la ley importa poco en la Argentina. El peronismo y el kirchnerismo lo encarnaron pero… ¿Pero cómo fue? ¿Fue el populismo, el peronismo, lo que arruinó el país? ¿O es que el peronismo, por ya tener una socialización previa de tres siglos de cristiandad hispana, de nuestra inmigración que era muy católica también, que tiene mucho que ver con la cultura del populismo, encontró una tierra fértil para anclar y ser una fórmula exitosa? No sé si todos somos peronistas, todos tenemos populismo. Por eso Milei también tiene una parte de populismo. Tampoco podemos esperar un líder danés.
“Inclusive tenés que hasta Cristina lo admira a Milei. Cuando dice “Milei es kirchnerista a su modo””
–”Es el populismo, estúpido”, podríamos entonces decir reeditando la célebre frase de Bill Clinton “es la economía, estúpido”.
–Sí, y todos los somos. En distintos grados. Milei no es un populista económico y eso es muy importante porque la gente lo votó por su agenda de reformas económicas. Pero sí tenemos rasgos populistas por nuestra socialización… Como aquello de “hacete amigo del juez” o “a ver qué contacto tengo para sacar el registro” o “a quién conozco para que me atiendan más rápido en tal oficina o para adelantarme en la fila”. Eso es más profundo. Es ver a la sociedad, como dice el historiador Loris Zanatta, como un organismo natural en donde lo que importa son mis amigos, mi comunidad, mis compañeros de militancia, de colegio. Cuando escribo el libro de Mauricio Macri, hablo de la sociología del Newman, su colegio, y por qué iba la gente a esa escuela. Iban para tener contactos. Eso está por encima de la eficiencia, la efectividad, la competitividad sana. Estoy acá porque soy amigo de… y pertenezco a una clase social.
–Ahora si todos somos populistas más que peronistas, y en las últimas elecciones el peronismo perdió, y aún no logra salir de ese estupor… ¿estamos entonces en condiciones de pensar que el peronismo murió?
–Hubo muchas actas de defunción que le extendieron al peronismo a lo largo de los años. Incluso Tulio Halperín Donghi hizo un libro que se llama La larga agonía de la Argentina peronista, y la publicó en los 90, y eso no pasó. Después vino otra encarnación. Me parece muy importante el cómo se renueva el peronismo. Hay una fórmula. El peronismo, como dice el sociólogo Juan Carlos Torre, tiene muchas almas y tiene un corazón permanente y un alma contingente, va encontrando en los distintos períodos la forma de venderte que son lo nuevo, que son diferente.
–Y a veces lo hacen hasta negando al peronismo. Por ejemplo, Malena Galmarini junto a Sergio Massa diciendo que al peronismo hay que “reinventarlo”, que se lo vació de contenido en las últimas tres décadas, y que además ellos son del Frente Renovador…
–Sin duda, tal vez Massa si hubiera asumido podría haber sido una encarnación distinta del peronismo. No estuvo tan lejos. Solo se trataba de negar la encarnación anterior del peronismo, de decir que habían traicionado al pueblo. Como hicieron los Kirchner con los Menem, que eran súper menemistas, y después lo negaron. Siempre el peronismo tiene éxito con su narrativa de reconstrucción. Que es lo que no hizo Alberto Fernández y por eso fracasó.
–Pero algo pasó en la última elección. Perdieron tres millones de votos entre Alberto Fernández y Sergio Massa.
–Sí, 12 puntos. Nunca podés dar por muerto a nadie. Después de haber hecho este libro durante tres años, aprendí mucho, leí mucho, entrevisté a muchos especialistas, por supuesto lo viví, tengo 30 años de periodista, yo creo que teniendo en cuenta las elecciones que viene perdiendo el peronismo, la deserción de los pobres, Torre lo destaca mucho, dice “acá hay algo novedoso, durante décadas el peronista votaba peronismo”, y también lo dice Zarazaga, gran explorador del conurbano. Cambió la identidad del peronismo, y cambió la intensidad. Hay una deserción de los más pobres.
–Y de los más jóvenes…
–La revolución tecnológica lo cambió todo. El otro día hablaba con Jesús Rodríguez y le decía “pobre Alfonsín que no tuvo las redes sociales para mostrar lo que es casta”. Vos agarrás a cualquiera de los gordos de la CGT bajándose de un auto de alta gama y lo viralizás, y no hace falta que digas nada. Son millonarios. La fractura de la sociedad del trabajo, la grieta entre trabajadores formales e informales que antes el peronismo los tenía unidos, eran “los trabajadores”. Esta fragmentación le hace mucho mal al peronismo porque al igual que la Iglesia, el peronismo tiene un relato colectivo, una narración colectiva, que es lo que está en crisis. Hoy lo que el presidente Milei supo captar es el derecho individual. La chica que trabaja en casa fue mamá muy joven y me dice: mi hija quiere un iPhone. Y le pregunto: ¿para qué lo quiere? Me responde que lo quiere porque lo tienen los hijos del novio, lo tiene su vecina, porque es pertenecer. El aspiracional viene por ahí y por las redes. La fragmentación política le hace más daño al peronismo.
–Sumado a que hay muchos jóvenes que no vivieron “la década ganada” del kirchnerismo, que a ellos no les dio nada… Y tal vez Milei viene con la posibilidad del iPhone y las zapatillas nuevas. Igual me cuesta no pensar a Milei en relación al peronismo… ¿Y si es una nueva encarnación? ¿Un menemismo 2.0?
–Creo que es muy pronto para saber hoy eso. De si encarna o no algo nuevo. Depende de cómo le vaya económicamente. De si logra bajar la inflación y reactivar la economía. Milei tiene un liderazgo con aspectos populistas, tiene su propio pueblo. En el último tiempo trabajé mucho el concepto de populismo, porque es un término en disputa. Qué es. Para dividirlo muy fácilmente, tenés populismo económico, cultural y político. Este último es como muy sencillo de detectar, porque es los buenos y los malos, vamos a elecciones, votemos, yo soy los buenos, vos sos los malos. Para Milei, los buenos son los argentinos de bien. Los malos son la casta. Definió su pueblo: los argentinos de bien. Así como en el peronismo, el pueblo son los pobres. Muy apoyado por la iglesia católica y parte del peronismo clásico. Pero Milei no tiene nada de populista en lo económico y eso no me parece un tema menor. Carlos Menem sí lo tuvo en su última etapa. Esto de gastar de más para ganar elecciones. Milei no compra el favor popular a través del clientelismo ni a través de planes, al contrario. Prometió dolor para después estar mejor. Eso no lo hace un populista. No compra con cargos públicos.
–¿Y en qué sí lo ves populista a Milei?
–Lo veo populista en esto de no creer en la intermediación de las instituciones. Es Milei no hablando en el Congreso cuando asumió y hablándole a la gente. Ignorando la casta. O diciendo: “si mi programa sale mal el problema es de la casta”. En que el mundo se divide en buenos y malos. Loris Zanatta dice que todos los populismos tienen los buenos, los malos y un salvador. En este caso el salvador es él. Y es en definitiva un relato bíblico: te voy a llevar a un paraíso. Que es el paraíso de la Argentina prodigiosa que Milei promete, es tocar ese gen del progreso que hubo en el país a principios del siglo XX. Tocó algo que estaba dormido en la Argentina, esta resignación que teníamos hacia la decadencia. Tocó el gen del progreso.
–Pero para quienes lo comparan con Sarmiento, no lo desvela la educación pública, no apuesta por la universidad estatal. La educación, frente al ajuste generalizado, no está siendo la excepción porque es el futuro.
–Estamos hablando de una época distinta a la de Sarmiento. Otro anclaje. Creo que está en construcción también. Pero considero que, por primera vez, tenemos un líder que está pensando en el largo plazo. El otro día lo escuchaba a Alejandro Rozitchner que decía: “bueno, Milei es un líder un poco bestia, que está proponiendo una agenda de reformas importante a nivel económico”, y que creo que tiene que ver mucho con la locura que vivimos en los últimos cuarenta años, donde la Argentina estuvo dominada por el peronismo…
–¿No sigue ejerciendo esa dominación desde el Congreso?
–Sin duda. El peronismo cuando está en la oposición se enrienda en internas feroces. Ahora creo que está en una crisis parecida a la del 83, está mareado. Inclusive tenés que hasta Cristina lo admira a Milei. Cuando dice “Milei es kirchnerista a su modo”. Y desde ya el juego sigue dominando por el peronismo. El peronismo volvió a sus dueños permanentes. Al peronismo permanente.
–Hay una imagen que vos destacás en el libro y que usan varios analistas del peronismo que es la de la casa de dos plantas. ¿Por qué no nos la compartís?
–Se basan en la idea de Steven Levinsky que vino en los 90 para estudiar al peronismo. Pero hay varios autores que la toman. Llega a la Argentina en plena revolución neoliberal, va a las villas y ve que en las villas hay capillitas de culto, porque los populismos son religiones, todos los populismos, por eso el fanatismo, las divisiones familiares, porque no es una pelea racional, es religión. Bueno, va a las villas y ve que hay capillitas de culto de Evita y Perón, pero no hay ninguna foto de Menem, y ve que el neoliberalismo no había permeado en los sectores populares. Entonces, dice, acá hay dos niveles, el peronismo es una casa donde hay dos niveles, un piso que es permanente, donde viven los sindicatos, los empresarios prebendarios, la iglesia católica. La casta territorial, los que siempre están. Porque el peronismo es nacionalismo, catolicismo, militares, sindicalistas y empresarios que viven del Estado. Eduardo Fidanza diría los dueños de la casa. ¿Pero qué pasa con los dueños? Los Duhalde, los D’Elía, los Espinoza de la vida que manejan el territorio, son impresentables. No pueden ir a elecciones. ¿Y qué hacen entonces? Tienen un piso de arriba, un inquilino cuyo alquiler es caro. Y ese piso de arriba lo van alquilando. Un día se lo alquilan a Menem, otro día a los Kirchner. Se lo podrían haber alquilado a Massa. Y esa base disponible siempre está dispuesta para cualquier inquilino.
–¿Milei no tiene cabida en ese piso de arriba?
–Todavía no. Y no sé si va a estar. Hoy está en un enfrentamiento permanente con el peronismo. Los movimientos sociales, los sindicalistas, los gobernadores… Está construyendo su período. Lo que hemos tenido nosotros son momentos no peronistas que no han llegado a consolidarse. Entonces mi duda es si estamos en una pausa entre dos castas o dos peronismos. La idea del peronismo como The Crown me la da el politólogo Carlos Floria que dice “el gran espectáculo de la política argentina es la sucesión”. Y le digo: esto a mí me suena a monarquía.
–¿Cristina Kirchner está lista para “dejar la casa”?
–Es una incógnita. Cristina Kirchner fue la que obturó un período de renovación del peronismo al hacer de Alberto Fernández algo igual a ella. Alberto no pudo traicionarla. No pudo decir: “Cristina nos hundió”. No pudo simbólicamente matarla, como hicieron los Kirchner con Duhalde en 2005. Alberto no tuvo un discurso propio, fue Cristina. Eso agotó una nueva encarnación. La sobrevida política de Cristina mató al peronismo por lo menos en la etapa de Fernández.
–Y aun así, a futuro, si llega a haber un regreso del peronismo al poder, ¿Cristina tiene chances?
–Me parece difícil, pero creo que no hay que dar a nadie por muerto en la Argentina, mucho menos a una líder como Cristina. No la doy por muerta ni tampoco al peronismo. Carl Marx decía, y también lo decían los pensadores liberales, Stuart Mill lo decía, cuando una sociedad cambia su modo de producir bienes y servicios cambian las formas de la política. Y hay una ampliación de la representación. Por eso la revolución francesa dio origen a la democracia liberal. Creo que estamos ante una nueva revolución productiva, la digital. Y Cristina atrasa mucho en ese sentido. Eso lo cuenta mucho Zarazaga, estar en contra de la tecnología, contra Mercado Libre, cuando los pobres lo usan. Estar en contra del campo, que es quien te ingresa divisas. No tener una política para la seguridad. Que esa bandera la tenga la derecha o el no peronismo si preferís. Porque otra cosa que planteo en el libro es que la Argentina no tiene izquierda y derecha, tiene peronismo y no peronismo.
–También ahí cuesta ubicar a Milei.
–Milei es raro en ese sentido. Tiene cosas de derecha, sin duda, pero también está desarmando la Argentina corporativa. ¿Querés algo más de derecha que la Argentina corporativa? ¡Es raro! El otro día me llama un francés que está haciendo un documental y me dice: “lo vi con la motosierra y me pareció que era Marine Le Pen”. No, no, no, le dije. No tiene nada que ver con lo que vos pensás de Francia. Tampoco los medios públicos son como los europeos. ¿Crees que la Televisión Pública es como la BBC de Londres? A Milei hay que mirarlo con categorías argentinas.
–El populismo siempre necesitó de la Justicia para avalar, para tapar, de hecho vos decís en el libro algo que marcaba Carlos Corach sobre que “los jueces adictos de hoy se convertirán un día en independientes”. ¿Creés que hoy Milei está construyendo una Corte pensando que la va a necesitar?
–Milei es un nerd en el mejor sentido de la palabra, está enfocado en su tema, que es la macroeconomía. Las demás cosas, lamentablemente, no le interesan. Por eso, la postulación de Ariel Lijo. Hoy por hoy eso lo tiene delegado en otras personas que meten casta en otros sectores. Su mandato, que es el que los argentinos le delegaron, es bajar la inflación y llegar al déficit cero. Está obsesionado con ese tema. Y el resto, por ahora, no le importa mucho. Lo delega, y lo delega mal muchas veces, porque pone personas que cree que son increíbles como este tipo José Beni en la administración de puertos, que es un kirchnerista que responde a Máximo Kirchner. O Lijo, que es súper cuestionado y que lo puso simplemente porque él estaba enojado con la Corte. Cuando Milei hacía entrevistas durante la campaña, y vos lo sacabas del tema económico, hacía agua. Por ejemplo Bertie Benegas Lynch, que dijo esta barbaridad contra lo que hay un consenso general como la educación obligatoria y gratuita, Milei piensa exactamente lo mismo. Lo que pasa es que no lo diría. Cuando se mete con el tema de las armas, del mercado de los órganos, ahí hace agua. Pero la Argentina lo votó por otro tema. Antes de la campaña, me tomé unos días en Córdoba, para escribir, y vi que los que lo seguían eran feministas, pacifistas, interesados en el cambio climático, y lo iban a votar por la cuestión económica y por el tema de la seguridad. Es un fenómeno.
–Hablemos del papa Francisco. ¿Es o no es peronista?
–Definitivamente el Papa es peronista.
–Da la impresión que a Macri no lo quería, pero que a Milei lo trata mejor.
–Lo recibió muy bien a Milei, es cierto, pero a los quince días hizo un video mortal hablando del dios mercado, hablando contra Milei, criticándolo. El Papa está en las antípodas del liberalismo. Por eso encaja mucho con el peronismo, lo ha acompañado. Lo que pasa es que todos los populismos tienen como agenda oculta al pobrismo, a la pobreza. Es así porque cuando vos comenzás a adquirir autonomía económica, a dejar de ser pobre, empezás a ser diverso. Por eso la importancia de las redes para los pobres, las redes democratizan mucho, da aspiraciones de clase media, de progreso, de crecer. Se terminó aquello de “somos el pueblo de Dios”, el pueblo homogéneo. Si no se aggiorna, también se va a quedar sin fieles. Va de la mano del peronismo. El Papa con Macri fue mucho más duro porque era rico, divorciado, cosmopolita, sin sensibilidad religiosa, y porque pertenecía a un grupo sospechado de la Argentina. Milei es un don nadie. Un tipo al que por ahora no parece que le importe hacerse rico. Se propone como alguien común. Va todo el tiempo con la misma campera, es uno más. Y eso al Papa le debe caer simpático. Macri era como el prototipo del cipayo. De todas maneras creo que la Iglesia, que es parte del peronismo permanente, va a seguir combatiendo a Milei por una cuestión ideológica. Pero le irrita menos que Macri.
–¿Qué está pasando ahora con la capacidad de movilización del peronismo? Muchos empleados públicos con el ajuste de Milei quedaron sin empleo, y cuando convocan a marchas, el sindicalismo, sectores del peronismo, los piqueteros, no va nadie…
–Los actores que movilizan perdieron absoluta legitimidad. Ya la habían perdido. Milei lo sabe, eligió muy bien a sus enemigos. Si mirás encuestas, la gente identifica la inflación como el principal problema de la Argentina. Y el segundo problema que indica es la casta. La gente ubica a la dirigencia política como parte del problema. El otro día escuché a alguien decir “los cuerdos nos trajeron hasta acá”. Viste que dicen que Milei es loco… Bueno, ¡qué venga alguien diferente!
–Pero para quienes lo comparan con Sarmiento, no lo desvela la educación pública, no apuesta por la universidad estatal. La educación, frente al ajuste generalizado, no está siendo la excepción porque es el futuro.
–Estamos hablando de una época distinta a la de Sarmiento. Otro anclaje. Creo que está en construcción también. El peronismo lo que encontró en la marcha de las universidades es una fuerza política, que es la fuerza libertaria que le está disputando el relato por primera vez. Que haya aparecido Massa en escena, que además fue quien congeló el presupuesto de la UBA en 2022 y lo prorrogó hasta 2023, es lo mejor que le puede pasar a Milei. Lo que le pasa a Milei más allá de sus errores, sus extrabruptos, es que lo que tiene enfrente está totalmente deslegitimado. Y Milei, frente a eso, ya se diferencia de Juntos por el Cambio, por eso se lo fagositó, logró imponer una narrativa, una agenda propia que la controla. Y que es que esta movilización es por los privilegios de los Yacobitti de la vida, que quiere defender sus negocios, que no se deja auditar, además. Hay otra cuestión que es el adoctrinamiento de la UBA, que no es plural, es de algunos. Por eso Yacobitti dice “si vos votás a Milei no podés estudiar en la UBA”, que es una bestialidad. Estamos viendo un cambio de era tras el que el peronismo no va a volver a ser lo que era.
–Vamos a la pata sindical del peronismo. ¿En qué se parecen Moyano y Grabois?
–Moyano es el exponente típico de la casta. Vos le explicás a cualquier extranjero que un sindicalista es un empresario, un millonario, y no lo pueden creer. O que otro sindicalista es dueño de un canal de televisión y nunca trabajó como lo que representa su oficio. O tiene una universidad o tiene revistas. Es inentendible. Se han hecho ricos a costa de los trabajadores pobres. Moyano es la casta, tiene una matriz mafiosa. El peronismo tiene una matriz mafiosa y Moyano la expresa: el bloqueo, la extorsión a empresas. Lo más oscuro del peronismo. Grabois tiene un modelo de país pobrista, ahora le salió todo este curro con los fideicomisos que no le conocíamos, pero le veo un gen más auténtico que a Moyano. Igual creo que hay que investigar un poquito más a Grabois. Pero hay diferencias. Fui a la casa, me recibió en Villa Adelina, y es bastante tranquila, viene de una familia de clase media alta… Pero la diferencia fundamental entre ambos es que Grabois representa a la Argentina subsidiada y Moyano a los trabajadores formales. Dos Argentinas que tienen dos agendas totalmente diferentes. Unos pelean por la baja del impuesto a las ganancias, y los otros pelean por planes. Por eso me parece difícil que vuelva un peronismo que pueda representar a ambos. En la última elección, los pobres votaron a Milei. Y lo votaron hasta en Orán, Salta, donde Milei nunca había ido. Ganó más en el interior que en AMBA.
–Distinto pero parecido Milei a sus antecesores en lo que al periodismo se trata… El enojo, el conflicto. ¿Por qué creés que Milei elige ese lugar?
–Primero, porque es su costado populista. Hablamos de un populismo político y cultural, pero no económico. Un mix. Hay varios factores que confluyen en este vínculo entre Milei y la prensa. Primero, estamos en medio de una revolución tecnológica donde hay instituciones que están quedando viejas, que tienen que aggiornarse. Y el periodismo también tiene que aggiornarse. El periodismo también tiene un sector que es casta. Que también ha insultado. Hay periodistas que no son el blanco de Milei y lo critican, pero son respetuosos en sus críticas. Para que a uno lo respeten también tiene que respetar. No somos todopoderosos, también tenemos que hacer una autocrítica. Y por el lado de Milei, hay que tener en cuenta también que es intolerante. Y tiene ciertos periodistas que elige porque se siente cómodo, en eso se parece al kirchnerismo. Lo que siento es que Milei ataca instituciones del siglo XX. Los medios han cambiado… El streaming es tan importante como la televisión por cable o la radio. Cada uno le habla a su tribu. Hay un mundo que está quedando atrás y para sobrevivir hay que aggiornarse.
–La última: juicio al peronismo ¿culpable o inocente?
–Culpable. Muy responsable de lo que nos ha pasado. No porque los demás no lo sean, sino por la cantidad de años que gobernó la Argentina y cuando no gobernó, influyó. Tenemos un presidente que tiene cuatro meses en el poder y no ha logrado que le voten una sola ley. Y ya le van a hacer otro paro. Esta capacidad que tienen de configurar a la Argentina. Torre tiene una frase que lo explica muy bien: “No hay argentino adulto que no haya vivido bajo un cielo peronista”. Y es verdad. El peronismo ha configurado esta sociedad y nos ha llevado a esta decadencia.
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Autores invitados
Feria del Libro: los escritores invitados que estarán en La Rural
REDACCIÓN CLARÍN
El jueves comienza la muestra cultural más convocante del país y se extenderá durante tres semanas.Del exterior vienen el novelista francés David Foenkinos, la ecuatoriana Mónica Ojeda, la chilena Diamela Eltit.También estarán el poeta peruano Mario Montalbetti, la española Elvira Sastre y a la célebre editora alemana Michi Strausfeld.
Del exterior vienen el novelista francés David Foenkinos, la ecuatoriana Mónica Ojeda, la chilena Diamela Eltit, la española Elvira Sastre y a la célebre editora alemana Michi Strausfeld. Foto: Archivo Clarín.
Mientras dos decenas de autores extranjeros preparan las valijas, los pabellones de La Rural se van vistiendo de estantes y libros porque la maquinaria que construye cada año la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires tiene sus motores a pleno para la inauguración oficial, que tendrá lugar el jueves que viene. No habrá premios Nobel ni tampoco premios Cervantes: es una edición a tono con los tiempos y la letanía presidencial que dice que no hay plata.
En el equipo local, dirán presente la diva del terror Mariana Enríquez, el narrador y académico Martín Kohan, los novelistas Claudia Piñeiro, Luciano Lamberti, Eduardo Sacheri, Florencia Bonelli, Sylvia Iparraguirre y Luis Gusmán, a quienes se suman los escritores Tamara Tenembaum y Guillermo Martínez, entre otros.
Los periodistas y expertos también dirán presente con sus libros: el psicólogo Gabriel Rolón, el comunicador Tomás Rebord, la actriz Celeste Cid, que publicó un poemario semanas atrás, el filósofo mediático Darío Sztajnszrajber, el cronista Facundo Pastor, el ilustrador Miguel Rep y la periodista Laura Di Marco, se encontrarán con sus lectores.Mariana Enriquez. Foto: ©Nora Lezano, Gentileza Anagrama.
Haciendo las valijas
Desde el exterior, son varios los autores que están embarcando rumbo a Buenos Aires. Para comenzar, la veintena de escritores portugueses que se presentarán en el stand de Lisboa, que es la Ciudad Invitada de Honor de este año, encabezados por la multipremiada y candidata al Nobel Lídia Jorge.
A ellos se suman el novelista francés David Foenkinos, la ecuatoriana Mónica Ojeda, la chilena Diamela Eltit y el poeta peruano Mario Montalbetti.Del exterior vienen el novelista francés David Foenkinos, la ecuatoriana Mónica Ojeda, la chilena Diamela Eltit, la española Elvira Sastre y a la célebre editora alemana Michi Strausfeld. Foto: Archivo Clarín.
También estará el colombiano Daniel Ferreira, que con Rebelión de los oficios inútiles obtuvo el Premio Clarín de Novela en Argentina; la peruana Alina Gadea; la poeta chilena Carmen García; y el peruano Mario Montalbetti, que es doctor en Lingüística por el MIT y profesor en la Pontificia Universidad Católica del Perú.
De Chile vendrá Andrés Montero, escritor y narrador oral; al igual que la uruguaya Virginia Mórtola, escritora y psicoanalista, junto a su compatriora Mariella Nigro, poeta, doctora en Derecho y Ciencias Sociales. Y dos presencias de Paraguay serán Sebastián Ocampos, escritor, editor, maestro y hacedor cultural; y Rosa Oliveira, poeta, ensayista y profesora universitaria portuguesa.David Foenkinos, fotografiado en Madrid. ©Emilia Gutiérrez / La Vanguardia
El listado es mucho más largo, pero es imposible dejar de mencionar a la española Elvira Sastre, que tiene gran público lector aquí; y a la célebre editora alemana Michi Strausfeld, que introdujo la literatura latinoamericana y española en su país.
Por Irlanda, estará el poéta y crítico Michael O’Loughlin; por Estados Unidos, la poeta y ensayista Jessica Sequeira; de Israel llegará Paulina Tuchschneider, editora de video en Hamakor (La Fuente), una aclamada serie de investigación; y de China estará Zhao Xi, autora de 11 libros de poesía original y traductora de otros 12 títulos.
La Feria Internacional del Libro de Buenos Aires lleva años constituyéndose como el evento cultural más convocante del país, con más de un millón de visitantes en cada edición.
Este año, la fecha de inicio será el próximo jueves 25 de abril, con un acto de inauguración en el que disertará la escritora Liliana Heker y del que participarán los organizadores además de funcionarios porteños y el secretario de Cultura de la Nación, Leonardo Cifelli.Elvira Sastre.
La muestra ofrece una superficie de más de 45.000 metros cuadrados para recorrer y es la más concurrida en el mundo de habla hispana. Durante sus casi tres semanas de duración la visitan más de un millón de lectores y más de doce mil profesionales del libro.
Autores invitados
La increíble vida de Laura Di Marco: de la tragedia de la infancia que la marcó para siempre a formar pareja con un oyente
La periodista, una de las columnistas políticas de LA NACION, estrena este sábado su nuevo programa, De ida y vuelta, en CNN Radio y se apresta a iniciar una nueva temporada de su ciclo La trama por LN+
24 de febrero de 202315:00
“Mi mamá murió en un accidente de autos cuando yo tenía siete años”. La charla con Laura Di Marco no comienza por sus proyectos profesionales para 2023 -que por cierto, tiene unos cuantos- ni por la actualidad política del país -su especialidad como periodista-, sino por algunos rasgos más personales, sumamente íntimos.
“Todo lo que uno va viviendo te va trayendo al lugar en el que estás”, sostiene. Resiliencia es una palabra demasiado usada, algo bastardeada. Lo de ella es crecimiento, madurez e inteligencia para entender que mucho de la vida se construye, pero tanto otro está en manos de eso llamado destino. “No divido en bueno y en malo, creo que todo lo que te pasa te construye y te hace crecer si uno sabe extraer un aprendizaje de todo eso”. Di Marco supo atravesar sus propias sombras, precoces y de infancia, para llegar a un presente de plenitud laboral y amorosa, enamoradísima de quien fuera alguna vez un oyente fiel de su programa radial.
Si de trabajo se trata, mañana estrenará De ida y vuelta, su nuevo programa, que se emitirá cada sábado, de 7 a 10, por CNN Radio. Junto a Di Marco estarán Ana Gutiérrez Matus, abordando los temas de salud; Verónica Dalto se ocupará de las cuestiones de la economía y Pablo Costas cubrirá la actualidad del espectáculo. Además, habrá una periodista deportiva y un humorista, todos bajo la producción de Fabián Gijón. “Me encanta la marca CNN Radio”. CNN Radio fue noticia en las últimas semanas por la salida de su staff, con tintes de escándalo, de Marcelo Longobardi.
-La primera mañana es el prime time de la radio.
-Fue el horario en el que comencé, cuando era una becaria, trabajando en el programa de Bebo Granados en Radio Continental. Lo bueno de estar en CNN Radio es que me permite tener a periodistas de todo el mundo y eso hace que se pueda salir de la grieta, algo que empobrece tanto a nivel entrevistados.
-Es interesante la fidelización del oyente de radio, algo similar a lo que sucede con los lectores de los diarios y que se da menos en la televisión.
-Es así, hasta el punto de tal que, cuando trabajaba en Mitre, una radio muy masiva, cuando me tomé vacaciones, los oyentes me recriminaban que no estuviera al aire. Además, la gente percibe cuando se es auténtico y no se está interpretando a un personaje: eso hace que la audiencia empatice con quien está hablando frente al micrófono.
En cuanto a su labor televisiva, a mediados de marzo regresará a la conducción de La trama, el ciclo político que, desde esta nueva temporada, saldrá los sábados por la noche por LN+ “El sábado se volvió un día muy informativo”, argumenta la periodista, nacida en Villa Urquiza.
Infancias
“Mi mamá era maestra, profesora de piano, y luego puso su propia peluquería, en una época, los años 60, donde no era habitual que las mujeres tuvieran esa independencia. Además, manejó desde muy chica, fumaba y usaba minifalda, lo cual habla de una mujer muy independiente, de avanzada para su tiempo”. De esa mamá que falleció antes de tiempo, Di Marco heredó una biblioteca formidable. “A los trece ya leía a Simone de Beauvoir”.
También de su padre heredó su pasión por los libros: “Papá era más bohemio: vendía libros y cantaba tangos. Él no se ajustaba mucho a la vida burguesa que mi mamá quería”. El matrimonio se separó. “Para la época, también era una rareza, pero fueron valientes en su decisión de tomar caminos diferentes”, reconoce la autora de columnas de opinión en LA NACION.
-Luego del fallecimiento de tu mamá, y siendo vos tan pequeña, ¿cómo siguió la vida?
-Me quedé viviendo con mi abuela materna y, a mi papá, que se había vuelto a casar, lo veía los fines de semana, una especie de tenencia compartida.
-A pesar de haberla perdido a los siete años, ¿qué recordás de tu mamá?
-Me acuerdo mucho, recuerdo el momento del accidente.
Di Marco fue madre de Camila a los 20 años. Hoy, con su hija ya grande, la periodista reconoce que más de una vez celebró ese vínculo que ella no pudo tener con su madre: “Pienso en qué suerte que tiene que puede ir a comer con su mamá: yo no sé qué es eso”.
El padre de Di Marco falleció hace unos años, con lo cual la periodista encuentra en otros esa imagen de la vejez: “Veo a Beto Brandoni y mi pregunto si mi padre, si hubiese llegado a su edad, sería tan canchero como él”. Luis Brandoni y su exmujer Marta Bianchi asistieron –vueltas de la vida mediante– a la boda de los padres de la periodista, ya que el actor y el padre de Di Marco compartieron el servicio militar.
-¿No hay reproches a esa infancia sin mamá?
-Mi infancia fue el motor para hacer lo que hice después. Hubo un estigma por ser diferente, porque yo era la que no tenía mamá, y eso fue lo que más me motorizó para poder despegar, me dio fuerzas para lograr lo que yo quería en la vida.
-La falencia como sostén de una construcción.
-El psiquiatra Boris Cyrulnik, que perdió a sus padres en un campo de concentración, habla de la resiliencia y dice que los niños resilientes son los que sueñan. Yo era una niña que soñaba.
-¿Qué soñabas?
–Soñaba con lo que me pasó después en mi vida, lo cocreaba. Me metía en el baño y soñaba que era una periodista conocida… Soñé con ser periodista desde chica. Era una nena cuando tomaba mi grabador y salía a la vereda a preguntarle a la gente qué era el peronismo. Era un momento complicado del país y la gente tenía miedo de hablar.
-Preguntabas algo que no se condice con el campo de curiosidad de una niña.
-Ya me intrigaba…
-Una máxima sostiene que hay que tener cuidado con lo que se piensa y sueña, porque se termina cumpliendo.
-Decreté lo que me iba a pasar. Mientras todos mis amigos cenaban en una mesa grande con sus familias, yo lo hacía con mi abuela, por eso me encerraba en el baño a soñar. La imaginación puede darte grados de libertad y felicidad, como sostuvo Viktor Frankl en El hombre en busca de sentido.
Ya separada, su madre se puso de novia con un joven diez años menor que ella, lo cual también era una osadía para la época. “Cuando mi madre murió tenía 32 años y su novio había cumplido 22, pero ella, para disimular, decía que tenía 28″. Ese hombre fue un reconocido artista plástico.
En el momento del accidente automovilístico en el que muere la madre de Di Marco, la mujer estaba acompañada por su pareja y por gente amiga. “El que manejaba llegó rengueando para avisarnos del accidente y de la muerte de mi madre. Lo atendió mi tío, quien le dijo ´¡Son unos hijos de puta!´ y le empezó a pegar. Se armó un escándalo en casa”.
-¿Recordás esa escena?
-Me acuerdo perfectamente.
-¿Cómo se supera?
-Hice mucha terapia porque un chico, a la edad que yo tenía, no puede expresar lo que siente, no tiene un cerebro que pueda bancar eso. Quienes trabajan en traumas dicen que uno congela el dolor para poder seguir desarrollando la vida de niño, y se retoma años después para poder trabajarlo.
-¿Cómo se trasciende eso en la adultez?
-Yo venía haciendo un gran trabajo de sanación personal. Uno tiene que curarse de las heridas de la infancia, porque si acarreás para siempre, arruinás tu vida adulta. Si la vida te arranca a tu mamá a los siete años, obvio que te quedan broncas y resentimientos, ¿cómo no te va a generar dolor? En la adolescencia tuve la lucidez de pensar que, si yo quería ser periodista y cumplir mis sueños, tenía que sanar aquello que me había sucedido.
-No es tan sencillo de ejercitar.
-Ese fue mi proceso, fue combustible, me dio potencia. (Facundo) Manes me dijo que todo aquello me dio anticuerpos para bancarme la vida y mi profesión.
-¿Por ejemplo?
-Muchos años después, en 2012, cuando publiqué La Cámpora, teniendo a todo el aparato del Estado en mi contra, me decían barbaridades, me prohibían el libro. Era una ignota para el gran público y en el programa 678 se hablaba de mí. Fue muy fuerte: muchos periodistas no escribían sobre algunos temas por miedo.
Además de su labor como periodista, Laura Di Marco también escribe ficción y textos autobiográficos. Muchos de sus dolores más profundos y sus reflexiones sobre el amor los brindó en Los cuadernos de Laura. En materia de ensayo periodístico escribió Cristina Fernández, la verdadera historia; La Cámpora, historia secreta de los herederos de Néstor y Cristina Kirchner; y Macri, historia íntima y secreta de la elite argentina que llegó al poder, entre otros títulos.
Sin miedos
“Un camporista me subió el libro completo a la web para que la gente no lo comprase”. Di Marco apunta contra la organización política del kirchnerismo hace una década: “Viví escraches, hubo insultos hacia mí como mujer, siendo que ahora el kirchnerismo se llena la boca hablando de feminismo, pero a mí me decían cualquier barbaridad sobre mi cuerpo, mi aspecto. Decían que era tonta y bruta”.
Aquellas enseñanzas del dolor prematuro y sus trabajos de búsqueda personal le sirvieron también para afrontar los sinsabores de su carrera: “Fue un capital emocional que había acuñado a lo largo de muchos años y me sirvió para afrontar situaciones difíciles”. Cuando llegaron los ataques de la política por lo que decía y escribía, entendió que “lo que el otro dice tiene que ver más con el otro que con uno, con las heridas del otro”.
-En la calle, ¿viviste situaciones adversas?
-Me insultaban, amenazaban y me decían barbaridades, me sigue pasando ahora, aunque menos porque el kirchnerismo está en retirada.
-De un lado y del otro de la grieta, no son pocos los periodistas que ejercen una suerte de militancia solapada o directa. ¿Se puede ser periodista y militante? ¿Lo segundo no anula lo primero? ¿Existe una contradicción allí?
-Para mí es una contradicción. El que trabaja estrictamente con la noticia debe ser ecuánime con su información. En mi caso, me he convertido en una analista política, en una ensayista, escribo columnas de opinión en LA NACION, algo que le agradezco al diario, ya que los espacios para la opinión política son escasos para la mujer.
-Opinión no es militancia.
-Por eso digo, se trata de un punto de vista y mi punto de vista es conocido, me nutro de información que trato que sea lo más objetiva posible. De todos modos, en la grieta eso es muy difícil, porque la gente va en busca del periodista que le ratifique lo que piensa.
-El sesgo confirmatorio.
-Exacto, en los diarios siento hay más lugar para los grises y en la televisión es más difícil, porque el periodista se dirige a un público, a un mercado, eso limita más. Pero siempre hay espacio para un periodismo profesional. Por eso separo información de opinión y, con respecto a la información, se debe ser riguroso.
-¿Tenés contacto con el oficialismo?
-Sí, porque, justamente, para preservar el equilibrio voy detrás de eso. En los libros tuve fuentes de La Cámpora. A medida que la grieta se profundiza, es más complejo sostener las fuentes, pero, por ejemplo, he ido a la casa de Juan Grabois a tomar mate. Debo decirte que los personajes del oficialismo son muy diferentes cuando están cara a cara.
-¿Algún nombre más con el que hayas tenido contacto?
–Axel Kicillof y ni hablar de Alberto Fernández, que fue la fuente de todo mi libro cuando estaba distanciado de Cristina (Kirchner), después se convirtió en esto que vemos, se reconvirtió. Tenía un gran vínculo con él, hablábamos mucho por teléfono, íbamos a comer. Era un tipo sensato, pero se fue radicalizando. A tal punto que me llamó a los gritos cuando escribí sobre la protoCámpora, sobre los jóvenes K, donde estaba Nicolás Trotta.
-Actualmente, ¿tenés trato con el presidente?
-No, cuando asumió, yo ya estaba haciendo La trama, y le mandé un WhatsApp diciéndole “Alberto espero que vengas”, pero no sucedió, iba a medios militantes. Cambió completamente, porque era un hombre abierto que tenía relación con Clarín y LA NACION, por eso Cristina (Kirchner) lo elige. Luego tuvimos una larga pelea por WhatsApp.
-Si hoy le escribís, ¿te contesta?
-No.
Oyente enamorado
A Laura Di Marco, la radio también le permitió conocer a su actual pareja, quien era oyente de su programa de Radio Mitre. “Me mandaba flores casi todos los días, eran unos ramos impresionantes”. La ceremonia se repitió durante dos meses y el periodista Jorge Fernández Díaz, titular del ciclo en el que estaba Di Marco, comentaba al aire cada vez que llegaba un presente. “En un momento nos conocimos. Fue una noche en la que no teníamos programa por el fútbol y me decidí a conocerlo”.
Aquello aconteció en febrero de 2019, cuando a través de Instagram –la red social por la que se comunicaban en esos primeros momentos– la periodista le ofreció tomar un café al pretendiente, economista de profesión. “Es bastante más grande que yo y me sedujo con su onda protectora y su inteligencia. Además, me acompaña mucho, porque no es fácil estar al lado de una periodista política en medio de la grieta”, concluye.
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