Seguinos

Columna LN

Milei y Tucker Carlson, los nuevos gurúes de la derecha

Publicado

el

13 de septiembre de 202317:23

Ir a notas de Laura Di Marco

Laura Di Marco

PARA LA NACION

Tucker Carlson, el polémico periodista norteamericano que viajó a la Argentina para entrevistar a Milei, cenó con cinco personas en un restaurante de Puerto Madero el último miércoles y se encontró con una cuenta de 75.000 pesos. “Casi 100 dólares; prácticamente lo que cobra por mes un jubilado –le informó uno de los asesores del libertario que lo acompañaban–. Y el mes que viene, esto mismo va a valer un 10% más”. El norteamericano quedó aturdido. Y solo cuando se recuperó preguntó lo obvio. ¿Cómo se puede vivir así? Luego pidió visitar una “cueva” para entender algo más sobre la lógica de un país ilógico. Un país destrozado, con casi el 40 por ciento de sus ciudadanos fuera del sistema, que lógicamente incubó a un candidato antisistema.

Los mileístas que lo guiaron en sus dos frenéticos días en la Argentina le explicaron algunos secretos poco analizados del fenómeno Milei. Un sector importante de la Argentina trabaja y vive en negro, no está bancarizado, acude al trueque o al canje. Pero este mundo paralelo o antisistema, podríamos decir, no sucede solo en la villa 31, donde el trueque, en las ferias, es moneda corriente. No. Sucede en la pujante clase media, ahora venida a menos. Desde hace un par de años, y por los precios astronómicos de la ropa nueva, surgieron ferias alternativas, puntos de intercambio de ropa de marca, adonde acude la clase media para dejar sus prendas (que obtuvo cuando aún podía darse el lujo de comprar ropa de marca) y las deja en consignación. También puede intercambiarlas por dinero o por una suerte de cupo para llevarse otras prendas, también usadas, pero en buen estado.

En una palabra: la clase media también reinventó su propio sistema de supervivencia tratando de mantener, como puede, un nivel de vida que cada vez le cuesta más sostener. Un fenómeno difícil de percibir para quienes aún tienen mucho para perder. “Lo de las ferias de la clase media suena lógico –afirma Fernando Cerimedo, estratega comunicacional de La Libertad Avanza–. Un pantalón en un shopping te sale 80.000 pesos, por eso los centros comerciales están vacíos. La gente común no vota a Milei porque es de derecha. La cuestión no es ideológica. La gente lo vota porque va al súper y no puede comprar un bife de chorizo y luego ven en la tele a un candidato que grita eso que le pasa. La gente razona: este siente lo mismo que yo”.

Entre otros emprendimientos, Cerimedo es dueño de La Derecha Diario, un periódico en espejo con La Izquierda Diario. Figura como uno de los principales aportantes en la campaña de La Libertad Avanza, tal como publicó recientemente la nacion. Antes, había sido consultor de Patricia Bullrich hasta que, según su versión, se apartó de la candidata de Juntos por el Cambio porque no definió “halconizarse” lo suficiente y a tiempo. Milei le terminó arrebatando la idea de cambio radical y Patricia debió conformarse con encarnar la idea de “orden” y “coraje”. ¿Le resultará suficiente? Cerimedo también había asesorado al candidato derechista Franco Parisi en las últimas elecciones chilenas, donde las coaliciones tradicionales quedaron rezagadas frente al avance de postulantes antisistema por derecha y por izquierda. Parisi hizo toda su campaña en forma virtual, nunca puso un pie en Chile y quedó tercero. ¿Por qué? Por la misma razón que Milei e, incluso, que Boric, el triunfador de esa contienda. Resultó que el jefe del Estado chileno es un presidente que encarna a la izquierda, sí, pero a una izquierda muy diferente de la clásica latinoamericana. Todo lo clásico parece estar muriendo. Parisi tuvo éxito en su campaña por internet desde Estados Unidos justamente porque se opone a lo tradicional.

Pero ¿cómo fue que Carlson se interesó por un libertario del fin del mundo? El nexo con el mundo mileísta fue el actor mexicano y activista de derecha Eduardo Verástegui, un fervoroso militante contra el aborto y flamante candidato a presidente recientemente inscripto en el país azteca.

Con más de 10 millones de seguidores en la plataforma X (ex-Twitter), a través de la cual difunde sus entrevistas con líderes de perfil internacional –la última con Donald Trump logró una audiencia de 300 millones de personas–, el tour argento de Carlson le sirvió de insumo para el mano a mano de una hora cuarenta con Milei.

La entrevista fue grabada en una locación alquilada especialmente para la ocasión. En 2021, la revista Time había destacado a Carlson como “el conservador más poderoso del país”, mientras se revelaba como un aliado crucial de Trump.

Pero ¿hablamos de liberalismo o de conservadurismo? Los nuevos líderes de la derecha o la ultraderecha son muy distintos entre sí, en una gama que va desde posiciones muy conservadoras, como la militancia en contra de la interrupción voluntaria del embarazo, hasta posturas ultraliberales, como la propuesta de crear un mercado de compraventa de órganos humanos. Así, el chileno Juan Antonio Kast se perfila mucho más conservador que Milei; Bolsonaro integró la “casta” política brasileña durante años, con sucesivos cargos en el sistema carioca, y Trump es un exótico megamillonario mediático desde hace décadas. Todos son parecidos, pero también muy diferentes.

Carlson se negó a grabar la entrevista en inglés, aunque Milei se lo propuso: quiso sentir la intensidad del candidato en su lenguaje original, así que optó por contratar a un buen intérprete. El norteamericano, que fue la cara de Fox News desde 2016 hasta este año (la cadena lo apartó de su staff por difundir noticias sobre un supuesto fraude en las elecciones estadounidenses de 2020), caminó las calles porteñas, habló con la gente que encontró a su paso y también entrevistó a Diana Mondino. Según los asesores de Milei, las preguntas no se acordaron previamente. Una frase del libertario impactó especialmente en el showman norteamericano. “Digo lo que pienso y hago lo que digo”. Aunque es verdad, también, que Milei fue moderando sus opiniones en sus declaraciones post-PASO, del mismo modo que Trump nunca erigió el muro con México que había prometido en campaña.

En la larga previa a la grabación, el líder de LLA le prometió a su entrevistador que, una vez que logre el “gran cambio” en la Argentina, se irá a su casa. Dejó entrever que no está allí por la plata sino por el bronce, aunque, claro, no lo dijo en esos términos, pero esa fue la idea. Una Argentina distinta es imposible con los mismos de siempre, es su eslogan estrella. Tal fue el impacto del anuncio del mano a mano Milei-Carlson que, hasta Elon Musk, el megamillonario dueño de X, había elogiado inicialmente con un tuit en su propia plataforma, aunque después pareció arrepentirse y lo borró. Milei se apropió de lo que visualizó como un apoyo de Musk y subió la apuesta: “¡Ambos (Carlson y Musk) son más que bienvenidos a venir a la Argentina el próximo año si tenemos éxito!”.

Ni el propio Milei esperaba la performance que tuvo el 13 de agosto. “Y ahora es un bilardista, tampoco da por ganada la elección”, afirman cerca de él. La noche anterior a las PASO, en una cena con los más cercanos, nadie creía realmente que Milei pudiera rozar siquiera el 30%. La novedad es que la derecha salió del clóset. No solo no se oculta la filiación, sino que además hay una reconfiguración de su significado. Tanto, que sus mentores tildan de “demagogos” a quienes se definen en el “centro”. El centro no existe, diagnostican: o sos de izquierda o sos de derecha.

La llave parece estar en los caídos del sistema, que eligieron saltar al vacío esperando que el paracaídas funcione. ¿Y si no? Nadie lo sabe.

Laura Di Marco

Seguir leyendo
Clic para comentar

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Columna LN

La soledad de Cristina Kirchner, la mujer del balcón

Publicado

el

No es fácil comunicarse con Cristina Kirchner por teléfono o WhatsApp. Excepto su círculo más privado, nadie puede llamarla directamente. Un golpe para su narcisismo político y su afán de centralidad. Un intendente intentó contactarla hace poco y lo derivaron a un agente del Servicio Penitenciario, que volvió a comunicarse con él horas más tarde y, en lenguaje policial, le informó que la expresidenta ya estaba habilitada para dialogar. Recién entonces pudo hablar con ella. Y le quedó la duda de si la conversación era escuchada o no.

“Fue muy fuerte, recién entonces entendí su situación”, confiesa el mismo jefe comunal que, junto con otros, está en una movida silenciosa para desbancar a Máximo Kirchner, cuyo mandato al frente del PJ bonaerense vence el 18 de diciembre. Máximo es uno de los pocos que no necesitan intermediarios para cobijarse bajo el ala de su madre. Va en busca de protección política frente a quienes lo quieren carnear, que no son pocos.

La droga de un narcisista es la idolatría. Y Cristina la necesita como el aire, sobre todo ahora en su prisión doméstica, que no es un castigo menor. Por eso ama el balcón de San José 1111, devenido su propio y solitario teatro. Y lo ama aun a costa de hacer el ridículo, como cuando bailó después de la feroz derrota del peronismo en octubre.

O como cuando, días atrás, salió a saludar a nadie. Abrió la ventana para recibir la adrenalina de sus feligreses y solo había diez. Fue triste, aun para los que no la quieren. Esa bulimia por seguir siendo el centro le impide habilitar una interna del PJ, que es lo único que podría revitalizarlo.

Por otro lado, si hubiera elección interna, como propuso esta semana el presidente del PJ porteño, Juan Manuel Olmo, ¿quién se atrevería a enfrentarla, aunque sea por medio de un delfín?

Perón, el padre, ya había muerto en la década del 80 cuando el peronismo logró reinventarse impulsando la primera y única interna de su historia, la de Menem vs. Cafiero. Una elección vivificante que lo sacó del shock room. En este caso, sin embargo, la madre política está viva. Y, lo más complejo, su grey pide “unidad del espacio”. Así lo revelan los grupos focales de la consultora Escenarios, liderada por Federico Zapata.

“La loca del balcón nos está hundiendo”, se queja sin eufemismos una diputada kirchnerista que, en otro tiempo, solía ser su ventrílocua. La frase es compartida por los mismos intendentes bonaerenses que le aconsejaron a Axel Kicillof desdoblar las elecciones bonaerenses para, inmediatamente después, romper con ella. Pero Axel no lo hizo. Y no solo por miedo o por falta de pericia política, sino también porque sabe que, entre los votantes de su espacio, dogmáticamente ideologizado, rinde la unidad, aunque tengan que tragarse a Máximo Kirchner. El PJ está atrapado en un dilema sin resolución.

Son unos 40 o 50 jefes comunales que quieren enfrentar al hijo de Cristina en una interna bonaerense. Los “machos del off” que también hablan de “la loca del balcón”, pero que, a la hora de las definiciones, no se animan a enfrentar a su heredero, aunque podrían ganarle. Ellos hacen otras cuentas. El kirchnerismo devino un partido del AMBA, con un 25 o un 30% de adhesiones. El PJ federal se transformó en una serie de partidos provinciales fragmentados que negocian, por separado, con el gobierno nacional. En una palabra, la mujer del balcón sigue liderando a la primera minoría opositora, aun presa, sola e inhabilitada. Es cine.

El punto es que, para muchos, esa zona de confort los aloja porque, bajo sus polleras, consiguen cargos sin esfuerzo. Axel tiene mejor imagen que su madre política –su honestidad es un activo–, pero si rompiera con ella perdería entre un 18 o 20% de las simpatías perokirchneristas. El “chiquito”, como le dice su jefa, está atrapado. Cristina lo define así: “Este muchacho es un técnico sin habilidades políticas, rodeado por sus excompañeros de facultad”. La idea de desdoblar la elección, por caso, nunca podría haber salido de él. Fue un consejo de los viejos lobos de mar, los intendentes.

Al peronismo siempre le rindió una narrativa de reconstrucción nacional. El subtexto es así: sea quien fuere que haya estado antes, traicionó al pueblo y arruinó a la Argentina. El problema es que antes estuvo la mujer del balcón, con su fallido delfín.

No hay adulto argentino que no haya vivido con la marca del peronismo sobre su cabeza. Como decía Juan Carlos Torre, antes del triunfo de Milei en 2023: el peronismo es como el aire que se respira en la Argentina. Pero ahora ese aire está contaminado. Viciado.

Ni Cristina, ni su impulsivo hijo biológico, ni su ahora enemigo hijo político, ni los jefes territoriales tienen un candidato competitivo para 2027 en el nivel nacional. Mucho menos en la provincia de Buenos Aires, la madre de todas las batallas. Para empeorar el panorama, Diego Santilli es taquillero y tiene con qué. Más: ya ganó la provincia en 2021. Los intendentes del PJ azuzan las red flags. Uno de ellos editorializa el complejo panorama en una sola frase: “Tenemos un problema, Houston”.

Seguir leyendo

Columna LN

Marianne Williamson: “El amor y el perdón lo cambian todo”

Autora de Volver al amor, la activista norteamericana, una de las voces más influyentes de la transformación personal, muestra una nueva forma de pensar para superar el miedo y la hostilidad.

Publicado

el

Tal vez no sea la única vía, pero son muchos los líderes mundiales en superación personal que han tenido que pasar por varios infiernos personales antes de llegar al salto cuántico de la espiritualidad. Espiritualidad no como religión –vale aclarar– sino como un camino para la sanación del cuerpo y la mente. Tal es el caso de Marianne Williamsom, autora de best sellers, conferencista, activista norteamericana y una de las voces más influyentes de la transformación personal, quien por primera vez visitará la Argentina en los próximos días para dar un workshop y una conferencia.

“Marianne, tenés que ir al sur”, la convenció el biólogo celular Bruce Lipton, después de haber visitado Buenos Aires y Uruguay en 2024. Si Lipton es la celebridad que une la ciencia y espiritualidad, Williamsom se hizo famosa por su best seller internacional Volver al amor: reflexiones basadas en los principios de Un curso de milagros, una psicoterapia espiritual que vendió tres millones de ejemplares y que fue publicada en 1992. El libro, que apunta a la espiritualidad aplicada a la vida cotidiana, enamoró a la presentadora Oprah Winfrey.

Marianne, que en su juventud transitó una profunda depresión, abrevando entre el abuso de drogas, alcohol y amores fallidos, un día se topó con Un curso, el complejo texto Helen Schucman y ese encuentro misterioso dio vuelta su vida como un guante y se la salvó.

Pero fue Oprah, en su show de entrevistas, quien la lanzó al estrellato y la convirtió en su consejera espiritual. Desde entonces, ha escrito 13 libros más, incluyendo cuatro best sellers número uno de The New York Times. De la transformación personal, en su última etapa saltó al activismo político. En 2020 se postuló como candidata presidencial en los Estados Unidos. Su lema: un poder que incluya al corazón.

La psicoterapia espiritual que propone Williamsom es un abordaje de sanación personal que resume la filosofía del cristianismo, el budismo, la psicología y la de los 12 pasos para la recuperación de las adicciones a sustancias y a personas.

–¿Por qué escribiste Volver al amor?

–Las ideas de Un curso de milagros habían transformado profundamente mi vida y quise compartirlas. Llevaba años hablando sobre ellas cuando alguien me sugirió que escribiera un libro. Todo se desarrolló de una manera casi mística… Conocí a un agente, que me presentó a alguien que me ayudó con la propuesta, luego conocí a un editor y así sucesivamente. El gran impulso llegó cuando Oprah leyó el libro y ayudó a compartirlo con el mundo.

–¿Qué tipo de comentarios te comparten tus lectores sobre este libro icónico?

–Cualquiera que aplique los principios del Curso los encuentra transformadores. El mundo está lleno de miedo y hostilidad en estos días, y muchas personas viven con ansiedad. Hay una sensación de falta de propósito en todas partes. El Curso es un entrenamiento psicológico de una nueva forma de pensar, reemplazando el miedo por el amor de una manera que transforma milagrosamente nuestras vidas.

–¿Cómo y de qué manera Un curso de milagros sanó tu vida?

–Antes de leer el Curso, tenía la sensación de que no sabía quién era ni qué debía hacer con mi vida. El Curso dice que todos estamos aquí por un propósito: ayudar a sanar el mundo. Me enseñó que el amor y el perdón lo cambian todo, y que mientras haga de eso mi enfoque y preocupación en cualquier situación, los milagros ocurren naturalmente. Nada volvió a ser igual una vez que vi eso.

–¿Por qué nos saboteamos a nosotros mismos? En Volver al amor hablás a menudo del odio hacia uno mismo. ¿Podrías explicar cómo sucede y cómo puede sanarse?

–El mundo está dominado por un sistema de pensamiento basado en el miedo. Ese sistema nos entrena para culpar en lugar de perdonar, temer en lugar de amar, atacar y defendernos en lugar de abrazar. Nos han enseñado que eso es natural, cuando en realidad es profundamente antinatural. Podemos liberar ese tipo de pensamiento y aceptar otra manera de ver el mundo. Podemos entrenar nuestros músculos actitudinales del mismo modo en que entrenamos los músculos físicos. De lo contrario, la gravedad psicológica y emocional del miedo, la ira y la negatividad nos aplasta y destruye nuestra paz mental.

–El Curso de milagros afirma que “todo pensamiento crea forma en algún nivel”. ¿Significa eso que los pensamientos producen realidad? Y si es así, ¿cómo describirías ese mecanismo?

–La Ley de Causa y Efecto es el bloque fundamental de la conciencia. Tantos pensamientos negativos llenan nuestras mentes a diario: críticas hacia nosotros mismos o hacia otros, victimización, catastrofismo… lugares mentales a los que vamos sin darnos cuenta del daño que nos hacemos. Una vez que comprendés que cada pensamiento crea forma en algún nivel, empezás a asumir la responsabilidad de tus pensamientos de una manera completamente nueva. Los pensamientos de ataque y defensa son un ataque contra ti mismo, y siempre podés elegir de nuevo. Podemos disciplinarnos para pensar pensamientos de amor, perdón, gratitud y bendición. La mente es como un músculo: puede reentrenarse.

–¿Por qué el mundo parece ir en contra de lo que proponés en Volver al amor, mientras que los medios tradicionales suelen menospreciar lo que llaman “literatura de autoayuda”?

–El ego basado en el miedo no es solo individual; se acumula entre nosotros como una energía colectiva que domina el mundo. Hay tanto sufrimiento innecesario en el planeta y, sin embargo, las principales estructuras de poder son institucionalmente resistentes a darle una oportunidad al amor a gran escala. Por eso existen la guerra, la degradación ambiental y toda clase de sufrimiento evitable. Y esto no puede continuar. El miedo nos ha llevado a un punto donde nuestros patrones de comportamiento colectivos son literalmente inadaptados para la supervivencia a largo plazo de la especie. Por eso el ego colectivo necesita atacar, burlarse o ridiculizar a cualquiera que diga que el amor –y no el miedo– debe ser la base de la sociedad. Pero nuestro espíritu colectivo está cambiando eso. De eso se trata el viaje espiritual.

–En Volver al amor afirmás que “usualmente se necesita una cierta cantidad de desesperación antes de estar listos para rendirnos al Universo”. ¿Por qué es así? ¿Y qué significa realmente “rendirse al Universo”?

–Un Curso de Milagros dice que tenemos dos caminos: aprender mediante la sabiduría o mediante el dolor. ¿Quién de nosotros no puede señalar situaciones donde, si solo hubiéramos sido más amables, más comprensivos o más responsables, habríamos evitado un desastre personal o profesional? Después de vivir suficientes experiencias así, comenzás a considerar la posibilidad de que haya otra manera. Es entonces cuando renunciás a la idea de que la mente racional es la única parte del cerebro que sabe algo. Los científicos ya no creen que el cerebro sea el único centro de inteligencia del cuerpo; ahora saben que existe una conexión entre el cerebro y el corazón, y que juntos forman el centro de inteligencia del cuerpo. Esto aplica tanto a nuestras vidas individuales como a la civilización en su conjunto.

–¿Por qué nos cuesta tanto soltar? ¿Cómo puede aplicarse Un Curso de Milagros cuando alguien ha sido víctima de un abuso sexual o psicológico grave? ¿Cómo puede uno perdonar a alguien que, por ejemplo, violó a su hijo? ¿No crees que hay situaciones imperdonables?

–Todos somos humanos y procesar el dolor del mundo puede ser una tarea gigantesca. No invalidamos nuestro sufrimiento al reconocer nuestra capacidad de trascenderlo. El perdón, desde una perspectiva metafísica, significa que no existe una herida que Dios no pueda sanar. He conocido personas que han vivido las peores atrocidades imaginables y, aunque por supuesto sufrieron, con el tiempo convirtieron su vida en un testimonio del poder del amor. Su sufrimiento les dio una visión de rayos X para reconocer el sufrimiento ajeno, y al haber experimentado su propio corazón roto, se transformaron en agentes de sanación en la vida de otros.

–¿Cuál es la diferencia entre religión y espiritualidad?

–La religión puede estar llena de dogmas y doctrinas con las que la gente ya apenas se identifica. Suele separarnos más que unirnos. En cambio, la espiritualidad es el camino del corazón. Señala los temas espirituales universales presentes en todas las grandes tradiciones religiosas del mundo. Es la sanación de la mente y la apertura del corazón.

–¿Creés que el paradigma del amor triunfará sobre el del miedo? ¿Confiás en que el mundo será más compasivo, amoroso y empático dentro de cien años?

–Creo que es la única opción viable para la supervivencia de la especie. Algunos dicen que es ingenuo pensar que podemos convertirnos en una especie que haga del amor su principio fundamental; yo digo que lo ingenuo es creer que sobreviviremos otros cien años si no lo intentamos al menos.

–En tu libro afirmás que la negatividad, en tu experiencia, fue más dañina que el alcohol o el tabaco. ¿Por qué? ¿Y cómo puede entrenarse el cerebro para salir de ese circuito tóxico?

–La adicción puede ser a una sustancia, pero también puede ser a otras cosas… al trabajo, al sexo, a lo que sea. Y detrás de todas ellas se esconde una adicción a una forma enfermiza de pensar. Alcohólicos Anónimos, por ejemplo, es un programa espiritual en el que la rendición ante un Poder Superior es la clave de la sobriedad. Sí, podemos reentrenar nuestra mente. Requiere trabajo, del mismo modo en que necesitamos ejercitarnos físicamente si queremos fortalecer el cuerpo. Pero si lo hacemos, funciona.

Seguir leyendo

Columna LN

Votar (o no) con el corazón roto

Publicado

el

En la edición 61° del Coloquio de Idea, el politólogo y streamer Rosendo Grobo, el hijo de 30 años del “rey de la soja”, interpeló con simpatía a su auditorio, el círculo rojo: “Cuando yo nací, se celebraba la edición 31ª de este coloquio y entonces la pobreza era del 5%. Ahora es del 50%. No sé, si estuviera en el lugar de ustedes me preguntaría qué pasó.

El día que asumió Alfonsín no era un día peronista, pero el sol era radiante. El aire, cálido. Envolvente. Era un día con adrenalina, esperanza, vida. La Argentina transpiraba ilusión después de haber sobrevivido a los años más oscuros de su historia. Las familias se vestían especialmente para ir a votar y esperaban el resultado mordiéndose las uñas alrededor de un televisor, que hacía apenas tres años funcionaba con colores.

Las elecciones del 83 movilizaron los corazones como pocas veces. Y los movilizaron en todas las direcciones. Como contaba un dirigente peronista, años más tarde de aquel momento icónico: “Cuando ganó Alfonsín, no me pude levantar de la cama por dos días”.

Un dato poco conocido: en 1987, durante el primer levantamiento Carapintada, los argentinos salieron multitudinariamente a la calle para apoyar al gobierno, pero los más jóvenes radicales fueron más lejos: muchos salieron armados. Estaban dispuestos literalmente a pelear por la democracia recién recuperada. “Y yo quise evitar un derramamiento de sangre”, confesó Alfonsín, al final de su precipitada salida del poder, cuando le preguntaban por qué aquella vez en Campo de Mayo había pactado con los militares que buscaban arrancarle el indulto.

Varios años atrás, en el avión que traía a Perón definitivamente a la Argentina, la dirigencia joven del peronismo también viajaba armada. Las armas se las había dado el propio Perón, en pleno vuelo. Igual que aquellos jóvenes radicales, los peronistas también estaban dispuestos a dar la vida por su líder. Pero no era ni Perón, ni Alfonsín: era un país atravesado por la pasión. Creyente. Corazones enamorados que soñaban la Argentina próspera; el sueño que habían soñado nuestros abuelos.

Pero, como dice la consultora Mariel Fornoni: el amor es confianza. Es entrega. ¿Y qué político hoy genera confianza? En los primeros años de la recuperación democrática, nadie militaba por dinero. Se militaba por amor, por convicción, por pasión. Hoy hasta los fiscales cobran para controlar la elección porque, de lo contrario, no irían.

En los albores del kirchnerismo e, incluso, hasta el arranque del gobierno de Macri, la mayoría de los políticos más relevantes tenían imágenes positivas que rondaban el 60%. Incluso, en algunos casos llegaban al 80%. Y, en todos los casos, la consideración positiva superaba la negativa. “Tengo un 80% de imagen positiva y todavía no hice nada”, se sorprendía María Eugenia Vidal mirando, encandilada, los sondeos que le mandaba Jaime Durán Barba, apenas dos meses después de su asunción como gobernadora.

El caso de Scioli fue aún más sorprendente. Encabezó uno de los peores gobiernos de la historia bonaerense, pero la consideración de los votantes siempre era alta. Con fe y con esperanza. Un país misterioso.

En los cuarenta y dos años que siguieron a la adrenalina de 1983, todos los gobiernos terminaron mal. Todos los planes económicos fracasaron: los neoliberales, los populistas, los ortodoxos, los heterodoxos. Ahora, ni Bessent puede con nosotros, en el mar de una Argentina que, como diría Trump, está luchando por su vida. Un país traumado en el que parece haberse instalado –¿definitivamente?– un loop que se menea entre la ilusión y el desencanto. El circuito tóxico que tan bien describió el historiador económico Pablo Gerchunoff.

Hoy no hay un solo líder político cuya imagen positiva supere la negativa. Ni siquiera se salva Graciela Ocaña, una dirigente honesta que nunca le hizo daño a nadie. En el último sondeo de Escenarios, la consultora de Pablo Touzon y Federico Zapata, el 21,51% piensa que todos los políticos son corruptos. Casi el 60% no cree que los corruptos sean todos, pero sí muchos de ellos. La estafa política reiterada pasa factura.

Fornoni explica que la Argentina se parece, cada vez más, a aquellos países en los que votar no es obligatorio. Un fenómeno que, si se agudiza, será un problema para la representación democrática.

Amplios sectores de la sociedad simplemente no tienen ganas de ir a votar, ni siquiera para que pierda el político que odian: una motivación importante en las últimas elecciones. La Argentina política es como un sacerdote que ha perdido la fe.

Y no es que hayan perdido la fe en la democracia como sistema: la infelicidad es con los resultados. En el mismo sondeo de Escenarios el 63% se opondría a un gobierno no democrático capaz de resolver los problemas económicos y de inseguridad. Un 75% prefiere la democracia por sobre cualquier otro sistema. Sin embargo, más del 70% se siente insatisfecho con su funcionamiento.

Perplejidad ante Milei. Eso es lo que siente Alejandro Catterberg, un avezado consultor acostumbrado a tratar, desde hace muchos años, metafóricamente, con un paciente maníaco-depresivo que se bambolea permanentemente sobre una cornisa, oscilando entre la ilusión y el desencanto. Perplejidad al ver cómo un gobierno pudo perder, en tan poco tiempo, la dinámica en la que estaba encaminado. Asombro al ver una economía que venía creciendo al 6% y que, de golpe, se paralizó. Dificultad para explicar a un oficialismo que tenía el control absoluto sobre la agenda pública y que hoy parece perdido.

En una palabra, si seis meses atrás Milei se encaminaba hacia un resultado contundente, hoy está peleando por sobrevivir electoralmente. Si hace seis meses Espert era una estrella mediática que se paseaba por los canales prometiendo cárcel o bala para los bandidos, hoy se sospecha que fue un bandido quien lo financió.

¿Tendremos arreglo? Catterberg no pierde la esperanza. Milei debe dejar atrás la etapa adolescente de su liderazgo, dice. Difícil que suceda porque Milei espeja a una sociedad adolescente.

Y hablando de eso: ¿qué pasa en la pecera adolescente, de 16 o 17 años, que se incorpora al mercado electoral? Ahí no encontramos corazones rotos porque ellos no sufrieron tantas décadas de trauma político, pero sí escepticismo. La frase coloquial más escuchada en los focus groups ante la pregunta sobre si van a ir a votar, es: “No creo, me da paja”. Ojo: ellos están viviendo la época de un Milei en baja. La efervescencia joven de 2023 fue hace dos años: los que hoy votan por primera vez son otros jóvenes. Y algunos de ellos sienten que Milei ya se volvió casta.

Pero Fornoni enciende una luz de esperanza: los adultos jóvenes están comprometidos, no con la política, pero sí con proyectos solidarios o sociales donde no haya intermediarios. Proyectos de corto plazo, nada de utopías. Por caso, “Un techo para mi país” (ahora llamado “Techo”) convoca a los sub-30 en un emprendimiento sin fines de lucro para los más pobres.

Dicho de otro modo, entre Santi Maratea y Cáritas, los jóvenes prefieren el paradigma del primero.

Las generaciones mayores poco saben de ellos. De quienes escuchan a Lara López Calvo, y tal vez nunca hayan escuchado hablar de Melconian o de Artana. Es una sociología que se rebela contra la falta de autenticidad, la manipulación, la truchada, la psicopatía ideológica, el robo sistemático. E, incluso, contra la grieta.

Apelando a la metáfora funeraria de Trump, si lo que está muriendo es esa Argentina que, a los mayores, nos rompió el corazón, bienvenido sea.

Seguir leyendo

Trending