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Justicia y memoria, los “robos” más escandalosos del kirchnerismo

Esta semana, el kirchnerismo redobló sus esfuerzos para arrebatarle una tajada más a la república.

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Con una jugada grosera, tal vez desesperada, Cristina Kirchner partió el bloque de senadores del Frente de Todos para robarle un representante a Juntos en el Consejo de la Magistratura, el órgano encargado de seleccionar y sancionar a los jueces. Desde Santa Cruz, el mecanismo siempre es el mismo; lo que cambia es la escala o el escenario: todo vale con tal de ejercer el poder sin límites. Esta semana, el kirchnerismo redobló sus esfuerzos para arrebatarle una tajada más a la república.

El avance sobre la Justicia hunde sus raíces en el protokirchnerismo. Fue una condición necesaria para lograr la total hegemonía en un feudo donde jamás existió la idea de Justicia independiente. El caso del procurador Eduardo Sosa, en 1995, es un claro ejemplo de lawfare, pero al revés. Entonces, no había “poderes fácticos” persiguiendo a los “gobiernos populares”, sino un caudillo autoritario queriendo sacarse de encima a un fiscal que amagaba con investigar en serio la corrupción en Santa Cruz. Lo novedoso, en todo caso, es que para concretar el mismo avance a nivel nacional el kirchnerismo necesitó sofisticarse, construir una narrativa, atraer intelectuales, revestir la historia con mentiras o medias verdades. Capturar la memoria.

Mutilar la historia de los 70 e imponer nuevos silencios fue una obra mayor del relato K, un asunto en el que aún hay mucho por explorar. Como solía resumir Kirchner, con brutalidad conceptual: “La izquierda te da fueros”.

En las derivaciones autoritarias de aquella apropiación, tal vez la más escandalosa, se zambulle el flamante libro de Norma Morandini, Silencios, memoria ruidosa sobre lo acallado, un ensayo tan íntimo y profundo como político e interpelador.

El último fin de semana, en un lenguaje más coloquial, Jaime Durán Barba definió bien los efectos de aquella construcción mentirosa, pero eficaz, en el diario Perfil: “Nada más reaccionario que la señora Cristina Fernández, que nunca defendió a un perseguido político, a un desaparecido, y se presenta como de izquierda”. Aferrada sin ninguna culpa a una doble pensión de 2.400.000 pesos –un monto donde entran 72 jubilaciones mínimas–, Cristina le acaba de “robar” a Milei el término “casta”, como si ella no fuera un miembro destacado de esa elite de dirigentes millonarios, frente a una sociedad cada vez más empobrecida. Lo aplicó, esta vez, para deslegitimar a la Corte Suprema, un poder que jamás logró cooptar. Hay que reconocerle su enorme creatividad discursiva.

Juan Schiaretti, un gobernador que hace del silencio un culto (no da entrevistas), sorprendió este año en la apertura de sesiones legislativas con un discurso que pasó inadvertido, pero que apuntó de lleno a desenmascarar la mayor impostura de Néstor y Cristina Kirchner: “Los que peleamos en serio contra la dictadura y le vimos la cara a la muerte varias veces sabemos que gobernar recitando consignas progresistas, mientras se degradan las instituciones y se profundiza la decadencia, demuestra una actitud feudal y autoritaria, que nada tiene que ver con el progresismo que recitan”.

La escenificación queda al desnudo en un solo hecho tan revelador como poco relatado. En 1979, cuando aún desaparecían argentinos en plena dictadura, el exsenador Eduardo Murguía se convirtió en el único referente del peronismo santacruceño en firmar el documento del PJ que denunciaba el terrorismo de Estado ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que entonces visitaba la Argentina. Néstor y Cristina no solo permanecieron indiferentes cuando ocurrían aquellas violaciones, sino que borraron a Murguía de su narrativa. Tal vez porque se la arruinaba.

En su ensayo íntimo, Morandini sugiere una pregunta movilizante: la gente que sobreactúa indignación sobre los 70, la que grita ¿qué habrá hecho en esa época? “El que verdaderamente ha sentido dolor y miedo por su vida no grita. Grita el que siente culpa”.

La vida suele encontrar formas irónicas para mostrar la verdad. El 18 de septiembre de 1977, al final de un domingo soleado que anticipaba la primavera, la oscuridad cayó sobre la vida de Norma Morandini: los militares secuestraron a Néstor y Cristina, sus hermanos menores. En un departamento frente al Parque Lezama, aquella tarde Norma terminaba de bañar a su pequeño hijo, de entonces siete años, cuando un grupo de tareas se llevó a su hermana menor. “Todavía escucho esos gritos desgarradores”. A la hermana mayor le dedicaron una frase aterradora: “A vos no te llevamos para no dejar más huérfanos”. A esa tragedia le siguieron un largo exilio, una prestigiosa carrera periodística, luego política y el desarrollo de un intenso recorrido como activista de los derechos humanos. Como Hannah Arendt, tenía necesidad de comprender para no repetir tragedias. “Aprendí que, a mayor sufrimiento, mayor silencio y mayor compromiso con la pacificación”.

Pasaron los años y la increíble coincidencia de los nombres, Néstor y Cristina, volvió irresistible la necesidad de cooptación. Norma jamás accedió, tal vez porque descubrió tempranamente el engaño colectivo. La amañada narrativa K apuntó –y, en gran medida, logró– invertir los hechos. Repasemos el último 24 de marzo. De la plaza de los “revolucionarios” participaban varios condenados en resonantes casos de corrupción: Amado Boudou, Juan Pablo Schiavi, Felisa Miceli, Gustavo Menéndez. Aquel día, una intelectual cristinista emitió un tuit, abogando por la unidad del espacio nac & pop, para que jamás regrese la “derecha vengativa”. Traducción: en la cosmovisión de quienes proveen “fueros” intelectuales al kirchnerismo para consumar sus más escandalosos robos, Morandini quedaría del lado de la “derecha vengativa”, mientras que Boudou o la exministra de la bolsita se presentan como referentes del “campo popular”. Más delirio no se consigue.

La autora de Silencios hace un repaso por la zigzagueante historia de lo acallado, desde la recuperación democrática: “Después del silencio impuesto por el terror de la dictadura, en los 80 recuperamos la palabra jurídica con el Juicio a las Juntas. Más tarde, en los cuarteles, los militares le arrancan a Alfonsín la ley de obediencia debida. En los 90, Menem dicta los indultos. Entonces, los que hoy no se hablan hablaban entre sí. En los 90 también hubo un sano ensayo de autocrítica de algunos intelectuales sobre la violencia de los 70, disparada por la carta del filósofo Oscar del Barco. Una autocrítica que fue abortada en los 2000, cuando el kirchnerismo vino a imponer un nuevo silencio convirtiendo en héroes a quienes habían participado de la lucha armada”.

¿Por qué nos pasó lo que nos pasó?, es una de las preguntas incómodas que atraviesa Silencios. Y hay muchas más: ¿por qué los perseguidos de ayer devinieron los comisarios políticos de hoy? Si lo que viola la dictadura es la convivencia democrática, ¿no hay hoy una nueva cancelación, cuando se convierte en verdad el relato oficial? ¿Cómo es posible que, después de 40 años de democracia, no podamos tener un diálogo colectivo, sin gritos? ¿Cómo sucedió que, en nombre de la universalidad de los derechos humanos, nos digan cómo tenemos que pensar, qué palabras usar o nos maten la reputación cuando decimos lo que pensamos, y lo que pensamos contradice el relato oficial?

Norma se enteró, durante la era K, de que Néstor y Cristina Morandini fueron asesinados en los vuelos de la muerte. Sin embargo, nadie del gobierno ni de los organismos de derechos humanos le acercó esa verdad cruda, que buscó durante tantos años. Se enteró por el diario español El País. Es sabido: a los “enemigos” del relato, ni justicia.

Por Laura Di Marco para lanacion.com

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Entre matones de autos blindados y golpistas pochocleros

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24 de enero de 2024

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Laura Di Marco

PARA LA NACION

A 44 días de haber sido elegido por 14 millones de argentinos, Javier Milei afrontó ayer el primer paro de una CGT que permaneció cuatro años en estado vegetativo –1700 días para ser más exactos–, mientras la inflación del 200% devoraba los ingresos formales y, mucho más vorazmente, los informales. El último paro de estos extraños ejemplares fue el 29 de mayo de 2019, durante el gobierno de Macri. Obvio.

Un gráfico del economista Fernando Marull detalla la foto cruda de la caída del salario real: desde 2016, los ingresos informales han perdido el 56% de su poder adquisitivo. Hablamos de la orfandad económica de la mitad de los argentinos que trabajan y que no pueden darse el lujo de las paritarias, como sí lo hace la oligarquía sindical.

Es que el abominable mercado viene haciendo el ajuste por su cuenta desde hace rato, un detalle que se le escapa a Pablo Moyano, devenido matón. Ayer, el más violento de los Moyano no tuvo mejor idea que amenazar con tirar al Riachuelo al ministro de Economía de un gobierno que fue votado para arreglar el descalabro que agudizó su propio candidato presidencial. Sergio Massa agregó, en apenas un año de gestión, casi tres millones de nuevos pobres. También Hugo Yasky justificó los 1700 días de silencio de sus compañeros con el desopilante argumento de que, durante el gobierno de Alberto, había paritarias y empleo.

Como dirían los libertarios: no la ven. ¿O será que no la quieren ver? Otro que no la ve o que no la quiere ver es el “golpista pochoclero” Pepe Albistur. O el pope sindical Héctor Daer, que también amenazó con escrachar a los diputados que aprueben la ley ómnibus o el DNU, desde la comodidad de su Audi.

Audi y Daer reproducidos al infinito por las redes sociales, una de las auténticas llaves del cambio. Cuando posteó la foto, Nik, el dibujante de Gaturro, se preguntó: ¿cómo hacen los sindicalistas para andar en autos de 120.000 dólares? Ni en sus sueños más revolucionarios Alfonsín habría podido imaginar lo fácil que puede ser exponer a la Argentina corporativa, a través de imágenes en X, Facebook, TikTok o Instagram.

De hecho, lo que no lograron Alfonsín ni Macri probablemente lo logre el tiempo. El tiempo y una nueva generación de argentinos que percibe a la vieja casta sindical como quien observa una antigualla de la Segunda Guerra Mundial. Dinosaurios pronunciando palabras que no entienden. Matones confiando en un poder extorsivo que se les esfuma. Millonarios a caballo de una revolución tecnológica que les roba, a tajadas, rebanadas de influencia. Lo “viejo” no está en su edad sino en su mentalidad.

Y, sin embargo, los viejos jerarcas mantienen sus privilegios. Durante el gobierno de Macri se trabajó políticamente para que los Moyano de la vida presentaran declaraciones juradas. No lo lograron. ¿La excusa legal? Aunque manejan millones de sus afiliados, no son funcionarios públicos. Pasado en limpio: si se enriquecen y no lo pueden justificar, no es delito. A lo sumo, y como cualquier ciudadano, afrontarán problemas impositivos. Hay varias causas, pero ninguna condena, por lo que todos sospechamos: la mayoría de los líderes sindicales –sobre todo, los que desde hace décadas están sentados en sus poltronas– son proveedores de sus propios sindicatos, a través de empresas gerenciadas por testaferros: a veces, incluso, por sus propias esposas. Hay algunos que hasta son dueños de diarios y canales de televisión.

Asistimos a un mundo nuevo que puja por nacer, mientras que el viejo no termina de morir. Un ejemplo: solía decirse que un presidente necesitaba 100 millones de dólares para llegar a la Casa Rosada y un enorme aparato. La llegada de Milei al poder desmintió esa máxima. Hay “verdades” consagradas de un viejo paradigma que deberían revisarse. De nuevo, no se trata de Milei sino de un cambio más global y profundo, aunque cambio no siempre signifique algo bueno. De hecho, no lo sabemos.

Otro ejemplo: el “golpista pochoclero” fue denunciado dos veces por su provocador video desde una reposera en Cariló. Primero lo hizo el abogado penalista Jorge Monastersky y luego una ciudadana de a pie, que simplemente entró a Comodoro Py y lo denunció por incitación a la violencia. Argumentó que Albistur no es un ciudadano común sino un publicista del peronismo, al que le ha ido muy bien, y que además conoce el poder de fuego de las palabras. La causa tramita en el juzgado de Ercolini.

El sonoro silencio de Kicillof ante el aberrante asesinato de Uma, hija de un custodio de Patricia Bullrich, no le impidió protestar en la movilización de la CGT. Fue tranquilo, a pesar de que en los últimos diez días se cometieron diez asesinatos en la provincia que gobierna. Kicillof llegó con increíbles laderos, entre ellos el Cuervo Larroque, que esta semana tuvo una brillante idea: colocar una pileta en una cárcel de Virrey del Pino desde donde los propios presos se grabaron, disfrutándola, con sus teléfonos celulares. Argentina, no la entenderías.

Laura Di Marco

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¿Hay que temerle a Milei? Claroscuros de un presidente atípico

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11 de enero de 202400:17

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Laura Di Marco

PARA LA NACION

“A mí no tienen que evaluarme con un político tradicional”, le decía, pacíficamente, Javier Milei esta semana a una periodista con la que tiene trato diario, en la Casa Rosada. Lo dice en la misma semana en la que estalló desproporcionadamente contra otra periodista, a raíz de una información errónea sobre sus perros, un punto de extrema sensibilidad para él, aunque una minucia en medio del maremoto de urgencias en el está embarcada la Argentina. ¿Quién de los dos es Milei? Ambos, tal vez.

Hacía muchos años que los argentinos no discutíamos temas tan profundos y sensibles como los contenidos en los más mil artículos que, entre la Ley Ómnibus y el DNU, Milei envió a un Congreso poco entrenado para esta gimnasia de alto rendimiento. Una clase política mareada por la derrota, a la que le dieron vuelta de golpe el escenario. Un giro que reconfiguró, incluso, al propio Congreso: topadora Milei eliminó de un plumazo la grieta K-anti K, que dominó al Parlamento durante las últimas dos décadas. Ahora, hasta se los ve a los legisladores trabajando a full, en pleno enero. Primer triunfo de la motosierra: la “casta” se quedó sin vacaciones.

Desde esta semana, el plenario en Diputados está cruzado por gritos, reproches, pero también con debates sobre asuntos medulares, en un abanico que va desde modificaciones en la educación -como la exigencia de un examen al finalizar la secundaria o la habilitación de los padres para que supervisen las notas de sus hijos- hasta la Ley de Pesca. Desde un proyecto de defensa de la competencia -una herramienta orientada a corregir la distorsión de los oligopolios- hasta los privilegios de la industria farmacéutica o de la casta sindical.

“Cada cosa que toca es un tongo”, afirma un dirigente que almorzó recientemente con Milei. Y agrega: “no va a bajar sus banderas esenciales, aunque al programa que le armó Sturzenegger lo va a tamizar con la política. No se va arriesgar a que todo fracase por no ceder en temas secundarios”. Ese es uno de sus problemas: mezclar lo esencial con lo accesorio.

En el grupo más cercano al presidente ronda el fantasma del fracaso de Ley Mucci, un proyecto de democratización sindical desbaratado por el peronismo, en los albores de la primavera democrática. La obsesión de Milei es, claramente, la reforma económica y, en ese plano, afirman quiénes hablan con él, está dispuesto a morir con las botas puestas.

La excentricidad del personaje atrae a la prensa del mundo, tanto o más que, en su momento de gloria, lo hacía Cristina Kirchner. Un equipo francés esta grabando en Buenos Aires un documental sobre el libertario para la TV nacional francesa. “Milei es una telenovela. Huele a drama”, afirma Robin Milner, uno de sus productores. Las primeras imágenes que llegaron a su país del nuevo presidente fue la de un outsider con pelo enrevesado, que conectaba fuerte con la sociedad, blandiendo una motosierra en medio de una multitud. “Eso nos asustó, pero a la vez nos generó mucha curiosidad”, afirma el francés, quien compara a Milei con la ultraderechista Marine Le Pen.

¿Será una comparación acertada o, como dice el propio Milei, habrá que abandonar las categorías clásicas de la política, como las europeas, para analizarlo?

Una postal de esta semana revela la magnitud del cambio. El flamante secretario de Integración Socio Urbana (Sisu), Sebastián Pareja, estrecho ladero libertario, le anunciaba a la tropa de Juan Grabois la caída de sus contratos. Cuando en la era Macri, sus funcionarios quisieron aplicar la motosierra gradualista en territorio piquetero, no pocos terminaron físicamente enfermos. Un tema del que se habla poco.

¿Hay que temerle a Milei?

Si al libertario le agarran ataques de furia por la red X y arremete contra periodistas, Néstor y Cristina financiaban escraches en medios del Estado, con programas corrosivos como 6,7,8; perseguían a medios con la AFIP y no dudaban en usar el aparato cultural, que alimentaban con dinero del Estado -o sea, de todos- para asociar a la prensa crítica con la última dictadura. Al lado de la perversidad orquestada por el matrimonio patagónico contra opositores y medios -uno de sus blancos predilectos-, los desbordes del nuevo presidente parecen, más bien y por ahora (habría que subrayar el “por ahora”), pataletas solitarias de su costado más infantil. Allí donde en Milei hay berrinches contra la “casta” o la prensa, en los Kirchner había una aceitada escuela de cálculo y estrategia.

Aunque con un final completamente incierto, la excentricidad del personaje logró lo que ninguna fuerza opositora había podido: poner en debate, incluso en sectores populares, ochenta años de populismo en la Argentina y disparar, en el Congreso, uno de los debates democráticos más ricos de los últimos cuarenta años.

Laura Di Marco

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Cristina Pérez anunció que deja el noticiero de Telefe: “Es hora de renacer”

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La periodista se refirió a la designación de Luis Petri, su pareja, como ministro de Defensa de la Nación y habló de su futuro profesional

9 de diciembre de 2023

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Tras dos décadas de formar una de las duplas más exitosas de la televisión argentina, Cristina Pérez anunció que dejará de conducir junto a Rodolfo Barili Noticias a las 20 (Telefe). La conductora contó la noticia este sábado en La Trama (LN+), en el marco de una entrevista mientras presentaba su libro “Tiempo de renacer”.

LAS PRIMERAS FOTOS DE NICOLE NEUMANN EMBARAZADA

En el momento en el que le consultaron sobre cómo veía a su pareja, Luis Petri, como ministro de Defensa en la presidencia de Javier Milei, la periodista expresó: “Aquí con la salvedad de que tengo un vínculo personal con Luis, él es una persona obsesiva en formarse en los temas y desde que lo designaron se está formando profundamente en hacerse un plan de trabajo. Él es experto en seguridad, con lo cual no son temas novedosos para él, pero por supuesto acá también tenemos que esperar el plan grande”.

Cristina Perez anuncio que deja el noticiero de Telefe: "Es hora de renacer"

En ese sentido, una de las panelistas la interrumpió y le preguntó: “Perdoname que me meta, pero las colegas mujeres tenemos una duda ¿Cómo vas a llevar tu profesión con un ministro…”. Mientras terminaba de reformular la pregunta, Pérez la interrumpió y, entre risas, lanzó: “Pensé que me ibas a decir que era guapo”. “Que además es muy guapo”, siguió la periodista y terminó: “Con un ministro que va a ser protagonista, no va a ser un funcionario menor”.

Presentación del libro de Cristina Pérez
Presentación del libro de Cristina PérezRS Fotos

“Este proceso lo tengo hecho, porque la cuestión me vino como un dilema cuando lo eligieron como precandidato a vicepresidente, y yo traté de tomarlo como una oportunidad. Entonces para mí va a ser intentar cosas que antes no me hubieran dejado intentar, porque el noticiero, a diferencia de un programa de opinión personal que lleva mi nombre, busca otras distancias. Ahora estamos hablando con el canal de un programa para mí el año que viene”, manifestó.

CUÁL ES EL RETOQUE ESTÉTICO ÍNTIMO QUE SE REALIZÓ BENJAMÍN VICUÑA Y QUE QUEDÓ AL DESCUBIERTO

En esa línea, Laura Di Marco le preguntó si iba a reperfilar su rol. “Sí, voy a reperfilar”, contestó, con seguridad y la conductora del ciclo celebró la primicia. Ante las preguntas sobre de qué tratará el programa en el que estará, comentó: “Estamos viendo. Por supuesto que también están algunos trabajos especiales que estoy haciendo para el noticiero, así que yo lo vivo como una oportunidad. A parte hace treinta y pico de años que hago noticiero”.

Presentación del libro de Cristina Pérez, "Tiempo de renacer"
Presentación del libro de Cristina Pérez, “Tiempo de renacer”RS Fotos

Buscando una respuesta concreta, Di Marco repreguntó: “Entonces, ¿vas a dejar el noticiero?”. “Hoy sí. Esto es nuevito, pero es así”, aseguró y la comunicadora indagó: “¿El programa es político o no es político?”. “No te puedo decir de qué va a ser porque si no me matan, pero también es tiempo de renacer, como mi libro”, señaló y mostró la tapa de su libro.

El mensaje de Cristina Pérez tras la designación de Luis Petri como ministro de Defensa

El 4 de diciembre, el presidente electo, Javier Milei emitió un comunicado de prensa con el que anunció a Luis Petri como ministro de Defensa de la Nación y su mujer no tardó en felicitarlo en público.

El mensaje de Cristina Pérez hacia Luis Petri por su designación como ministro de Defensa de la nación (Foto: capturaX/@Cris_noticias)
El mensaje de Cristina Pérez hacia Luis Petri por su designación como ministro de Defensa de la nación (Foto: capturaX/@Cris_noticias)

Pérez utilizó su cuenta de X (antes Twitter), para replicar aquel mensaje y escribirle unas sentidas palabras. “Esta vez no hablo como periodista. Quiero felicitar a mi marido @luispetri por su designación como ministro de Defensa en el gobierno del Presidente Milei. Sé que su profunda vocación política, su incansable preparación y su honestidad lo guiarán en el servicio público. Te amo, mi amor”, expresó.

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