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La trama del poder

Laura Di Marco: “Un freno a la sultana”

La sultana, juntos a varios sultanes que se eternizan en sus territorios en la Argentina, fueron frenados por la Corte Suprema de Justicia esta semana, que le puso un límite a las reeleciones indefinidas y suspendió las de mañana, en Tucumán.

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El editorial de Laura Di Marco en La trama del poder, por LN+

13 de mayo de 202321:34

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Laura Di Marco

PARA LA NACION

Y justamente, a esa nena caprichosa que es Cristina Kirchner, le enfurece que le pongan un límite.

Acostumbrada, ella y su marido, a hacer su suprema voluntad desde que Néstor Kirchner se convirtió en el amo del feudo de Santa Cruz, el viernes tuiteó: “Se salieron con la suya”. Indigerible para la sultana. Imaginate: algún otro que no sea ella que se salga con la suya.

Justo Cristina que, como contó Luis Juez esta semana en LN+, tenía un plan, junto al santacruceño, para eternizarse 20 años en el poder. Y después de 20 años te deben la vida, decía Néstor, porque vos los nombraste a todos.

El matrimonio cooptaba a la gente no solo política sino también emocionalmente.

Hoy el principito Máximo Kirchner cerró un congreso del PJ en La Matanza, uno de los municipios más pobres de la Argentina, que no conoce la alternancia.

Es el showroom del peronismo. Fernando Espinoza, el sultán de turno, hace 18 años que la controla con un joystick desde Puerto Madero, donde vive, porque ni siquiera va a su lugar de trabajo.

La Matanza, desde donde hoy Máximo les habló a sus fieles, inconquistable para la oposición hasta ahora, es el corazón del conurbano. Y lo es porque, entre otras cosas, contiene un volumen de votantes equivalente a cinco provincias chicas.

En La Matanza, el Principito criticó a la Corte, con toda la sarasa que vienen repitiendo desde hace 20 años. Máximo le pegó especialmente a su presidente, Horacio Rosatti, obviando, con mucha picardía ante su grey, que el presidente de la Corte fue ministro de Justicia de su papá, compañero de gabinete de Alberto Fernández y que renunció denunciando un negociado de su papá.

El principito obvió otro dato: la verdadera gran corporación de la Argentina, es el perokirchnerismo que tiene tomados, desde hace años, territorios enteros de la Argentina. Físicos y simbólicos. Pedazos del Estado argentino que se han llevado a su casa o a las carteras Louis Vuitton de Cristina, que tanto le gustan.

Los Insfrán de la vida, 32 años en el poder de Formosa. Los Manzur de la vida, más de veinte años controlando Tucumán, y aspiraba a un quinto mandato más, que por el bien de los tucumanos se le frustró. Ah y también aspiraba a ser candidato a presidente, que también se le frustró por el bien de los argentinos. O sea: la Corte le hizo archivar los dos sueños de eternidad.

Cuando los sultanes se chocan de frente con la ley, que siempre es límite, se ponen muy creativos: ponen a sus delfines, a sus esposas o a sus choferes. Y también inventan trampas. Como este sincericidio del senador Pablo Yedlin, delfín de Manzur, que criticando el fallo de la Corte que les frenó las reelecciones eternas dijo esto: “¡Los votos dentro de las urnas!”.

Es que cuando la trampa es un modo de vivir la terminas naturalizando.

Esta semana nos deja una lección: la grieta se cierra con Justicia. Porque, a diferencia de otros proyectos hegemónicos que sí tuvieron éxito, como Cuba, Venezuela o Nicaragua, en la Argentina quedaron en pie resortes que ofrecieron resistencia: la Corte, otros sectores de la Justicia, la sociedad civil, la clase media, el campo, medios de comunicación robustos y críticos. En los otros casos, todos esos resortes fueron barridos.

Salvando todas las distancias -todas- la grieta de la dictadura fue saldada con la Justicia. En 1985, el juicio a las cúpulas militares que habían violado derechos humanos dio inicio a los 40 años ininterrumpidos de democracia que hoy disfrutamos.

Es cierto que no se enjuició a las cúpulas guerrilleras, que andan libres por la vida y algunos son funcionarios de este gobierno. Y, tal vez por eso, las heridas de los ‘70 todavía siguen abiertas.

Fijate, cuándo se bajó Cristina de toda candidatura -que muy probablemente no sea candidata a nada- fue condenada por la Justicia en la causa Vialidad.

Otro límite a la sultana es su propia imagen negativa y la de todas las figuras preponderantes del Frente de Todos.

En un sondeo de D’Alessio, Irol y Berensztein, Manzur encabeza el podio con el 74% de rechazo, mientras que la sultana anda por el 70%.

Otro límite es el propio peronismo republicano.

Finalmente salieron a la luz las conversaciones entre Horacio Rodríguez Larreta y el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, para hacer un “frente de frentes” para las Paso y para que el cordobés se integre como la “pata peronista” a Juntos por el Cambio para enfrentar a Milei y al kirchnerismo.

Un freno casi infranqueable es la inflación desbocada. La Argentina es el segundo país del mundo con la mayor inflación anual de alimentos, superando a Ruanda, Zimbaue o Ghana. Y la desopilante explicación psicológica que dio sobre el tema Alberto Fernández, la criatura fallida de la sultana.

José Luis Espert, que también hoy confirmó que se integra como la “pata liberal” a Juntos por el cambio, también se refirió a la “inflación psicológica”. Melanie Klein, Sigmund Freud, Lacan y Jung ahora mismo se están revolcando en la tumba.

El ministro Sergio Massa pretende ser el único candidato a presidente del Frente de Todos con una economía que algunos, como Fernando Marull, comparan con la escalada inflacionaria del ‘89, que nos llevó a una híper.

Laura Di Marco

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La trama del poder

Cristina y Milei: ¿se consolida una nueva grieta?

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En un escenario político que parece redefinirse, se intensifican los movimientos alrededor de dos figuras centrales: Cristina Fernández de Kirchner y Javier Milei. Mientras Cristina reaparece en escena tras un largo silencio —desde su rechazo público a la ley de “ficha limpia”—, Milei continúa afianzando su posición como el único líder de la nueva centroderecha, desplazando incluso a Mauricio Macri.

Aunque Cristina y Milei encarnan espacios ideológicos antagónicos, entre ellos no existe la tensión irreconciliable que marcó la relación entre Cristina y Macri. La expresidenta no percibe en Milei una amenaza judicial directa, a diferencia de lo que sentía frente a Macri, a quien responsabiliza por una supuesta persecución desde la “mesa judicial”. De hecho, existe cierto respeto mutuo: Cristina habría leído un libro de Milei sobre inflación y, en privado, elogia su coraje político.

Esto no significa una alianza, sino una reconfiguración de los antagonismos. Cristina representa un peronismo que Milei no combate desde el plano judicial ni simbólico, sino desde un relato económico radical y una narrativa de “refundación” del Estado. Su objetivo, según dice, es claro: ordenar la macroeconomía, no saldar cuentas con el pasado. En su armado político conviven figuras del kirchnerismo, el massismo y el menemismo, lo que contrasta con la lógica excluyente del macrismo.

En paralelo, Mauricio Macri parece quedar cada vez más al margen. A pesar de algunos gestos de reconciliación —como un mensaje conciliador a Milei tras las elecciones—, su influencia en la interna opositora se diluye. Dirigentes como Santilli o Ritondo ya tomaron distancia, y algunos ya visten la camiseta del oficialismo.

El mileísmo emerge así como el nuevo eje de confrontación, desplazando el histórico kirchnerismo-antikirchnerismo. La nueva grieta ya no enfrenta al progresismo con la derecha tradicional, sino a quienes apoyan la visión refundacional de Milei contra quienes la resisten.

En ese tablero, los relatos culturales y simbólicos también están en disputa. Tanto el kirchnerismo como el mileísmo apuestan fuerte a la construcción de sentido: símbolos, épicas, enemigos claros. El escenario electoral empieza a perfilarse, y todo indica que los protagonistas principales ya están definidos.

Te espero hoy 22 hs en LN+

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Ficha Limpia: el naufragio que nadie se anima a explicar

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El rechazo al proyecto de Ficha Limpia dejó al descubierto una trama de traiciones, pactos en las sombras y silencios cómplices. ¿Quién está detrás de la operación que rompió el tablero político? ¿El gobierno nacional, el PRO, Milei, o… Cristina?


El último programa del La Trama fue una noche caliente, cargada de tensión. La sesión por la Ley de Ficha Limpia terminó en un naufragio que defraudó a millones de argentinos. Mientras el 80% de la sociedad reclama transparencia, la política respondió con un espectáculo de engaños y giros inesperados. Dos senadores misioneros, Carlos Arce y Sonia Rojas Decut, que horas antes habían asegurado su voto a favor, se dieron vuelta sin dar explicaciones. Se levantaron de sus bancas y se fueron. ¿Quién dio la orden?

Rápidamente aparecieron las acusaciones cruzadas: desde el PRO, Macri apuntó contra el gobierno nacional y sugirió un pacto con Rovira, el jefe político en las sombras de Misiones. Desde La Libertad Avanza, Milei devolvió el golpe, responsabilizando al PRO de montar una operación mediática. Rovira, por su parte, no habla. Y eso también dice mucho. La nota de Martín Böhmer en La Nación afirma que el propio Rovira recibió un llamado del presidente. ¿Fue Milei, fue Caputo, fue alguien más? ¿Hubo o no hubo una negociación?

Lo que más me sorprende es el silencio. Silencio de los senadores, silencio del gobernador Passalacqua, silencio del propio Rovira. Incluso Milei, tan activo en redes cuando quiere escrachar periodistas, esta vez no dijo una palabra sobre las revelaciones de Böhmer. ¿Por qué? Hay quienes afirman que esta operación no fue ni del PRO ni del gobierno, sino de Cristina Kirchner. Ruckauf lo dijo con todas las letras: Cristina siempre fue la jefa de Rovira. ¿Fue esta una jugada para romper el eje Milei-Macri?

Este episodio es una radiografía de la casta política en acción. Una trama opaca, llena de internas, pactos subterráneos y operaciones cruzadas. Lo único claro es que la sociedad volvió a ser la gran víctima. Nos deben una explicación. Y, más que nunca, nos deben una política que no se burle de la confianza pública.

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MILEI VS LA PRENSA

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Milei y su nueva batalla cultural contra la prensa

Hoy quiero compartir con ustedes mi mirada sobre el creciente enfrentamiento entre Javier Milei y un sector de la prensa crítica. No se trata sólo de reacciones aisladas contra periodistas como Alfredo Leuco, Marcelo Bonelli o el gran Jorge Fernández Díaz —figuras que, recordemos, han sido históricamente muy críticas del kirchnerismo—, sino de algo mucho más profundo: una nueva batalla cultural que apunta a desacreditar al periodismo como institución.

Este conflicto se intensificó a partir de una entrevista que Milei le concedió a Alejandro Fantino, donde el presidente no dudó en calificar de “mentirosos” y “operadores” a periodistas de larga trayectoria. Para mí, esta estrategia no es improvisada. Muy por el contrario, veo una narrativa deliberadamente impulsada por Milei y su asesor estrella, Santiago Caputo, que busca confundir: mezclan la crítica legítima al periodismo “ensobrado” —que existe, sin dudas— con el desprestigio generalizado de toda voz crítica o independiente.

En el editorial también cité a Fernando Ruiz, fundador de FOPEA y profesor de la Universidad Austral, quien hizo una advertencia que me parece clave: Milei es, desde los tiempos de Sarmiento, el presidente que mejor comprende el funcionamiento de los medios. Y esa comprensión, lejos de ser neutral, está siendo utilizada para debilitar al periodismo profesional en un momento donde la sociedad ya no valora a la prensa como antes.

Aunque reconozco que la quita de la pauta oficial es un paso hacia una mayor libertad de expresión, también planteé una duda legítima: ¿podemos asegurar que no existen apoyos encubiertos a medios o streamings ultraoficialistas? Las versiones, al menos, circulan.

Finalmente, quiero dejar una reflexión: confrontar con la prensa es legítimo, claro que sí. Lo que no suma, lo que le resta al presidente y al debate democrático, es el insulto. Sin medios fuertes, no hay democracia. Sin un periodismo profesional, es el Estado —ese mismo Estado que Milei dice detestar— el que termina controlando la comunicación, como ocurre en Cuba, en China o en Rusia. Y eso, más allá de cualquier simpatía política, debería preocuparnos a todos.

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