La trama del poder
Laura Di Marco: “Quién puede ganar y por qué”
Como pasa en el amor, después de tantos desencantos la Argentina va a votar, dentro de siete días, sin ilusión. A diferencia de 2015, cuando había esperanza, la marca de esta elección es el desencanto, el desinterés, la desconexión o esta idea de ir a votar al candidato menos malo para que se vayan los de siempre. Votamos desenamorados y sin convicción.

5 de agosto de 2023
PARA LA NACION
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El ausentismo, el voto en blanco o nulo devino en un nuevo partido político que, en algunas provincias y municipios, se convirtió en la opción ganadora. Es lógico.
El ministro-candidato llevó el dólar blue de 298, cuando asumió en 2022, a 574: el valor con el que cerró este viernes el dólar paralelo. Una inflación interanual que pasó, como él mismo reconoció, del 71% al 116 por ciento (aunque algunas mediciones privadas hablan de un 120%)
La actividad económica pasó de crecer 5,5% interanual a caer, en mayo, al 5%.
Una investigación de nuestro colega Francisco Jueguen reveló que, no solo hay más pobres que hace un año, sino que la cantidad de chicos con hambre crece, más allá del negacionismo de la increíble vocera presidencial, Gabriela Cerruti.
Cien mil chicos cayeron en la indigencia en un año. ¿Massa quiere ganar o busca ser el líder de la oposición para denunciar el “brutal ajuste”?
Un importante banquero me contó esta semana que, en una reunión en Washington, Massa dijo: “yo no espero ser presidente ahora, sino en el 2027″. Una posibilidad es que busque hacer la mejor elección posible para convertirse en el jefe del peronismo, legitimarse y desplazar a Cristina Kirchner de ese lugar.
Al peronismo le gusta la idea de vender al ministro candidato como un Súper Massa. ¿Quién puede ganar y por qué? ¿Qué escenario nos espera el 14 de agosto?
¿Uno de crisis o uno de paz? Depende. ¿De qué? Depende del resultado
En el mercado (digamos, los agentes financieros) aseguran que, si Massa saca más del 30%, con menos de cinco puntos de ventaja sobre el candidato más votado de Juntos por el Cambio (JxC), el escenario es de crisis. ¿Por qué? Porque el mercado leería que el kirchnerismo puede ganar.
A una semana de las primarais, ¿la sociedad argentina le está preparando una sorpresa mayúscula al Gobierno, tal como pasó en 2019 cuando nadie imaginaba que Alberto Fernández sacaría una diferencia irremontable sobre Mauricio Macri?
Las encuestas se convirtieron en una brújula que funciona mal, pero algo dicen. ¿Y qué dicen? Que la marca Juntos por el Cambio tiene una ventaja sobre Unión por la Patria; que Sergio Massa podría ser el candidato individualmente más votado (pero que difícilmente pueda superar un balotaje); que Patricia Bullrich tiene una ventaja con respecto a Horacio Rodríguez Larreta pero que esa ventaja podría acortarse con la baja del nivel de indecisos.
Los sondeos también coinciden en que Javier Milei se muestra como un candidato competitivo. Vital. Patricia y Horacio están convencidos de que ganan la interna. Patricia porque las encuestas que tiene así se lo muestran. Larreta porque, si bien en sus propias encuestas la favorecen a ella, cree que, a la hora de votar, la gente se moderará y optará por él.
Nadie podría decirte hoy que puede pasar el 13, pero sí te podemos decir lo que pasó y, en lo que pasó, hay pistas sobre lo que podría pasar. Patricia es la candidata más atacada por el peronismo. La gente quiere un cambio. Hay olor a fin de ciclo, que se expresa con datos.
Un rápido paneo por el mapa electoral 2023 y sus proyecciones indica tres puntos clave: que el no peronismo va a gobernar Jujuy, San Luis, Corrientes, San Juan, Chubut. Que muy probablemente ganará en Mendoza, Ciudad de Buenos Aires y Santa Fe. Y que podría sumar Chaco, Entre Ríos y Buenos Aires (la última es la más difícil, pero no imposible).
El politólogo Lucas Romero explica que, sumadas las tres últimas provincias, una misma fuerza política no peronista podría acceder al control de 11 provincias. Un dato inédito desde 1983. Otra certeza: el aparato de poder del peronismo retrocede.
En la Matanza, invicta de alternancia, la pérdida de votos del aparato de Fernando Espinoza es brutal: en 2019 sacó 530 mil votos; en 2021, 330 mil. En el medio perdió 200 mil.
El peronismo siente y sabe que ese aparato de poder que tiene atrapada a la Argentina desde hace 77 años y que enriqueció a casi toda su dirigencia y empobreció a la Argentina es un modelo fatigado.
Jorge Liotti, en su libro “La última encrucijada”, afirma que a la Argentina no le queda mucho tiempo para cambiar de rumbo. ¿Qué significa? Que podemos convertirnos en un país más parecido a otros de Latinoamericana, donde se nace pobre y se muere pobre, y no a esa sociedad homogénea de los años 60 o 70 donde, si la clase media trabajaba un año, se compraba un auto. Y la casa propia era un sueño que nuestros abuelos concretaron.
Estamos ante una nueva oportunidad, la última encrucijada. ¿Podremos aprovecharla?
La trama del poder
Ficha Limpia: el naufragio que nadie se anima a explicar

El rechazo al proyecto de Ficha Limpia dejó al descubierto una trama de traiciones, pactos en las sombras y silencios cómplices. ¿Quién está detrás de la operación que rompió el tablero político? ¿El gobierno nacional, el PRO, Milei, o… Cristina?
El último programa del La Trama fue una noche caliente, cargada de tensión. La sesión por la Ley de Ficha Limpia terminó en un naufragio que defraudó a millones de argentinos. Mientras el 80% de la sociedad reclama transparencia, la política respondió con un espectáculo de engaños y giros inesperados. Dos senadores misioneros, Carlos Arce y Sonia Rojas Decut, que horas antes habían asegurado su voto a favor, se dieron vuelta sin dar explicaciones. Se levantaron de sus bancas y se fueron. ¿Quién dio la orden?
Rápidamente aparecieron las acusaciones cruzadas: desde el PRO, Macri apuntó contra el gobierno nacional y sugirió un pacto con Rovira, el jefe político en las sombras de Misiones. Desde La Libertad Avanza, Milei devolvió el golpe, responsabilizando al PRO de montar una operación mediática. Rovira, por su parte, no habla. Y eso también dice mucho. La nota de Martín Böhmer en La Nación afirma que el propio Rovira recibió un llamado del presidente. ¿Fue Milei, fue Caputo, fue alguien más? ¿Hubo o no hubo una negociación?
Lo que más me sorprende es el silencio. Silencio de los senadores, silencio del gobernador Passalacqua, silencio del propio Rovira. Incluso Milei, tan activo en redes cuando quiere escrachar periodistas, esta vez no dijo una palabra sobre las revelaciones de Böhmer. ¿Por qué? Hay quienes afirman que esta operación no fue ni del PRO ni del gobierno, sino de Cristina Kirchner. Ruckauf lo dijo con todas las letras: Cristina siempre fue la jefa de Rovira. ¿Fue esta una jugada para romper el eje Milei-Macri?
Este episodio es una radiografía de la casta política en acción. Una trama opaca, llena de internas, pactos subterráneos y operaciones cruzadas. Lo único claro es que la sociedad volvió a ser la gran víctima. Nos deben una explicación. Y, más que nunca, nos deben una política que no se burle de la confianza pública.
La trama del poder
MILEI VS LA PRENSA

Milei y su nueva batalla cultural contra la prensa
Hoy quiero compartir con ustedes mi mirada sobre el creciente enfrentamiento entre Javier Milei y un sector de la prensa crítica. No se trata sólo de reacciones aisladas contra periodistas como Alfredo Leuco, Marcelo Bonelli o el gran Jorge Fernández Díaz —figuras que, recordemos, han sido históricamente muy críticas del kirchnerismo—, sino de algo mucho más profundo: una nueva batalla cultural que apunta a desacreditar al periodismo como institución.
Este conflicto se intensificó a partir de una entrevista que Milei le concedió a Alejandro Fantino, donde el presidente no dudó en calificar de “mentirosos” y “operadores” a periodistas de larga trayectoria. Para mí, esta estrategia no es improvisada. Muy por el contrario, veo una narrativa deliberadamente impulsada por Milei y su asesor estrella, Santiago Caputo, que busca confundir: mezclan la crítica legítima al periodismo “ensobrado” —que existe, sin dudas— con el desprestigio generalizado de toda voz crítica o independiente.
En el editorial también cité a Fernando Ruiz, fundador de FOPEA y profesor de la Universidad Austral, quien hizo una advertencia que me parece clave: Milei es, desde los tiempos de Sarmiento, el presidente que mejor comprende el funcionamiento de los medios. Y esa comprensión, lejos de ser neutral, está siendo utilizada para debilitar al periodismo profesional en un momento donde la sociedad ya no valora a la prensa como antes.
Aunque reconozco que la quita de la pauta oficial es un paso hacia una mayor libertad de expresión, también planteé una duda legítima: ¿podemos asegurar que no existen apoyos encubiertos a medios o streamings ultraoficialistas? Las versiones, al menos, circulan.
Finalmente, quiero dejar una reflexión: confrontar con la prensa es legítimo, claro que sí. Lo que no suma, lo que le resta al presidente y al debate democrático, es el insulto. Sin medios fuertes, no hay democracia. Sin un periodismo profesional, es el Estado —ese mismo Estado que Milei dice detestar— el que termina controlando la comunicación, como ocurre en Cuba, en China o en Rusia. Y eso, más allá de cualquier simpatía política, debería preocuparnos a todos.
La trama del poder
¿Puede ir presa Cristina antes de las elecciones?

Cristina Kirchner podría enfrentar prisión domiciliaria antes de las elecciones, lo que la inhabilitaría como candidata. La Corte Suprema está evaluando su condena en la causa de vialidad, y si se pronuncia antes del 18 de agosto, podría sacarla del juego político. Sin embargo, es poco probable que esto ocurra antes de las elecciones.
Podés ver el programa completo acá: https://lnmas.lanacion.com.ar/video/la-trama-4-de-abril-2025-jwiduOjrj7t7/
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