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Macri planea su segundo rescate

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En su interior, Mauricio Macri sabe que no va a volver a ser candidato a presidente. Sabe que no quiere, aunque juegue a que quiere. No es una sensación solitaria. Y aunque no lo digan abiertamente, no son pocos los dirigentes de Cambiemos –la vieja marca con la que Macri llegó al poder en 2015– que quedaron tan desgastados de lidiar con un Estado tomado por otros dueños, con los instrumentos de navegación rotos, un empresariado formateado, en gran medida, en la mentalidad populista, la mafia sindical y los Grabois de la vida, que prefirieron correrse y no volver a poner los pies en el barro.

Nadie cuenta demasiado esta experiencia, la de un gobierno no peronista en el poder. Algunos no solo se corrieron definitivamente de la política o volvieron al sector privado, sino que se enfermaron. No es el caso de Macri. Él aspira a seguir siendo el inspirador del cambio, el líder, el formateador de una nueva alianza en el poder. Pero no el ejecutor.

Si se dejan a un lado las proyecciones personales o las conjeturas de los análisis clásicos de la política, ese deseo –o, mejor dicho, ese no deseo– es bastante evidente para cualquiera que lo visite en su nueva oficina de la calle Alberdi, en Olivos. “Yo lo tengo que sentir”, les confiesa abiertamente a sus visitantes. Y el problema es que no lo siente.

Ambivalente. Esa mezcla de sentimientos tenía cuando perdió, en 2019, con el 41% de los votos. Lo sabía: había una parte de él que se sentía liberado al tener que dejar aquella silla eléctrica. Sentimientos encontrados que se le vienen a la mente, cuando piensa en repetir el experimento, como quien fantasea con la vuelta a una pareja tóxica. Entonces, cuando se tienta, reingresan a su memoria las 14 toneladas de piedras y las frases extorsivas, como las que escuchaba en 2018, su ministro de la Producción, Francisco Cabrera, de las delegaciones sindicales: “Ustedes no llegan ni a noviembre”.

¿Y su núcleo duro? ¿Ese voto macrista que está esperando que sea él? Su tarea, cree, es hacerles comprender que él puede inspirar un cambio, sin necesidad de volver a ser presidente.

“Vos tenés que ser el candidato, Larreta no va a cambiar nada”, esa es la frase que escucha Macri cuando lo visitan algunos periodistas o analistas políticos famosos. Una frase que, por muchas razones, lo divierte. La palabra “cambio” se volvió un término en disputa, que hasta Máximo Kirchner busca capturar. El hijo de Cristina se queja porque la coalición opositora le “robó” una palabra que, según él, le corresponde al kirchnerismo. “El cambio somos nosotros”, dice, sin sonrojarse. Escuchar la palabra “robo” en boca de Máximo no deja de resultar una rareza.

El entorno de Macri recibió con un poco de sorna la frase que Horacio Larreta dejó esta semana en LN+. “Puedo enfrentar a cualquiera en una interna. A Macri o a cualquier otro”. En las oficinas del expresidente, un hombre de su confianza lo resumía así: “Y, bueno, si Horacio quiere perder, que entre en la cancha”.

Las tensiones en Pro por la carrera hacia 2023 y la diferenciación de una porción de la UCR, hoy recargada, con relación al macrismo puro son lentas pero evidentes. El contexto político propicia y multiplica las ambiciones de la oposición. Las encuestas serias relevan que cualquier presidenciable de JxC, si las elecciones fueran hoy, le ganaría a cualquier figura del oficialismo: por eso todos creen que pueden ser.

El punto, para Macri, remite al título de su nuevo libro: ¿ser para qué? La palabra “cambio” no representa lo mismo para todos.

Macri cree que no solo el peronismo ha sido secuestrado por Cristina, sino que su propia alianza también fue secuestrada, en parte, por el populismo. Secuestro y rescate son palabras con resonancias pesadas en su historia personal.

El politólogo Andrés Malamud, ligado al mundo de la UCR y a la candidatura de Facundo Manes, lo interpreta así: “Macri piensa que el 70% del radicalismo es populista, que contagió al 30% de Pro, que es Rodríguez Larreta. Fijate que está poniendo a Rodríguez Larreta no solo como populista, sino como minoritario. Asume que el 70% de Pro es macrista. Macri busca marcar la agenda de esa alianza, y que la próxima coalición no sea populista sino ajustadora. Es decir, que haga lo que hay que hacer: lo mismo que antes, pero más rápido”. Tetaz, Quetglas, Carolina Losada, Loredo, el puntano Alejandro Cacace son sus hijos políticos radicales preferidos. Alfredo Cornejo es el líder del radicalismo amarillo. Macri lo admira porque supo ajustar a tiempo.

“Horacio, si no expresás el cambio no vas a llegar”, le aconsejó, hace unos meses, el fundador de Pro a Larreta, que quiere poner al 70% de la política adentro de su proyecto político. Un porcentaje que necesariamente incluye a los gobernadores peronistas no kirchneristas: Schiaretti, Perotti, Uñac. Macri escucha el nombre de Schiaretti y se le eriza la piel. Aún está fresca en su memoria su fallida experiencia con los popes del peronismo republicano. Es que los mismos personajes con los que piensa acordar Larreta, con el cordobés a la cabeza, también buscaban acordar con él, después de su triunfo en 2017. Entonces, los representantes territoriales de la Argentina productiva querían ir, aparentemente, hacia un país sensato, junto con el sello Cambiemos. Pero fue justo ahí cuando Cristina tocó el silbato. Y apenas lo hizo, se fueron con ella y los dejaron solos, a él y a Miguel Pichetto, que los articulaba. Despechos de la política que lo dejaron marcado.

En la intimidad, se pregunta, igual que María Eugenia Vidal: ¿qué incentivos pueden tener los gobernadores peronistas para acordar con un futuro próximo gobierno de Juntos por el Cambio? Más bien, les conviene denunciar el ajuste. Macri sigue incluyendo a Vidal como presidenciable. Tal vez porque su nombre le sirve para quitarle votos a Larreta en una interna.

Para Macri, el Pacto de la Moncloa o el acuerdo político de Israel, en los 80, que convirtió a ese país en una potencia, son ejemplos de un “mundo ideal” impracticable en la Argentina. Está convencido de que, lo que se amplió con respecto a 2015 es la conciencia de los argentinos: hoy la mayoría está por una transformación de shock al principio, aunque tenga un alto costo social. En 2015 la ecuación era al revés. “Me tocó lo peor”, dice. Y hace cuentas: el año pasado Larreta estaba arriba en cualquier sondeo, hoy el panorama se invirtió: la que está arriba es Patricia porque sintetiza mejor el cambio de la Argentina.

En su melodía política, Larreta debería salir, cada vez más, de su zona de confort, la conciliación, e ir hacia la confrontación con la Argentina de los Moyano, por poner una imagen que todo el mundo entiende.

Pero ¿y la derrota de Bolsonaro? ¿No le estaría dando la razón a Larreta? No. Fue casi un empate, especula. En el mundo se consolidan los liderazgos fuertes. ¿Larreta será blando?

Secuestrado. Así arranca el flamante libro de Macri, Para qué, con la historia del trauma de su secuestro en los 90 y el corolario de una inesperada liberación, que no fue solo física sino, sobre todo, emocional. “Mientras estaba encerrado en una caja de 2×2 me preguntaba para qué y qué quería hacer realmente con mi vida”. Paradójicamente su secuestro lo liberó del mandato de un padre dominante, que le había diseñado el destino: ser su sucesor. Lo malo, a veces, puede ponerse al servicio de lo mejor.

Encerrado, planeó su primer rescate. Liberado, hoy planifica el segundo. El segundo rescate apunta a liberar a Juntos por el Cambio de las garras del populismo.

Por Laura Di Marco para lanacion.com.ar

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Los insultos de Milei, ¿espejo del argento?

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PARA LA NACION

El lunes por la noche, en la Fundación Faro y ante una audiencia amiga, Milei tomó una decisión audaz para su escudería: entrar en abstinencia de insultos. Una jerga a la que tiene adicción, ya desde sus tiempos de panelista. Algún adicto podría decirle, como ocurre en los grupos que tratan los consumos problemáticos: solo por hoy. Es decir, veremos si logra despojarse en el tiempo –y en medio de una campaña electoral violenta– de una fórmula que lo hizo fenomenalmente popular y que logró establecer un puente comunicacional eficaz con una Argentina en la que, desde hace 15 años, seis de cada diez ciudadanos no terminan el colegio secundario en tiempo y forma.

Los insultos presidenciales, ya una marca registrada del mileísmo, expresan además una cruzada identitaria contra el correctismo político. O contra la hipocresía de la “casta” que, en la narrativa presidencial, arrasó al país, pero –eso sí– con buenos modales. Ese es su caballito de batalla contra los “sommeliers” de las formas que “carecen de ideas”.

La promesa de abstinencia vino después de un extenso relevamiento que hizo La Nación el último fin de semana, en el que contabilizó 611 insultos en los últimos 100 días, 57 de ellos relacionados con el sexo anal. La andanada, según muestra la exploración, se fue radicalizando y creciendo, igual que sus seguidores. Ejemplo: la mayoría de los insultos fueron lanzados en el streaming del “Gordo Dan”, acaso uno de sus más violentos tuiteros. “El Gordo Dan” también fue cambiando su tonalidad: de médico genetista que ayudaba a los niños –una suerte de “Santi” Maratea de la derecha– a odiador serial.

Como rememora el analista internacional Álvaro Zicarelli, quien se asume públicamente como gay y que participó activamente, entre 2020 y 2023, del protomileísmo, Daniel Parisini (el nombre verdadero de “Dan”) era un médico que tenía, sí, un discurso anticomunista, conservador, antivegano y sobre todo apuntado contra el correctismo político, pero de ningún modo tenía posiciones discriminatorias hacia los homosexuales. Intelectual muy cercano al fallecido Juan José Sebreli, Zicarelli argumenta: “De lo contrario, jamás se habría sentado conmigo”.

Una escena reciente revela hasta qué punto la violencia verbal y la cultura de la discriminación hacia las diversidades sexuales empiezan también a permear o, tal vez, a habilitar emocionalmente a un sector de la sociedad que se sentía inhibido por los modos del wokismo.

“Participo de muchas mesas de varones –confiesa un hombre relevante del mundo editorial– y lo que hace cinco años era impensable hoy se puede decir. Escucho, atónito: ‘Ese puto, ¡quién se cree que es!’, o ‘a esa puta la conozco’, ‘fulana es una loca’”. El editor del que hablamos no tiene dudas de que si Milei es reelegido estaremos ante un sociedad extremadamente más violenta e intolerante.

Es cierto que, como apunta provocativamente el consultor Jorge Giaccobe, del otro lado del mostrador hay más “Mileis que Kovadloffs”. Es decir, Milei le habla a un amplio sector de la sociedad que se le parece y lo hace en su propio lenguaje. Pero es igual de cierto que desde lo más alto del liderazgo político se puede extraer lo mejor o lo peor de las personas. Sucede como en la vida: hay personas que sacan nuestra mejor versión y otras que nos conectan con nuestra más profunda oscuridad. Al argento que tira la basura en plena avenida Santa Fe no se le ocurriría arrojar ni una pizca de papel sobre la Quinta Avenida.

¿Alguien dejaría de votar a Milei por sus insultos? Hoy seguramente no. No mientras mantenga a raya la inflación y ordene la macroeconomía. Pero, como dice el encuestador Lucas Romero, si el Presidente se mantuviera en silencio ganaría en imagen positiva. Dicho de otro modo: la violencia verbal no le quita votos, pero le impide sumar más.

Milei, como Cristina Kirchner, está convencido de que se discuten sus formas porque la oposición –y eventualmente cualquier detractor– carece de ideas. Cristina le daba otra vuelta a esa narrativa: se fijan en el tamaño de mi cartera, ha dicho decenas de veces, porque lo que les molesta es el fondo. Es decir, las políticas del kirchnerismo que, según ella, mejoraron la redistribución del ingreso. Convengamos, sin embargo, que al lado de Milei Cristina es la condesa de Chikoff.

Ocurre que las formas nunca están desligadas del fondo. ¿O acaso la forma que eligió el kirchnerismo para construir poder –la corrupción– no contaminó el fondo de ese proyecto político? El 80% de lo que lastima no es tanto lo que se dice, sino cómo se lo dice. El cómo siempre hace al qué.

Es cierto, como dice Giaccobe, que el tono emocional de los principales bandos que hoy hablan de política es violento. Pero también lo es que la agresividad verbal de Milei es un parteaguas: la mitad de la Argentina la rechaza, sobre todo ese 26% que votó en primera vuelta a Patricia Bullrich y luego se volcó por él. Los “viejos meados”, en palabras del “Gordo Dan”.

Los años por venir definirán si aquel editor espantado en una mesa de varones antiwoke –identificados con la derecha conservadora– tiene razón o si la sociedad se harta de la marea violeta y fabrica los anticuerpos necesarios para preservar el corazón de una democracia: el respeto por la otredad.

Por Laura Di Marco

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Narrativa y misticismo, el triángulo esotérico del Presidente

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PARA LA NACION

Laura Di Marco

Santiago Caputo, el mago del Kremlin, el monje, las manos del rey, tiene tatuada en la espalda la psicografía del Hombre Gris dibujada por el vidente argentino Benjamín Solari Parravicini. Una psicografía o predicción que presuntamente advertía, décadas antes de que sucediera, el advenimiento de Javier Milei, el hombre que salvaría a la Argentina.

Al menos así surge de la interpretación del grupo Las Fuerzas del Cielo o el llamado Grupo de los Seis, jóvenes tuiteros que rodean al asesor estrella del Presidente, fanáticos de Parravicini, liderados por Agustín Romo y el Gordo Dan. De hecho, fue Romo quien le regaló a su jefe dos gigantografías que Caputo luce en su despacho: las de El Hombre Gris y Faro de Faro. De ahí el nombre de su fundación, Faro. Romo es un gran batallador en contra de la “ideología woke”.

Misticismo y política cada vez se tejen con más nitidez en la narrativa libertaria, en la que el Presidente está rodeado, más que por un triángulo de hierro, por un triángulo esotérico. Es en este contexto en el que hay que comprender la reciente reunión, en su oficina de la Casa Rosada, entre Santiago Caputo y la sobrina nieta de Parravicini, Marcela Podestá Costa. La invitada fue recibida durante dos horas y homenajeada con una selfie, en la que se recorta, detrás, la gigantografía del Hombre Gris, la misma que el consultor se tatuó en el cuerpo cuando prometió (y acertó) que el libertario saldría primero en las PASO de 2023. La anécdota es relatada en Las Fuerzas del Cielo (Planeta), el próximo libro del periodista Juan Luis González, quien ya antes había publicado la exitosa biografía presidencial El Loco.

En esta cosmovisióntambién muy presente en la hermana presidencial, Milei, más que un líder político, sería una suerte de enviado por el “Uno” –así llama el Presidente a Dios– y también blindado por él. Los intelectuales y políticos que se quejan del poco cuidado institucional de LLA deberían observar la escena desde este panóptico libertario: solo desde ese sitio todo se decodifica mejor. Del mismo modo hay que leer la frase de cabecera presidencial, que no es política, sino espiritual: “La victoria en la batalla no depende de la cantidad de soldados sino de las fuerzas que vienen del cielo”. Una cita del Libro de los Macabeos. Un dato revelador: en el debut de la agrupación Las Fuerzas del Cielo, en noviembre pasado, los jóvenes mileístas lucieron el pin de la “cruz orlada”, otro fetiche de la simbología de Parravicini. La misma cruz fue exhibida por Caputo y su tropa en la última apertura de las sesiones ordinarias en el Congreso.

No es la primera vez que Podestá Costa visita la Casa Rosada. Hace un año, también se reunió con los hermanos Milei en la Casa Rosada, a quienes les llevó como obsequio aquella cruz insignia de su tío abuelo, aunque luego se quejó por su uso político. Contradicciones esotéricas.

Los caprichos del destino conectan a Parravicini con la astróloga Ludovica Squirru. El abuelo de Ludovica, Carlos Squirru, era amigo del Nostradamus argentino. Parravicini le llevaba sus revelaciones, canalizadas según Parravicini, por el arcángel San Gabriel.

Adentrarse en el mundo de los hermanos Milei es alumbrar un territorio en el que la política, lo público, lo privado y sobre todo lo místico se funden en un mismo universo. Las fronteras son difusas y confusas. Las lógicas, diferentes de todo lo conocido. Se trata de un territorio plagado de brujos, rabinos esotéricos, revelaciones, apariciones y terapias alternativas, muchas de ellas convalidadas y adoptadas por parte de la sociedad –es importante recalcarlo–, sobre todo por las clases medias urbanas. La ciencia tradicional es otro blanco de esta cultura emergente.

En su reciente biografía sobre Karina Milei (Karina. La Hermana. El Jefe. La Soberana, de Editorial Sudamericana), Victoria De Masi, su autora, relata cómo se suben o se bajan peldaños en La Libertad Avanza. “Karina te escanea y sabe –advierte De Masi–. Si tu energía es baja, es suficiente para que te expulsen del movimiento. Lo importante para ellos es vibrar alto”. Podría traducirse con otra frase de Milei: “Los argentinos de bien”. Otra frase de la cultura espiritual, no de la política tradicional. Lo mismo podría decirse del nombre que les otorga a sus enemigos. A Larreta lo ha bautizado “El Siniestro” y a los “zurdos”, “enfermos del alma”.

El historiador italiano Loris Zanatta diría que todos los populismos son, en el fondo, mascaradas de religiones que dividen al mundo entre buenos y malos. Y que cada populismo tiene a sus propios buenos y malos.

Juan Luis González cuenta en El Loco que Milei padeció una profunda crisis personal en la pandemia. Durante aquella peste habían fallecido su terapeuta y uno de sus cinco perros, clonados de Conan. De aquella crisis lo rescató su hermana Karina. Tan mal estuvo que su hermana lo llevó a vivir nuevamente a la casa de sus padres, los mismos a quienes Milei ha reseñado, más de una vez, como los verdugos de una infancia violenta.

Fue en ese lapso, cuenta González, cuando el líder libertario sufrió una revelación, supuestamente de Dios: sería presidente en 2023. Poco antes de la pandemia, suma De Masi en su trabajo de investigación, la misma “revelación” fue hecha a los hermanos por el Brujo Gustavo, un extraño personaje que se acercó en 2018 al entorno mileísta, pero que luego terminó traicionando a Javier. El mismo mensaje le trajo el rabino ortodoxo Axel Wahnish, el guía espiritual que parece haber reemplazado a su terapeuta fallecido durante la pandemia.

Pero atención que Parravicini es el rockstar de Santiago Caputo y la guardia pretoriana digital joven de Milei, no de Javier ni de Karina. Ellos, en todo caso, lo adoptaron y tienen otros referentes. Así lo describen los periodistas Manuel Jove y Maia Jastreblansky en El Monje, la verdadera historia de Santiago Caputo, el guionista de Milei (Planeta), otro texto que el mercado editorial lanzará en abril para la Feria del Libro. Allí, los autores se zambullen en el más enigmático personaje del mundo libertario y de sus seis adláteres: Macarena Alifraco, la más influyente al lado del operador; El Gordo Dan; Agustín Romo; Juan Doe, Tomás Jurado y Lucas Luna (Sagaz, en X). Todos ellos se conocieron en el territorio digital, aunque Ramiro Marra hizo, luego, de nexo. Si La Cámpora se movía entre blogs, Las Fuerzas del Cielo orbita entre los tuits.

Treintañeros casi todos, comparten guiños esotéricos generacionales y una fascinación por los signos y símbolos del Imperio Romano, íconos que circulan, por ejemplo, en juegos online entre los jóvenes de su generación. Por caso, una de las cuentas que se le atribuyen a Santiago Caputo lleva como nick @MileiEmperador. Series como Peaky BlindersGame of Thrones o la saga de Star Wars forman parte de la estética joven libertaria y, por qué no, de esta nueva forma de hacer política.

Jove cuenta que Lucas Luna le regaló a su jefe un prendedor de la simbología de Star Wars: las manos del Rey. Los jóvenes ya preparan un manual fundacional de la doctrina libertaria, Las Epístolas del Cielo, cuya tapa anda circulando por X. Académicos tradicionales, abstenerse: la cultura popular hollywoodense, unida a un particular misticismo, ha llegado al poder.

Con la democracia liberal en crisis, si alguien pretende comprender a este animal político exótico que es Milei –y sus seguidores– con categorías del siglo XX, fracasará. Para adentrarse en esta nueva lógica, mejor desentrañar al maestro Yoda o a su discípulo Luke Skywalker, un redentor o un elegido de La Fuerza. En este caso, de Las Fuerzas del Cielo. La lucha ya no es –desde hace rato– entre izquierdas y derechas, dirían los libertarios, sino, como en La guerra de las galaxias, entre la luz y la oscuridad.

Por Laura Di Marco

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Filosofía carnívora: las paradojas de Trump y Milei

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Envalentonado por el triunfo del norteamericano, Milei no dudó en acusar a los inmigrantes de asesinos, a los gays de abusadores de menores y a las feministas de practicar la pedofilia

  • 23 de enero de 2025

La primera paradoja de un libertario como Javier Milei es haber tomado de un neomarxista la idea central de su discurso en Davos. ¿Y eso? Así es. Milei desplegó a tope, en Suiza, la idea de “batalla cultural” creada por el italiano Antonio Gramsci. Pero la cosa no quedó ahí. Gramsci también ha sido cultor del concepto de “hegemonía” (contrario a la “vieja” democracia liberal, que promueve la diversidad política, cultural, religiosa y sexual), que también parece gustarle al presidente argentino, como se desprende de uno de sus últimos tuits, en el que prometió salir a buscar, hasta el último rincón del planeta, a los “zurdos hijos de puta”. Gramsci sería un candidatazo de esa imaginaria cacería.

La segunda paradoja es que el líder que, en poco más de año, destapó gran parte de la mugre de un sistema corrupto como el kirchnerismo y combatió el mayor impuesto a la pobreza, como es la inflación, no dude en meterse en una batalla tan oscura como lo es transformar en perversiones los mejores derechos ganados por las democracias occidentales. Porque realmente hay que retroceder muchas décadas para encontrar un discurso tan reaccionario en el plano moral como el que esbozó Milei ayer en la cumbre de Davos. Exposición en la que, paradójicamente, difuminó sus verdaderos éxitos y las reales razones por las que fue votado: el ordenamiento de la macroeconomía, la “doma”, en lenguaje mileísta, de piqueteros y gerentes de la pobreza o las muy buenas expectativas de crecimiento para este año.

Milei considera que el aborto fue “inventado” con la excusa de que el aumento de la población terminaría con el mundo, pero el resultado, concluyó, es que “ahora los nacimientos son cada vez más escasos”
Milei considera que el aborto fue “inventado” con la excusa de que el aumento de la población terminaría con el mundo, pero el resultado, concluyó, es que “ahora los nacimientos son cada vez más escasos”- FABRICE COFFRINI – AFP

Por el contrario, y envalentonado por el triunfo de Trump, Milei no dudó en acusar a los inmigrantes de asesinos, a los gays de abusadores de menores y a las feministas –en su “versión más extrema”, según aclaró– de practicar la pedofilia. Lo sorprendente es que, en la red de su amigo Musk, muchos de sus seguidores negaban que Milei haya dicho lo que, en verdad, dijo. Cada cual recorta al Milei que más le gusta o escucha lo que quiere escuchar.

Hay que retroceder muchas décadas para encontrar un discurso tan reaccionario en el plano moral como el que esbozó Milei ayer en la cumbre de Davos

Es curioso escuchar sus reflexiones sobre el aborto. El Presidente considera que fue “inventado” con la excusa de que el aumento de la población terminaría con el mundo, pero el resultado, concluyó, es que “ahora los nacimientos son cada vez más escasos”. La paradoja es que él mismo eligió no tener hijos porque sufrió siendo hijo, según relató él mismo en varias entrevistas. Es decir, ejerció un derecho, el mismo que parece negarles ahora a las mujeres: el de querer ser madres o no.

LAS 10 Frases Mas Destacadas Del Discurso De Milei
LAS 10 Frases Mas Destacadas Del Discurso De Milei

En términos de la construcción de una narrativa desapegada de los datos, convengamos en que Milei no tiene nada para envidiarle a Cristina, sobre todo cuando habla de temas que le son completamente ajenos: ecología, derechos de las mujeres, reproductivos, diversidad sexual. Ignora datos sin mosquearse, aunque es extremadamente exitoso con sus palabras, si lo medimos en términos de cuántos le creen.

¿Acaso mujeres y hombres no son perfectamente iguales en un mundo libre?, se preguntó en Davos. Si en lugar de mirar dentro de su propio dogma indagara en los datos, vería los resultados del propio World Economic Forum: en un relevamiento realizado en 156 países llegó a la conclusión de que las mujeres están a 267 años de distancia de la real paridad en términos económicos. Al margen de que la pobreza no solo es de dinero, sino de tiempo.

Javier Milei en el Foro Económico Mundial de Davos
Javier Milei en el Foro Económico Mundial de DavosFABRICE COFFRINI – AFP

En la última Encuesta Nacional de Uso del Tiempo se revela que las mujeres emplean más de seis horas de su día en tareas domésticas y de cuidados de otros, contra tres de los varones. Tiempo restado a la construcción de, por ejemplo, una carrera profesional. La inequidad es tan obvia y constatable como afirmar que el agua moja. ¿Será que, en este caso, Milei no la ve?

En Davos, el Presidente se entrevistó con los hombres más poderosos del mundo: James Quincey, de Coca Cola; Elon Musk; Mark Zuckerberg, CEO de Meta; Sam Altman, número uno de Open AI; Sundar Pichai, CEO de Google; Tim Cook, director ejecutivo de Apple, y Marc Benioff, CEO de Salesforce. Todos varones megamillonarios. Por eso resulta, incluso, gracioso cuando afirma que el feminismo busca “privilegios”, cuando, en verdad, ONU Mujeres revela que el 70% de la pobreza en el mundo es femenina. De nuevo, pobreza de tiempo y de dinero.

Un relevamiento realizado por el Foro Económico Mundial en 156 países llegó a la conclusión de que las mujeres están a 267 años de distancia de la real paridad en términos económicos. Al margen de que la pobreza no solo es de dinero, sino de tiempo.

Otra paradoja divertida: los gigantes tecnológicos que Milei ama tienen cupo femenino para el alto liderazgo, dentro de la cúpula de sus propias corporaciones. ¿Se lo habrán contado a Milei?

Desde que asumió como dueño de la Casa Rosada, solo se dejó entrevistar por periodistas argentinos varones que él mismo selecciona, a excepción de estrellas televisivas como Mirtha Legrand o de su actual novia, Yuyito González. Esa exclusión no solo es desigualdad; también es violencia.

Y, sin embargo, la paradoja es que Milei ha colocado a mujeres en lugares de enorme empoderamiento, como a su propia hermana, a quien nombra en masculino: El Jefe. Un ejemplo reciente desnuda el poder de Karina. Cuando hace pocos días el intendente de Tres de Febrero, Diego Valenzuela, se reunió con el líder libertario para anunciarle el pase a sus filas, Milei se entusiasmó: “Me encanta –le dijo– pero antes hay que preguntarle a Kari”.

Pero no solo es Kari. A su lado también brillan las ministras Patricia Bullrich y Sandra Pettovello, además de nuevas figuras libertarias como la propia vicepresidenta, Victoria Villarruel, Juliana Santillán o Emilia Orozco, entre muchas otras. En el mundo de Cristina Kirchner, feminista de la última hora, pocas mujeres brillaron de ese modo. Ella se ocupaba de opacarlas.

Mlei ha colocado a mujeres en lugares de enorme empoderamiento, como a su propia hermana Karina, a quien nombra en masculino: El Jefe
Mlei ha colocado a mujeres en lugares de enorme empoderamiento, como a su propia hermana Karina, a quien nombra en masculino: El JefeMELINA MARA – POOL

En el verano de 2023, dos gemelas argentinas se arrojaron del tercer piso de un edificio en Barcelona a raíz del bullying que sufría una de ellas por su orientación sexual. Por eso es estigmatizante y peligroso anudar homosexualidad con pedofilia en boca de un presidente, en un escenario mundial como Davos, como intentó hacerlo Milei relatando un solo caso de un matrimonio de homosexuales que abusaba de sus hijos adoptivos.

La paradoja es que Milei ha colocado a mujeres en lugares de enorme empoderamiento, como a su propia hermana, a quien nombra en masculino: El Jefe

La realidad es al revés, tal como le recordó en un tuit el “lilito” Maximiliano Ferraro, quien lo invitó a echarles un vistazo a los datos del Ministerio Tutelar de la Ciudad de Buenos Aires: la mayoría de los abusos contra niños y niñas son perpetrados por hombres heterosexuales y dentro de la propia familia. “¿Acaso no saben que la mayoría de los presos son hombres?”, volvió a interrogarse Milei, en Suiza. Tal vez habría que recordarle que algunos de ellos lo están por matar mujeres. En la Argentina, una mujer es asesinada por día por su pareja heterosexual.

Trump, su padrino mundial, también es un cúmulo de paradojas. Una de sus frases predilectas es: “Cuando alguien te reta, lucha. Sé brutal, sé duro”. Y, sin embargo, podría devenir en un líder global pacificador, con su promesa de dejar de financiar guerras por fuera de las fronteras de los Estados Unidos. Mientras, líderes más “humanos”, como Obama o Clinton, las incrementaron.

“¿Por qué odia tanto? Tiene que haber una explicación personal”, reflexionó el reconocido sociólogo francés Olivier Alexandre ante Luisa Corradini, la enviada especial de LA NACION a Davos. Alexandre da en el clavo porque esa razón existe y está en su infancia: Milei padeció a un padre que le dedicaba frases hirientes e insultos como “inútil”, “inservible”, “nunca vas a llegar a nada”. Como suele suceder con todos los líderes, varias de las razones de sus políticas acechan, escondidas, en los hechos de sus biografías.

Por Laura Di Marco

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