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Macri planea su segundo rescate

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En su interior, Mauricio Macri sabe que no va a volver a ser candidato a presidente. Sabe que no quiere, aunque juegue a que quiere. No es una sensación solitaria. Y aunque no lo digan abiertamente, no son pocos los dirigentes de Cambiemos –la vieja marca con la que Macri llegó al poder en 2015– que quedaron tan desgastados de lidiar con un Estado tomado por otros dueños, con los instrumentos de navegación rotos, un empresariado formateado, en gran medida, en la mentalidad populista, la mafia sindical y los Grabois de la vida, que prefirieron correrse y no volver a poner los pies en el barro.

Nadie cuenta demasiado esta experiencia, la de un gobierno no peronista en el poder. Algunos no solo se corrieron definitivamente de la política o volvieron al sector privado, sino que se enfermaron. No es el caso de Macri. Él aspira a seguir siendo el inspirador del cambio, el líder, el formateador de una nueva alianza en el poder. Pero no el ejecutor.

Si se dejan a un lado las proyecciones personales o las conjeturas de los análisis clásicos de la política, ese deseo –o, mejor dicho, ese no deseo– es bastante evidente para cualquiera que lo visite en su nueva oficina de la calle Alberdi, en Olivos. “Yo lo tengo que sentir”, les confiesa abiertamente a sus visitantes. Y el problema es que no lo siente.

Ambivalente. Esa mezcla de sentimientos tenía cuando perdió, en 2019, con el 41% de los votos. Lo sabía: había una parte de él que se sentía liberado al tener que dejar aquella silla eléctrica. Sentimientos encontrados que se le vienen a la mente, cuando piensa en repetir el experimento, como quien fantasea con la vuelta a una pareja tóxica. Entonces, cuando se tienta, reingresan a su memoria las 14 toneladas de piedras y las frases extorsivas, como las que escuchaba en 2018, su ministro de la Producción, Francisco Cabrera, de las delegaciones sindicales: “Ustedes no llegan ni a noviembre”.

¿Y su núcleo duro? ¿Ese voto macrista que está esperando que sea él? Su tarea, cree, es hacerles comprender que él puede inspirar un cambio, sin necesidad de volver a ser presidente.

“Vos tenés que ser el candidato, Larreta no va a cambiar nada”, esa es la frase que escucha Macri cuando lo visitan algunos periodistas o analistas políticos famosos. Una frase que, por muchas razones, lo divierte. La palabra “cambio” se volvió un término en disputa, que hasta Máximo Kirchner busca capturar. El hijo de Cristina se queja porque la coalición opositora le “robó” una palabra que, según él, le corresponde al kirchnerismo. “El cambio somos nosotros”, dice, sin sonrojarse. Escuchar la palabra “robo” en boca de Máximo no deja de resultar una rareza.

El entorno de Macri recibió con un poco de sorna la frase que Horacio Larreta dejó esta semana en LN+. “Puedo enfrentar a cualquiera en una interna. A Macri o a cualquier otro”. En las oficinas del expresidente, un hombre de su confianza lo resumía así: “Y, bueno, si Horacio quiere perder, que entre en la cancha”.

Las tensiones en Pro por la carrera hacia 2023 y la diferenciación de una porción de la UCR, hoy recargada, con relación al macrismo puro son lentas pero evidentes. El contexto político propicia y multiplica las ambiciones de la oposición. Las encuestas serias relevan que cualquier presidenciable de JxC, si las elecciones fueran hoy, le ganaría a cualquier figura del oficialismo: por eso todos creen que pueden ser.

El punto, para Macri, remite al título de su nuevo libro: ¿ser para qué? La palabra “cambio” no representa lo mismo para todos.

Macri cree que no solo el peronismo ha sido secuestrado por Cristina, sino que su propia alianza también fue secuestrada, en parte, por el populismo. Secuestro y rescate son palabras con resonancias pesadas en su historia personal.

El politólogo Andrés Malamud, ligado al mundo de la UCR y a la candidatura de Facundo Manes, lo interpreta así: “Macri piensa que el 70% del radicalismo es populista, que contagió al 30% de Pro, que es Rodríguez Larreta. Fijate que está poniendo a Rodríguez Larreta no solo como populista, sino como minoritario. Asume que el 70% de Pro es macrista. Macri busca marcar la agenda de esa alianza, y que la próxima coalición no sea populista sino ajustadora. Es decir, que haga lo que hay que hacer: lo mismo que antes, pero más rápido”. Tetaz, Quetglas, Carolina Losada, Loredo, el puntano Alejandro Cacace son sus hijos políticos radicales preferidos. Alfredo Cornejo es el líder del radicalismo amarillo. Macri lo admira porque supo ajustar a tiempo.

“Horacio, si no expresás el cambio no vas a llegar”, le aconsejó, hace unos meses, el fundador de Pro a Larreta, que quiere poner al 70% de la política adentro de su proyecto político. Un porcentaje que necesariamente incluye a los gobernadores peronistas no kirchneristas: Schiaretti, Perotti, Uñac. Macri escucha el nombre de Schiaretti y se le eriza la piel. Aún está fresca en su memoria su fallida experiencia con los popes del peronismo republicano. Es que los mismos personajes con los que piensa acordar Larreta, con el cordobés a la cabeza, también buscaban acordar con él, después de su triunfo en 2017. Entonces, los representantes territoriales de la Argentina productiva querían ir, aparentemente, hacia un país sensato, junto con el sello Cambiemos. Pero fue justo ahí cuando Cristina tocó el silbato. Y apenas lo hizo, se fueron con ella y los dejaron solos, a él y a Miguel Pichetto, que los articulaba. Despechos de la política que lo dejaron marcado.

En la intimidad, se pregunta, igual que María Eugenia Vidal: ¿qué incentivos pueden tener los gobernadores peronistas para acordar con un futuro próximo gobierno de Juntos por el Cambio? Más bien, les conviene denunciar el ajuste. Macri sigue incluyendo a Vidal como presidenciable. Tal vez porque su nombre le sirve para quitarle votos a Larreta en una interna.

Para Macri, el Pacto de la Moncloa o el acuerdo político de Israel, en los 80, que convirtió a ese país en una potencia, son ejemplos de un “mundo ideal” impracticable en la Argentina. Está convencido de que, lo que se amplió con respecto a 2015 es la conciencia de los argentinos: hoy la mayoría está por una transformación de shock al principio, aunque tenga un alto costo social. En 2015 la ecuación era al revés. “Me tocó lo peor”, dice. Y hace cuentas: el año pasado Larreta estaba arriba en cualquier sondeo, hoy el panorama se invirtió: la que está arriba es Patricia porque sintetiza mejor el cambio de la Argentina.

En su melodía política, Larreta debería salir, cada vez más, de su zona de confort, la conciliación, e ir hacia la confrontación con la Argentina de los Moyano, por poner una imagen que todo el mundo entiende.

Pero ¿y la derrota de Bolsonaro? ¿No le estaría dando la razón a Larreta? No. Fue casi un empate, especula. En el mundo se consolidan los liderazgos fuertes. ¿Larreta será blando?

Secuestrado. Así arranca el flamante libro de Macri, Para qué, con la historia del trauma de su secuestro en los 90 y el corolario de una inesperada liberación, que no fue solo física sino, sobre todo, emocional. “Mientras estaba encerrado en una caja de 2×2 me preguntaba para qué y qué quería hacer realmente con mi vida”. Paradójicamente su secuestro lo liberó del mandato de un padre dominante, que le había diseñado el destino: ser su sucesor. Lo malo, a veces, puede ponerse al servicio de lo mejor.

Encerrado, planeó su primer rescate. Liberado, hoy planifica el segundo. El segundo rescate apunta a liberar a Juntos por el Cambio de las garras del populismo.

Por Laura Di Marco para lanacion.com.ar

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Laura Di Marco: “Cristina, partera de Milei”

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El editorial de Laura Di Marco en La trama del poder, por LN+

16 de septiembre de 2023 21:41

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Laura Di Marco

Avos que te gusta Javier Milei. O a vos, que te da miedo Milei, te pregunto: ¿Quién lo incubó? ¿Los medios, como dicen los kirchneristas? No.

A Milei lo incubó, lo engendró, lo parió Cristina Kirchner. Aquí, su partera, con la asistencia de Sergio Massa, el enfermero. ¿Te parece exagerado lo que digo? Arranquemos por el principio.

Con un tuit, en 2019 Cristina eligió a Alberto Fernández como candidato a presidente de la Argentina. Y aunque hoy se haya borrado del mapa frente al desastre que provocó, difícilmente le salga gratis.

Su criatura no le funcionó y, después de varios intentos fallidos, acudió a otra creación, Sergio Massa. Te lo cuento en números de Massa, que, en cualquier país normal, no podría ser siquiera concejal en Pehuajó. Desde que Massa es ministro de Economía llevó la inflación del 78,5% al 124%.

En agosto clavó un 12,4% de inflación. 80% acumulada en lo que va del año. En alimentos, trepa al 400%. Hoy estamos igual que hace 32 años, en los albores de la hiperinflación que tuvo Carlos Menem, poco antes de estabilizar la economía con la convertibilidad de Domingo Cavallo.

El 57% de la población vive con menos de 209 dólares por mes. Esto significa que, si lo calculamos al dólar blue, seis de cada diez argentinos vive con menos de 140 mil pesos por mes. Ni qué hablar si hacemos el cálculo al dólar oficial.

Tenemos la segunda inflación más alta del mundo, después de Venezuela, mientras nuestros vecinos de América del Sur no conocen el fenómeno. En una palabra: a diferencia del siglo XX, la inflación en la región es un fenómeno puramente kirchnerista.

¿Te das cuenta por qué Cristina es la partera de Milei y no los medios, los grupos concentrados, el imperio o la sarasa? Cuatro de cada seis argentinos están caídos del sistema.

Cristina, la partera de Milei
Cristina, la partera de Milei

¿Acaso no es lógico que este caos al que nos han llevado 20 años de centralidad kirchnerista en 40 años de democracia haya engendrado a un candidato que algunos llaman antisistema?

La semana pasada visitó la Argentina el periodista norteamericano Tucker Carlson para hacerle una entrevista a Milei. Lo trajo la gente de Milei (su candidato a jefe de Gobierno porteño, Ramiro Marra).

Fueron a comer a un restorán en Puerto Madero, eran seis personas en total y gastaron 75 mil pesos. Uno de los asesores de Milei le puso 100 dólares sobre la mesa, al lado de la cuenta.

-Este almuerzo vale casi 100 dólares, le dijeron. Prácticamente lo que cobra por mes un jubilado en la Argentina. Y el mes que viene, este almuerzo va a valer un 10 % por más.

Carlson se quedó mudo y preguntó: ¿cómo se puede vivir así? Después pidió ir a una “cueva” y se filmó con una montaña de pesos que le dieron a cambio de dólares.

A Carlson le explicaron que no solo en las villas la moneda dejó de existir y que se acude al trueque. Por los precios astronómicos de la ropa, la clase media también inventó su propio sistema de intercambio en ferias donde se hace un trueque de ropa de marca.

¿Te das cuenta por qué Cristina es la partera de Milei? Pero a Massa, que es muy creativo, se le ocurrió el plan platita, que tiene un costo, según Di Pace, de 3 billones de pesos.

Damian Di Pace
Damian Di Pace

La quita de ganancias beneficia a los que ganan menos de 1.770.000 pesos brutos. Un 15 por ciento de los 6 millones de trabajadores registrados.

¿Sabés cuantos quedaron afuera? Apenas 80 mil gerentes y puestos cargos jerárquicos. Apenas 80 mil de 6 millones que ganan más de 1.700.000. Así han destruido este país.

Mauricio Macri estuvo esta semana en LN+ y apoyó a Patricia Bullrich pero, además, habló de un sistema prebendario, mafioso, difícil de desmonta. Lo dijo así:

https://youtube.com/watch?v=jBr6mOXAezo%3Ffeature%3Doembed

A través de más de 70 años el peronismo se fue configurando una Argentina corporativa. ¿Qué significa? Que cada sector defiende lo suyo y, muy a menudo, de una manera mafiosa. A través de la matriz mafiosa defiende sus privilegios.

El kirchnerismo llevó ese sistema corporativo a su máxima expresión. Ese sistema prebendario, de sindicalistas ricos y trabajadores pobres; de empresarios prebendario, de jueces entongados con los empresarios prebendarios, es el que traba sistemáticamente las reformas que la Argentina necesita para despegar.

Quiero llevarte a los años 80. La burocracia sindical le hizo a Raúl Alfonsín 13 paros generales, íbamos camino a un híper. En esos años Israel, que hoy es una potencia en medio de una guerra, estaba igual que nosotros. Con 500% de inflación anual. Salió con un plan de reformas.

El gobierno de Alfonsín propuso sus propias reformas, resumidas en un plan que llamó Primavera. Mirá cómo le respondieron los verdaderos dueños del poder permanente.

https://youtube.com/watch?v=ulKPbU1l-aA%3Ffeature%3Doembed

Esta semana, Massa, el enfermero de este parto, fue encarado por un jubilado. Una víctima. La pasó mal.

Laura Di Marco

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Milei y Tucker Carlson, los nuevos gurúes de la derecha

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13 de septiembre de 202317:23

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Laura Di Marco

PARA LA NACION

Tucker Carlson, el polémico periodista norteamericano que viajó a la Argentina para entrevistar a Milei, cenó con cinco personas en un restaurante de Puerto Madero el último miércoles y se encontró con una cuenta de 75.000 pesos. “Casi 100 dólares; prácticamente lo que cobra por mes un jubilado –le informó uno de los asesores del libertario que lo acompañaban–. Y el mes que viene, esto mismo va a valer un 10% más”. El norteamericano quedó aturdido. Y solo cuando se recuperó preguntó lo obvio. ¿Cómo se puede vivir así? Luego pidió visitar una “cueva” para entender algo más sobre la lógica de un país ilógico. Un país destrozado, con casi el 40 por ciento de sus ciudadanos fuera del sistema, que lógicamente incubó a un candidato antisistema.

Los mileístas que lo guiaron en sus dos frenéticos días en la Argentina le explicaron algunos secretos poco analizados del fenómeno Milei. Un sector importante de la Argentina trabaja y vive en negro, no está bancarizado, acude al trueque o al canje. Pero este mundo paralelo o antisistema, podríamos decir, no sucede solo en la villa 31, donde el trueque, en las ferias, es moneda corriente. No. Sucede en la pujante clase media, ahora venida a menos. Desde hace un par de años, y por los precios astronómicos de la ropa nueva, surgieron ferias alternativas, puntos de intercambio de ropa de marca, adonde acude la clase media para dejar sus prendas (que obtuvo cuando aún podía darse el lujo de comprar ropa de marca) y las deja en consignación. También puede intercambiarlas por dinero o por una suerte de cupo para llevarse otras prendas, también usadas, pero en buen estado.

En una palabra: la clase media también reinventó su propio sistema de supervivencia tratando de mantener, como puede, un nivel de vida que cada vez le cuesta más sostener. Un fenómeno difícil de percibir para quienes aún tienen mucho para perder. “Lo de las ferias de la clase media suena lógico –afirma Fernando Cerimedo, estratega comunicacional de La Libertad Avanza–. Un pantalón en un shopping te sale 80.000 pesos, por eso los centros comerciales están vacíos. La gente común no vota a Milei porque es de derecha. La cuestión no es ideológica. La gente lo vota porque va al súper y no puede comprar un bife de chorizo y luego ven en la tele a un candidato que grita eso que le pasa. La gente razona: este siente lo mismo que yo”.

Entre otros emprendimientos, Cerimedo es dueño de La Derecha Diario, un periódico en espejo con La Izquierda Diario. Figura como uno de los principales aportantes en la campaña de La Libertad Avanza, tal como publicó recientemente la nacion. Antes, había sido consultor de Patricia Bullrich hasta que, según su versión, se apartó de la candidata de Juntos por el Cambio porque no definió “halconizarse” lo suficiente y a tiempo. Milei le terminó arrebatando la idea de cambio radical y Patricia debió conformarse con encarnar la idea de “orden” y “coraje”. ¿Le resultará suficiente? Cerimedo también había asesorado al candidato derechista Franco Parisi en las últimas elecciones chilenas, donde las coaliciones tradicionales quedaron rezagadas frente al avance de postulantes antisistema por derecha y por izquierda. Parisi hizo toda su campaña en forma virtual, nunca puso un pie en Chile y quedó tercero. ¿Por qué? Por la misma razón que Milei e, incluso, que Boric, el triunfador de esa contienda. Resultó que el jefe del Estado chileno es un presidente que encarna a la izquierda, sí, pero a una izquierda muy diferente de la clásica latinoamericana. Todo lo clásico parece estar muriendo. Parisi tuvo éxito en su campaña por internet desde Estados Unidos justamente porque se opone a lo tradicional.

Pero ¿cómo fue que Carlson se interesó por un libertario del fin del mundo? El nexo con el mundo mileísta fue el actor mexicano y activista de derecha Eduardo Verástegui, un fervoroso militante contra el aborto y flamante candidato a presidente recientemente inscripto en el país azteca.

Con más de 10 millones de seguidores en la plataforma X (ex-Twitter), a través de la cual difunde sus entrevistas con líderes de perfil internacional –la última con Donald Trump logró una audiencia de 300 millones de personas–, el tour argento de Carlson le sirvió de insumo para el mano a mano de una hora cuarenta con Milei.

La entrevista fue grabada en una locación alquilada especialmente para la ocasión. En 2021, la revista Time había destacado a Carlson como “el conservador más poderoso del país”, mientras se revelaba como un aliado crucial de Trump.

Pero ¿hablamos de liberalismo o de conservadurismo? Los nuevos líderes de la derecha o la ultraderecha son muy distintos entre sí, en una gama que va desde posiciones muy conservadoras, como la militancia en contra de la interrupción voluntaria del embarazo, hasta posturas ultraliberales, como la propuesta de crear un mercado de compraventa de órganos humanos. Así, el chileno Juan Antonio Kast se perfila mucho más conservador que Milei; Bolsonaro integró la “casta” política brasileña durante años, con sucesivos cargos en el sistema carioca, y Trump es un exótico megamillonario mediático desde hace décadas. Todos son parecidos, pero también muy diferentes.

Carlson se negó a grabar la entrevista en inglés, aunque Milei se lo propuso: quiso sentir la intensidad del candidato en su lenguaje original, así que optó por contratar a un buen intérprete. El norteamericano, que fue la cara de Fox News desde 2016 hasta este año (la cadena lo apartó de su staff por difundir noticias sobre un supuesto fraude en las elecciones estadounidenses de 2020), caminó las calles porteñas, habló con la gente que encontró a su paso y también entrevistó a Diana Mondino. Según los asesores de Milei, las preguntas no se acordaron previamente. Una frase del libertario impactó especialmente en el showman norteamericano. “Digo lo que pienso y hago lo que digo”. Aunque es verdad, también, que Milei fue moderando sus opiniones en sus declaraciones post-PASO, del mismo modo que Trump nunca erigió el muro con México que había prometido en campaña.

En la larga previa a la grabación, el líder de LLA le prometió a su entrevistador que, una vez que logre el “gran cambio” en la Argentina, se irá a su casa. Dejó entrever que no está allí por la plata sino por el bronce, aunque, claro, no lo dijo en esos términos, pero esa fue la idea. Una Argentina distinta es imposible con los mismos de siempre, es su eslogan estrella. Tal fue el impacto del anuncio del mano a mano Milei-Carlson que, hasta Elon Musk, el megamillonario dueño de X, había elogiado inicialmente con un tuit en su propia plataforma, aunque después pareció arrepentirse y lo borró. Milei se apropió de lo que visualizó como un apoyo de Musk y subió la apuesta: “¡Ambos (Carlson y Musk) son más que bienvenidos a venir a la Argentina el próximo año si tenemos éxito!”.

Ni el propio Milei esperaba la performance que tuvo el 13 de agosto. “Y ahora es un bilardista, tampoco da por ganada la elección”, afirman cerca de él. La noche anterior a las PASO, en una cena con los más cercanos, nadie creía realmente que Milei pudiera rozar siquiera el 30%. La novedad es que la derecha salió del clóset. No solo no se oculta la filiación, sino que además hay una reconfiguración de su significado. Tanto, que sus mentores tildan de “demagogos” a quienes se definen en el “centro”. El centro no existe, diagnostican: o sos de izquierda o sos de derecha.

La llave parece estar en los caídos del sistema, que eligieron saltar al vacío esperando que el paracaídas funcione. ¿Y si no? Nadie lo sabe.

Laura Di Marco

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Javier Milei: por qué arrasa, ¿genio o loco?

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30 de agosto de 202317:25

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Laura Di Marco

En la cocina comedor de su casa, en el barrio privado Valle Claro, de Benavídez, Javier Milei tiene una heladera especial destinada a acopiar latas del energizante Monster, una bebida común entre los jóvenes, sus votantes. Mango Loco es su sabor preferido. “Voy a pedir que me auspicien”, suele decir, en broma.

Jóvenes y pobres –los excluidos del sistema– fueron quienes definieron el resultado de las últimas primarias. ¿Definieron el resultado o se vengaron de quienes perciben como sus victimarios? Digamos todo: la Argentina es un yacimiento de liderazgos exóticos. De hecho, Milei genera tanta atracción en la prensa del exterior como, en su momento, generaban Cristina Kirchner y sus hijos políticos, La Cámpora. La “mileimanía”, ensaya el consultor Federico González, es una experiencia más religiosa que política. Y un producto típico del siglo XXI.

Se trata de un fenómeno inasible para quienes pretendan capturarlo con ojos del siglo XX. Primero porque es emocional, no racional. No importa lo que Milei diga; sus fans no lo escuchan. Podríamos decir que lo sienten. ¿Y qué sienten? “No lo votan por liberal o por ser de derecha, sino porque grita”, aporta Jaime Durán Barba, acaso el analista que mejor supo captar la crisis de representación política y la moda de los outsiders en las democracias occidentales.

Por eso los casilleros clásicos de la política, como izquierda o derecha, tropiezan con esa enorme dificultad: la habilidad de poder leerlo a la luz de un mundo que ha cambiado de un modo radical, a caballo de la revolución tecnológica.

Como afirmaba Natalio Botana en una entrevista reciente con La Nación: “Si uno revisa la historia de la Revolución Industrial ve que, cuando se producen estos impactos tecnológicos, siempre hay desajustes muy profundos en el plano social. Eso es lo que vieron en la primera revolución industrial los primeros pensadores socialistas y liberales; lo que vio un John Stuart Mill y lo que vio un Karl Marx”. Marx afirmaba que cuando una sociedad cambia su modo de producir bienes también cambian las formas de la política.

Primer desacople. Mientras Milei produce miedo y preocupación en el círculo rojo –ese mix de factores de poder y élites ultrainformadas–, entre sus votantes “comunes”, por decirlo de algún modo, solo genera esperanza. La información surge de los focus groups realizados luego de las primarias. El libertario es el vehículo más apto que han encontrado los excluidos y un sector de las clases medias, con altos niveles de hartazgo en sangre, para desmontar el armazón de la Argentina corporativa que configuró el propio peronismo. Sus fans, claro, no la llaman así, aunque sí sienten sus efectos.

Vamos a un focus group realizado en Córdoba, la provincia que le dio el triunfo a Macri en 2015. Una chica de 26 años, madre de una nena de 10, explica su voto al libertario: “Trabajo en blanco, estudié y me recibí aun siendo madre adolescente y no puedo siquiera soñar con comprarme una casa. Mientras, veo cómo les regalan terrenos a los que no trabajan. Terrenos que, encima, termino pagando con mis impuestos y a los que no puedo acceder por tener un trabajo formal”. La Argentina necesita un cambio de raíz, dice. Lo que terminó de convencer a esta joven mamá de clase media baja fue el crimen de Morena, en Lanús.

Está claro que el peronismo perdió, hace rato, el monopolio de la representación política de los sectores populares, pero lo verdaderamente anacrónico es el análisis que hace el propio kirchnerismo sobre la mileimanía, un fenómeno que claramente ayudó a incubar. Para los “hijos” de Cristina, en cambio, Milei es una avanzada “antiderechos” creada por los “medios hegemónicos”. No hay peor ciego que el que no quiere ver.

El propio Milei describió en el Council de las Américas a los enemigos de su batalla cultural (y los de sus votantes): empresarios prebendarios, políticos de la “casta” que viven de la teta del Estado y que regalan lo que no es de ellos, medios de comunicación tradicionales, burocracia sindical e intelectuales a los que definió como “operadores del poder”. El rechazo mileísta pareciera abarcar a todo aquello que configuró la cultura política del siglo XX.

Milei está obsesionado con la muerte. Es un temor que lo persigue desde siempre. Tal vez por eso explora la posibilidad de la inmortalidad física. Uno de sus libros de cabecera, apoyado sobre la mesa del living de su chalet de dos plantas, es La muerte de la muerte, de José Luis Cordeiro y David Wood. En su portada, los autores se preguntan: ¿será la muerte, en apenas unas décadas, algo opcional?

¿Expresa el libertario la muerte de un sistema o solo estamos ante una anomalía, un paréntesis fruto de la profunda crisis que atravesamos? Meses atrás, el líder de un grupo empresario invitó al libertario a sus oficinas para conocer sus ideas. Quería saber, por ejemplo, cómo pensaba resolver el problema de los piquetes en CABA. “Eso es muy fácil”, soltó Milei. Pero ¿cómo?, insistió el empresario. Y la respuesta que obtuvo lo dejó atónito: “Con la Policía de la Ciudad, claramente no –subrayó Milei–. Pero ya hablé con la CIA y el Mossad; ellos lo van a resolver”.

El coqueteo con Massa y sus empresarios amigos ¿es real? Lo comprobable es que hay candidatos massistas en las listas de La Libertad Avanza. De hecho, no sería la primera vez que el peronismo financia armados para dañar al “enemigo” que luego se le terminan yendo de las manos.

Pero más que a Massa habría que mirar a Macri, si Milei llegara a salir victorioso. De eso, gran parte de los radicales y los “lilitos”, que hoy apoyan a Patricia Bullrich, están completamente seguros.

Los que fuman debajo del agua observan un detalle en la escena argentina que, para muchos, resulta inquietante. Los bonos soberanos de largo plazo están en alza. “Es decir que alguien está viendo algo bueno”, tercia un empresario que estuvo presente en la última reunión del Council de las Américas. Lo “bueno” podría ser que los tres principales candidatos presidenciales son promercado. Y que ninguno de ellos tiene dudas acerca del capitalismo.

Pero en el círculo rojo económico van más allá. En esas aguas circula otra versión: el factor Macri, detrás de Milei. El rol de “contención al disparate” que podría ejercitar el expresidente sobre el líder libertario, si finalmente gana. Una contención similar a la que ejerció el Partido Republicano sobre el incontrolable Donald Trump, con chances de volver al poder.

Afirma un importante dirigente radical: “A Macri no le disgustaría para nada que gane Milei y, seguramente si eso sucede, una parte de Pro se iría con él para sostenerlo. Eso sí: Juntos por el Cambio explotaría por el aire”. En este esquema, analiza, una parte de la coalición opositora se iría con el libertario y la otra, con Horacio Rodríguez Larreta y Sergio Massa. Una eventual derrota también partiría al radicalismo. Un panorama a futuro, que pone en valor la histórica afinidad entre el ministro de Economía y Gerardo Morales.

En plena campaña, un periodista que entrevistaba al libertario se atrevió a preguntarle: “Dicen que estás loco, ¿es cierto?”. Milei, al que le suele saltar la térmica cuando una pregunta no le gusta, esta vez recogió el guante: “La diferencia entre un genio y un loco es el éxito”.

Laura Di Marco

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