Columna LN
Hebe de Bonafini, una muerte que despertó el lado más oscuro de la grieta

Einstein articuló una frase que bien podría servir de antídoto para la grieta: un problema no puede resolverse en el mismo nivel en el que se generó. Es decir, las soluciones aparecen cuando somos capaces de elaborar respuestas de alta calidad; de lo contrario entramos en un loop, un bucle o en la secuencia del perro que se muerde la cola: la misma historia repetida al infinito.
Como dice Carlos Portaluppi, en la piel de León Arslanián, en Argentina 1985: “vamos a darles a los militares lo que ellos no les dieron a sus víctimas: un juicio”. En 1985, a la brutalidad de la dictadura se le respondió con más democracia. Una respuesta de alta calidad frente a la reacción primaria de la venganza.
Pero casi 40 años más tarde, la muerte de Hebe de Bonafini nos muestra ubicados en el lugar opuesto: el territorio de las reacciones primarias. El fallecimiento de la presidenta de las Madres de Plaza de Mayo detonó el lado más oscuro de la grieta y generó una respuesta brutal en los sectores más fanatizados del antikirchnerismo: memes embebidos por el lenguaje del odio, ironías crueles y hasta alegría por la muerte ajena.
La tentación de devorarse al caníbal es siempre poderosa.
La muerte no santifica a nadie, por cierto. Pero tampoco debería amputar fragmentos de una vida polémica, atravesada por potentes claroscuros. Sus polémicas frases; la asociación con los Schoklender, la estafa de Sueños Compartidos. Sus oscuras reivindicaciones. Y tal vez, lo peor: la opaca alianza con el kichnerismo, que la llevó a partidizar lo que siempre debería haber sido una bandera universal: los derechos humanos.
Todas esas secuencias fueron reales, como también lo fue el rol trascendente que jugaron las Madres durante la dictadura y sus denuncias sobre las violaciones a los derechos humanos. Denuncias de trascendencia internacional que, finalmente, nos llevaron hacia la recuperación democrática. Este fragmento de la película también debería ser incluido por quienes reclaman, con toda razón, una memoria completa los ‘70.
¿Con qué elegimos quedarnos cuando muere una figura polémica?
María Migliore, ministra de Horacio Rodríguez Larreta, lo escribió en un tuit: “Hebe fue símbolo de lucha impulsando una agenda de Justicia y derechos humanos en la Argentina. Un grupo de madres que, con valentía, le hicieron frente al momento más oscuro de nuestra historia. Esa trayectoria es más grande que cualquier diferencia política. Me quedo con eso”.
La masacraron injustamente en las redes; sobre todo, los propios. Tanto que, al día siguiente, tuvo que salir a explicar (increíblemente) que sus palabras no significaban “avalar ni el odio, ni el posicionamiento político, ni el ataque a las Torres Gemelas, lugares donde ella (Bonafini) circuló en los últimos años”.
La lógica de la grieta nos conduce a lugares donde hay que salir a aclarar lo obvio.
Los archivos de la memoria completa muestran cómo durante otro Mundial de Fútbol, el del ‘78, un grupo de mujeres, amparadas en su condición de madres, reclamaban por sus hijos desaparecidos ante la prensa extranjera: periodistas de todo el mundo que habían venido a cubrir la competencia deportiva, pero también a indagar sobre las atrocidades que, en paralelo, sucedían en la Argentina.
“Nosotros solamente queremos saber dónde están nuestros hijos. Vivos o muertos, pero queremos saber dónde están. Ya no sabemos a quién recurrir: consulados, embajadas, ministerios, iglesias. En todas partes se nos han cerrado las puertas. Por eso les rogamos a ustedes. Por favor, ayúdennos. Son nuestra última esperanza”, denunciaba Marta Moreira de Alconada Aramburú ante un periodista holandés. La imagen recorrería el mundo y sería el primer golpe serio contra el gobierno militar. Bonafini estaba entre esas primeras madres. La atrocidad de la dictadura produjo el fenómeno de unir a mujeres de muy diferentes clases sociales, en la búsqueda de lo más sagrado.
Paradojas del destino: aquella prensa a la que Bonafini odiaría tanto en su segunda vida fue, en aquellos años, la que inicialmente logró hacer mundialmente visible el tema de los desaparecidos. El puntapié inicial que, más tarde, le permitiría al gobierno de Alfonsín enjuiciar y encarcelar a las cúpulas militares.
Pero la grieta por la muerte de Bonafini no solo estalló dentro de Juntos por el Cambio sino también al interior del kirchnerismo.
En lugar de transitar el duelo por la muerte de su líder, las Madres eligieron vengarse de Alberto Fernández, en nombre de Cristina. Alberto fue blanco recurrente de Bonafini, en sus últimos tiempos. Y la Asociación decidió seguir con el legado. “Relacionar la lucha de nuestra Presidenta con otra organización es un insulto. Por suerte, Hebe hizo público todo lo que pensaba de usted”, lo destrataron. Fernández había querido ser políticamente correcto. Emitió un tuit lamentando la “pérdida” de Hebe y, en su mensaje componedor, enlazó la lucha de Madres y Abuelas: una relación siempre surcada por complejas internas.
Fernando Iglesias describió, con lucidez, los claroscuros en la vida de Bonafini. “Durante los años de la dictadura, las Madres de Plaza de Mayo fueron la encarnación de los principios de la revolución liberal: habeas Corpus, derecho a la vida, de reunión y expresión, lucha contra los abusos del Estado. El resto ya lo vimos: el peronismo rompe todo lo que toca”.
Pero no todas se dejaron romper. Para bailar el tango siempre hacen falta dos. Norma Morandini o Graciela Fernández Meijide, por caso, no se dejaron romper.
Dos madres, dos caminos. Frente a un mismo dolor, tal vez el más profundo y lacerante, Fernández Meijide y Bonafini transitaron caminos evolutivos inversos. Meijide logró transformar su desgarro en sabiduría, servicio, compasión y liderazgo político. Hebe no pudo, no supo o, tal vez, no quiso.
Como escribió en las redes el médico sanitarista y dirigente radical Gabriel Montero: “Casi a sus 94 falleció Hebe, que primero fue la madre de tres hijos, luego la madre de todos y finalmente eligió ser la madre de Cristina”.
Las “madres” olvidadas por Cristina
Hay un hecho tan increíble como poco contado en la historia reciente de la Argentina: las principales referentes de los derechos humanos, en Santa Cruz, que en los ochenta y noventa estaban estrechamente ligadas a Hebe de Bonafini y Estela Carlotto, no solo jamás fueron recibidas por el matrimonio Kirchner sino que, además, eran habitualmente despreciadas. Más aún, Bonafini y Carlotto decidieron romper lazos con ellas, cuando eligieron atar su causa a la del kirchnerismo. Hablamos de Ana Redona y Milagros Pierini, fundadoras de la Comisión Permanente por los derechos humanos en Río Gallegos.
Cristina Fernández, la verdadera historia, una biografía sobre la expresidenta, publicada en 2014 por Editorial Sudamericana, recoge el impactante testimonio de ambas.
“Cristina directamente nunca nos hubiera recibido porque militar en derechos humanos aquí era algo marginal, algo del Partido Obrero. Y era, además, ser tachadas de zurdas que querían revivir cosas del pasado. El mensaje de los Kirchner, mientras gobernaron aquí, siempre fue éste: éstas de los derechos humanos son zurdas que quieren revivir el odio del pasado. Y otro lema que siempre sostuvieron es: no generemos rencores con los militares, que son nuestros vecinos”, apunta Milagros Pierini, en un testimonio que sacude y sorprende.
En los noventa, Pierini y Redona eran los enlaces con las referentes de los organismos porteños. Cada 24 de marzo, y sin ningún apoyo estatal, organizaban recitales y eventos con los mismos artistas con los que, años más tarde, los Kirchner se abrazarían, con la idea de que la izquierda -y los derechos humanos- les darían los “fueros” necesarios para la construcción del poder. Esta vez es Ana Redona quien reconstruye aquella historia: “En los ‘90 nosotros traemos a Fito Páez. Fue una campaña que hicimos para un 24 de marzo. Venían acá y hacíamos jornadas artísticas. Habíamos programado la visita de Fito, el flaco Spinetta y Hebe de Bonafini: vinieron todos juntos. Los trajimos nosotros. Kirchner ya era gobernador. Me acuerdo que conseguimos el Teatro Carrera para que actuaran Fito y Spinetta y que aquel 24 de marzo no se acercó absolutamente nadie. Me acuerdo que terminaron pagándose ellos mismos, Fito y Spinetta, la carga que trajeron de los equipos. Lo pagaron de su propio bolsillo, nunca me lo voy a olvidar”.
Páez y Bonafini regresaron varias veces a Río Gallegos, durante los años dorados del kirchnerismo, ahora con todo el apoyo y la pompa del aparato estatal. Fue en uno de esos 24 de marzo cuando un periodista se animó, finalmente, a preguntar qué opinaban sobre la ausencia total de interés en ellos y en la causa de los derechos humanos de Néstor y Cristina, antes de su llegada a la Rosada. “Fue un momento muy violento -recuerda Redona- porque Fito y Hebe se enojaron muchísimo con la confrontación. Y abandonaron la rueda de prensa”.
Cuando es completa, la memoria siempre es sanadora.
Por Laura Di Marco para lanacion.com.ar
Columna LN
24 de Marzo: la memoria profanada
Como una caricatura de sí misma, rodeada por el ecuatoriano Rafael Correa, condenado en varias causas por corrupción, y por el colombiano Ernesto Samper, cuya campaña presidencial de 1994 fue financiada por el narco, Cristina Kirchner cerró el martes un panel del III Foro Mundial por los Derechos Humanos, en el marco de un nuevo aniversario del golpe militar de 1976.

22 de marzo de 202317:59
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Se trata de un evento en el que, entre figuras filokirchneristas, se conmemoran los 40 años de la recuperación democrática, como si la democracia fuera una conquista privada de Cristina y sus amigos. Ya es polémico que el 24 de marzo, uno de los días más trágicos de la historia argentina, sea un feriado que pueda asociarse con la idea de un “festejo” o de un fin de semana turístico extra large.
“No me interesa si me van a condenar –declaró Cristina en el Foro–; lo que me interesa es construir un Estado democrático en el que las garantías de la Constitución no sean cartón pintado”. Lo llamativo de su arenga es que la hizo en el marco de un evento del que la oposición ha sido excluida, tal como visibilizó la diputada radical Karina Banfi, en un picante hilo de tuits: “El gobierno nacional organizó durante esta semana el III Foro Mundial de DD.HH. para ‘celebrar’ los 40 años de democracia. La oposición no fue invitada. No quieren que hablemos de las dictaduras que apoyan en la región o del estado de los DD.HH. en el país. ¿Les rompemos el relato?”, se preguntó, con ironía.
Vale la pena detenerse en algunas particularidades del Foro, auspiciado por el Centro Internacional para la Promoción de los Derechos Humanos (Cipdh), agencia ligada a la Unesco, pero que mantiene su autonomía y que está dirigida por Fernanda Gil Lozano, una ex “lilita” devenida fanática militante kirchnerista. Gil Lozano formaba parte de la fuerza de Carrió cuando, en 2006, el Congreso declaró feriado nacional el 24 de marzo. Es decir, sinónimo de bombos, recitales y celebraciones. “Hace rato que la memoria ha sido profanada –advierte Norma Morandini, que era diputada en 2006 y votó contra esa ley–. Quienes somos opositores al Gobierno ya no podemos ir a la Plaza, donde el kirchnerismo solo se festeja a sí mismo. Antes, en cada 24 de marzo, mientras hacíamos ese ritual de duelo, nadie te preguntaba de qué partido eras”. Morandini tiene dos hermanos desaparecidos.
Otro de los panelistas estelares es el sindicalista Roberto Baradel, promotor de las escuelas cerradas y de la negación del derecho a la educación durante el año de la pandemia. Hugo Yasky también está invitado; preside la Comisión de Derechos Humanos en la Cámara de Diputados. Una comisión que permanece inactiva desde que él la preside. Cristina también invitó a Grecia Colmenares. Ojo, nada que ver con la actriz. Se trata de la líder de la juventud chavista, régimen investigado por la Corte Penal Internacional por sus crímenes de lesa humanidad.
Es obvio que, en semejante Foro, que no se privó de denunciar al “partido judicial”, es difícil que alguien exponga sobre los presos políticos en Nicaragua, los 23 asesinatos perpetrados por las fuerzas policiales durante la cuarentena en la Argentina, los 6000 niños ucranianos apropiados por Putin, la criminalización de la protesta en Cuba o las violaciones de los derechos humanos en Venezuela.
Recluidos en el sur, los Kirchner siempre fueron extraalfonsinistas. Digamos, más bien, que a Alfonsín lo “descubrieron” mucho después, cuando lograron cooptar con dinero a la mayoría de los organismos de derechos humanos. Pero mientras Alfonsín fue presidente lo despreciaban, junto con todo el arco del peronismo clásico. Esta semana, Cristina volvió a hacer gala de ese desprecio, en sintonía con el discurso mezquino de Néstor Kirchner en la Esma en 2004, cuando “olvidó” el Juicio a las Juntas. Ante los amigos de la región, ella volvió a autocelebrarse: “Cuando Néstor Kirchner llegó al poder, la agenda de derechos humanos no figuraba en ninguna encuesta”.
Durante su campaña presidencial, Alfonsín denunció un pacto militar-sindical. Aludía así a la colaboración de un sector del sindicalismo peronista en el exterminio de sus enemigos internos: las organizaciones armadas. Armando “Bombón” Mercado, marido de Alicia Kirchner y líder del Supe santacruceño, era socio político de uno de esos sindicalistas señalados por Alfonsín. Era, también, uno de esos dirigentes gremiales que les hacían favores a los militares y, justamente por eso, su esposa fue premiada con un cargo durante la última dictadura en Santa Cruz. Muy lejos en el tiempo y la geografía, dos jóvenes Kirchner aparecen en el diario Correo del Sur encabezando un acto ochentoso en desagravio de su cuñado, que a la vez ya era un incipiente financista del ambicioso matrimonio político.
¿Conocerán todos estos detalles los amigos de Puebla? Difícil. Con la memoria profanada, el relato suele aparecer más verosímil que los hechos.
Columna LN
Mujeres incómodas

8 de marzo de 2023 00:05
Muchos aún preguntan: ¿por qué hay un Día Internacional de la Mujer y no uno del Hombre? Un usuario mayor de 50, en Twitter, preguntaba esta semana, con genuina curiosidad. “En la Semana de la Mujer, consulto: ¿qué tareas esenciales para la igualdad entre la mujer y el varón aún quedan pendientes en la Argentina?”. Es curiosa esa pregunta sobre una desigualdad tan obvia, que puede medirse con datos oficiales muy concretos. Para el arranque, digamos que de cada 10 pobres en el mundo 7 son mujeres.
El World Economic Forum lo dice de otro modo: en un relevamiento realizado en 156 países llegó a la conclusión de que las mujeres están a 267, 6 años de distancia de la real paridad en términos económicos. Es que la pobreza no solo es de dinero, sino de tiempo.
Según la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo, con datos de 2021 para la Argentina, las mujeres emplean más de 6 horas de su día en tareas domésticas y de cuidados de otros, contra tres de los varones. Dicho de otro modo: el 70% de estos trabajos no remunerados, esenciales para el mantenimiento de la vida y la reproducción, están hechos por ellas. Tareas que las mujeres pagan con su tiempo. Un tiempo restado, por caso, a la construcción de una carrera, la generación del networking o el diseño de cualquier emprendimiento.
Como explica la economista Justina Lee, de Ecofeminita, el sector de cuidados y mantenimiento de la vida cotidiana es el que más aporta a la economía (15,9% del PBI), seguido por la industria y el comercio. Hasta el Papa, en su propio registro, habló de la inclinación de esa cancha en una entrevista reciente, que ofreció en el Vaticano. “Provengo de un país machista”, describió a la Argentina.
“Es insólito que todavía haya que explicar por qué se celebra el Día de la Mujer o el Día del Orgullo, aunque sé que vivimos en la Argentina, donde hay que explicar que el agua moja. Se celebran estos días para hacer visible lo obvio: la disparidad y la exclusión de mujeres y diversidades”, acerca Luis Novaresio, conductor de LN+, quien confiesa que vivió muchos años bajo el mandato patriarcal de que la orientación sexual no se cuenta. “Fue un error; hoy creo que quienes gozamos de cierta notoriedad pública tenemos la responsabilidad de hacer visible la diversidad para seguir reclamando la igualdad de oportunidades”.
Una de las dificultades, en la Argentina, para explicar que el agua moja es que la causa feminista ha sido apropiada –o, más bien, vandalizada– por el kirchnerismo, y que el debate se metió en la grieta. Esta dinámica corrosiva genera múltiples riesgos. El primero y más obvio es que el feminismo –ciertamente uno de los movimientos más vigorosos de las democracias liberales avanzadas– sea asociado con Cristina Kirchner y, por lo tanto, rechazado. Otro es que las mujeres políticas de la oposición, que sufren los prejuicios y la exclusión en sus propios espacios, se dejen robar esa bandera o traten de tomar distancia. El tercero es que, apalancadas por la radicalización del kirchnerismo, últimamente hayan brotado vertientes muy violentas, que promueven discursos de odio. Un odio que intoxica el mensaje.
Es paradójico: si la cultura machista tiene como valor central el sometimiento del otro (en general, del más débil), Cristina Kirchner podría ser una de sus exponentes máximas.
Pero sigamos con los datos. En el empleo formal, la brecha salarial es de casi el 25% (24,54%) a igual trabajo. A la vez, ellas tienen un 20% menos de acceso a las oportunidades laborales. Dicho de otro modo: el mundo del empleo sigue apostando por ellos. Según la Casa del Encuentro, en lo que va de 2023, hubo un femicidio cada 25 horas. Casi uno por día. Como vemos, no se trata de opiniones ni de “victimización”, sino de lo que describe la Encuesta Permanente de Hogares (Indec).
Pero la violencia puede asumir muchas formas. La física es la más visible, pero no necesariamente la más dañina. La influencer y nutrióloga Raquel Lobatón pone de relieve que la violencia estética está dirigida básicamente hacia ellas. Y se pregunta: “¿Cuánta energía, dinero y tiempo tenemos que invertir en producirnos? Y no es porque seamos más vanidosas, sino porque nos enseñaron que tenemos que competir entre nosotras para ver quién es la más bella. Nos enseñaron que nuestro valor reside en nuestra apariencia”. Mujeres incómodas las que mueven así el avispero.
Pero ¿y qué pasa en las cúpulas? ¿Quién toma las decisiones? Esto también se puede medir. El equipo de ELA (Equipo Latinoamericano de Justicia y Género) concluyó que, aun en aquellos espacios donde la participación de las mujeres es masiva y está por encima del 50% (educación, derecho, salud), su acceso a los puestos de la más alta decisión está lejos de la paridad: en educación es del 14%; en la Justicia Federal, del 20%. Y en Salud, por cada 10 directivos, hay 3 mujeres. Hay avances, es cierto, pero mucho más lentos de lo que se perciben.
Algunos pensarán: pero la persona más poderosa de la Argentina es mujer. Se llama Cristina Kirchner. Es cierto, aunque el poder de Cristina, heredado del imperio construido por Néstor Kirchner, la asemeja más a una monarca –a una reina peronista– que a una líder democrática. A pesar de su extraordinaria astucia, la lideresa del peronismo llegó adonde hoy está a través de los peldaños que le fue armando su marido. Que se entienda bien: no porque a ella le faltara habilidad, sino porque a la política argentina le sobran prejuicios.
A pesar de los evidentes y valiosos esfuerzos de la industria por incluirlas, el periodismo político y económico también sigue siendo autorreferencialmente masculino. Salvo excepciones, que las hay, a los medios de comunicación les sigue costando mucho incluir la palabra editorializante –el análisis– de una mujer en temas duros. Las mujeres, en todo caso, están para acompañar, orbitar, ornamentar con su belleza física; incluso, para brindar información, pero son pocas, poquísimas, las que verdaderamente lideran equipos en radio, televisión y la prensa gráfica. En una charla privada con funcionarias uruguayas, la primera dama Lorena Ponce de León, Loli, reveló un costado desconocido de su crisis conyugal con Lacalle Pou: “Me niego a ser el puré del bife”. Otra mujer incómoda.
A fines del año pasado, la encuestadora Poliarquía hizo un sondeo entre los integrantes del círculo rojo –empresarios, economistas, políticos, una mayoría de varones– y concluyó que los diez periodistas más respetables de la Argentina son varones. ¿Será que el círculo rojo no encontró a ninguna periodista respetable o que, a la luz del cuadro que mostramos, los prejuicios les impiden verlas?
No vemos el mundo como es sino a través de nuestros propios filtros, como los de Instagram.
Claro que hay cambios y signos evidentes de una cultura que está mutando. The New York Times, por caso, fue el primer periódico importante en incluir a una editora de género, Jessica Bennett, una periodista que escribe desde hace años sobre sexismo sutil. Esa violencia intangible, hecha de ideas y creencias, que hace aparecer a las mujeres como seres de menor valor.
Todo está en revisión, incluso las canciones románticas, hechas de hombres conquistadores y mujeres conquistadas. Ricardo Arjona armó un gran revuelo este fin de semana, en Montevideo, cuando se quejó de la “pérdida de poder” de los varones. Del otro lado del charco, la psicóloga Virginia Gawel, otra mujer que incomoda sanamente con sus palabras, le responde con la idea de paridad. “Para que haya una verdadera pareja, la mujer tiene que tener un lugar igual de valioso que el hombre. Pareja es paridad”. ¿Cambiará las letras de las canciones de amor?
Columna LN
Ricardo López Murphy apuntó a la conducción de JxC por resistirse a un acuerdo con Javier Milei y José Luis Espert
El referente de Republicanos Unidos se refirió a los debates internos en la coalición opositora y abogó por un liderazgo claro; su programa para la “estabilización” del país.

1 de febrero de 2023 07:50 LA NACION
El diputado Ricardo López Murphy se refirió este martes a las internas en Juntos por el Cambio de cara a las elecciones, criticó a la mesa directiva de la coalición y pidió considerar la apertura hacia figuras como Javier Milei y José Luis Espert. “A veces la conducción hace tonterías y las tenemos que corregir”, afirmó en declaraciones a LN+.
En el programa +Noticias a la noche, López Murphy tomó distancia de la declaración que hizo la mesa nacional de Juntos por el Cambio meses atrás cuando le cerró la puerta a un acuerdo con Milei. “Jamás hubiera planteado lo que pasó, ni hubiera expresado esos temores”, señaló.
En este contexto, comparó el debate actual en torno a una posible alianza con el economista libertario con la persecución que puede realizar un hombre para intentar conquistar a una mujer. “No es posible, ni sensato”, advirtió en el ciclo conducido por Laura Di Marco y Hugo Macchiavelli.
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El también referente de Republicanos Unidos se mostró predispuesto a avanzar en un acuerdo con José Luis Espert, quien encabeza Avanza Libertad en la provincia de Buenos Aires. “Fue un error enorme no haberlo incorporado en 2021″, señaló. Opinó lo mismo respecto de Cynthia Hotton, quien asumió recientemente como funcionaria en el gobierno porteño.
López Murphy se mostró convencido de que ambos dirigentes “van a estar dentro de la coalición” y afirmó que ya explicitó su “apoyo” para que Espert sea parte de Juntos por el Cambio. Recalcó que un acercamiento podría “cooperar” para que la oposición tenga un “triunfo” importante que aporte a “la gobernabilidad” del país. “Para mí es el problema más grande que tenemos por la decadencia institucional que hubo”, dijo.
“La elección en la provincia de Buenos Aires y en el país nos lleva a un riesgo, que elijamos a un gobierno débil”, expresó. El dirigente alertó que la próxima administración heredará “una situación extrema”. Y amplió: “El votante puede consagrar un gobierno con fortaleza, equipo, voluntad, y con un programa firme y resolutivo, o se arriesga a otra situación”.
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En ese sentido, objetó las rivalidades políticas internas y sostuvo que Juntos por el Cambio “tiene que ordenar su discurso, y presentar su programa con claridad y sin subterfugios para “proveer una narrativa vigorosa”.
“Uno de los errores es crear una competencia personal. En lugar de hacer tanto énfasis en las candidaturas, tenemos que concentrarnos en el programa y en las reglas de juego. Y así, a los abanderados a los que les toque, tendrán que llevar el programa en común”, manifestó.
Plan para la estabilización
Ricardo López Murphy desarrolló una serie de puntos que consideró imprescindibles para que el país pueda alcanzar un camino de estabilización, que implica frenar la emisión monetaria, atacar el déficit fiscal y tender a una acumulación de las reservas.
El primero de esos pasos, según detalló, es que el Banco Central sea efectivamente independiente. “Hay que tener un Banco Central autónomo, que no le conteste el teléfono al presidente de la República, ni a ningún político” enfatizó. Y, a su vez, pidió en paralelo, que haya una ley que nomine a los directores del organismo “con la venia del Senado y con procedimientos extremadamente difíciles de remoción”, similares a los que tienen los jueces de la Corte Suprema.

En tanto, aseveró que el país tiene que buscar un balance en su situación fiscal y propuso seguir el ejemplo del expresidente chileno Ricardo Lagos (2000-2006), que buscó reducir la dependencia de ese país de la minería. Así, sostuvo que se tiene que bajar su deuda por varias razones, pero una de ellas es “la tragedia” de la “reputación” que posee el país.
“El Banco Central tiene que reconstruir su patrimonio y la forma de hacerlo es acumular aproximadamente 15 puntos del producto, o sea 100.000 millones de dólares, y a lo largo de varios años tenemos que comprar sistemáticamente dólares”, explicó.
A su vez, consignó que se debe poner un tope a la deuda que el país puede colocar en lugares como “Nueva York, Fráncfort, o Tokio. Es decir, no recurrir a deuda estatal en el exterior”, salvo que se trate de acuerdos con organismos multilaterales.
“Esas cosas son vitales para que haya credibilidad, que ganemos genuinamente las reservas y que no haya trampas”, manifestó.
LA NACION
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